Emilio Morenatti trabaja para Associated Press. Este año ganó un Pullitzer por sus fotos, entre las que se encuentran el beso de dos ancianos que pasaron 102 días sin verse por el confinamiento.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y las fotos que retrata Emilio son increíbles. Él es fotoperiodista de Associated Press y este año ganó un Pullitzer por sus fotografías de la pandemia en España (su país de origen). Entre esas imágenes se encuentra la de una pareja de ancianos que se besan a través de un plástico y con barbijo puesto, luego de pasar 102 días separados a raíz del confinamiento. En numerosas entrevistas que le han realizado los medios españoles asegura que su objetivo es interpelar al espectador y hacerlo reflexionar ante las imágenes.
Su historia personal
Pero, más allá de las imágenes que lo ubicaron en algo así como en Nobel del periodismo, se encuentra su historia personal: “A veces pienso que lo daría todo —el empleo de mi vida, los premios y el reconocimiento, incluso el Pulitzer que me otorgaron este año— sólo por volver a caminar con mis dos piernas. Pero me percato también del papel que mi discapacidad ha desempeñado para dar forma a quien soy actualmente“, escribió para la agencia que trabaja.
En 2009, Emilio perdió la pierna izquierda cuando explotó una bomba en Afganistán, durante una salida con las tropas norteamericanas, a la que no debería haber ido, porque ya había terminado su trabajo, pero quiso aprovechar la oportunidad. Este año, en los Juegos Paralímpicos se propuso hacer un seguimiento de atletas norteamericanos heridos en combate, que estuvieron en la guerra de Afganistán o Irák y perdieron algún miembro. Su punto era mostrar cómo la discapacidad les cambió la vida y el deporte los ayudó a salir adelante. Al mismo tiempo, durante su experiencia en las paralimpiadas, a través de sus redes sociales compartió algunas de las historias detrás de cada atleta e invitó a reflexionar sobre el rol de los medios para visibilizar estos eventos.
“Aquí requieres contar las historias con mucha sensibilidad. Hay una cosa que me fascina de los paralímpicos. A veces estás en la piscina y ves salir a un nadador sin brazos ni piernas. Te pones delante con la cámara y dudas antes de hacer la foto, pero te mira y te pide que le mandes la foto. Te deja descolocado porque te está sonriendo y te está dando una empatía tremenda. Se crea una vinculación, un compromiso… Te das cuenta de que la limitación está en nosotros, no en ellos“, reveló. Además, Emilio propone “normalizar la discapacidad” en las imágenes, empezando por uno mismo. “A mí me interesa utilizar el respeto por la persona que se fotografía. Una persona sin brazos, siendo fotografiada con todas sus cicatrices, es algo que tendemos a ocultar. Y yo voy con mi pierna al aire, pero aquí, en Barcelona y en todos lados. Hay que normalizar la discapacidad, empezando por uno mismo. Todo el mundo sabe de discapacidad física, pero es muy difícil descubrir la mental de mucha gente, que la oculta o quiere transformarse en una persona que no es. Normalizar esto es fundamental“, subraya.
En su caso particular, al tener una discapacidad adquirida de adulto confiesa: “Mi discapacidad me acompañará siempre, son heridas eternas, pero sí hago ejercicios (y casi lo consigo) para empezar a reconocerme tal cual soy. La discapacidad no está en tu pierna o en tu brazo, la discapacidad está en tu cabeza. Esa es la limitación realmente“.