Ramiro Sandez trabaja en un hospital, pero se toma el tiempo para esta acción solidaria. Ya atendió a más de 300 personas. “Es una satisfacción recibir un abrazo de agradecimiento”, dijo
Ramiro Sandez es odontólogo y cirujano maxilofacial. Tiene un consultorio y también trabaja en el Hospital Materno Infantil de Salta capital. A pesar de que sus días están ocupados por los dos trabajos, tiene tiempo para la solidaridad. Desde 2016 es integrante de la Fundación Reconstruir y junto a otros colegas recorre el interior salteño buscando pacientes para curarlos. Ya hizo más de 300 cirugías gratis y está planeando más viajes.
La organización no es fácil porque del operativo participan muchas personas. “Nos ponemos en contacto con el hospital local y los centros de salud que nos informan la patología de los pacientes. Una vez que contamos con esa información, preparamos los insumos y organizamos los viaje”, detalló.
En estos años visitó Orán, Cachi, Tartagal, Cafayate y las localidades del departamento Rivadavia. Muchas veces viaja hasta 300 kilómetros para atender a las personas que más lo necesitan. Y algunas veces se traslada en su auto particular.
Con respecto a los recorridos explicó que “en algunas oportunidades el Ministerio de Salud nos da una combi. Pero cuando no lo hace, los especialistas nos movilizamos en nuestros vehículos particulares. Muchas veces nos acompaña nuestra familia”.
Sandez tiene 42 años, está en pareja y tiene dos hijos. Para él, el apoyo de su familia es fundamental para realizar esta tarea solidaria, ya que se ausenta varios días para atender a la gente de bajos recursos. “Les agradezco que me comprendan y mi acompañen, porque sin eso, no podría llevar adelante esta actividad”.
Abrazos y sonrisas de agradecimiento
Si bien este médico no busca el reconocimiento, confiesa que el “gracias” que recibe de sus pacientes lo reconfortan. Porque para él su profesión, además de un trabajo, es un servicio.
La gente se acerca a los hospitales locales para ver cuándo llega el equipo médico. Desde ese momento se pone en funcionamiento un engranaje que involucra a mucha gente con ganas de ayudar.
“Evaluamos el cuadro, establecemos el diagnóstico, preparamos los insumos y partimos a lugares desconocidos con la premisa de ayudar. Lo importante es que la gente sepa que no está sola ni olvidada. Los pacientes también hacen su sacrificio, porque recorren largas distancias a caballo para llegar al centro médico y dejan a sus familias”, detalló.
Si bien esta tarea solidaria se vio interrumpida por la pandemia de coronavirus, ahora que prácticamente ya no hay restricciones está organizando su próximo viaje para antes de fin de año. Cuando llega a su casa descansa con la tranquilidad que da la tarea cumplida. “Los abrazos, el gracias y las sonrisas de los pacientes son mi motor para seguir adelante con todo esto”, concluyó.