En 2006 una tarde de lluvia torrencial en Santa Coloma surgió la idea de crear un evento que convoque no solo a los 200 habitantes de la localidad que pertenece al partido bonaerense de Baradero, sino también que despertara el interés más allá de las 20 manzanas que conforman el pueblo. Fue a través de una charla entre Lidia Jiménez, la enfermera de la salita -actualmente ya jubilada-, y Oscar Scollo, que en ese entonces se desempeñaba como delegado municipal. La conversación fue el puntapié, definieron los pasos a seguir, y un grupo de ocho vecinos llevó a cabo la primera edición de la Fiesta del Mondongo y la Torta Frita, que se convirtió en una tradición que superó sus expectativas y cada año asisten más de 20.000 personas.
A mitad de camino entre Baradero y San Antonio de Areco, se accede por la Ruta Provincial N°41, a la altura del kilómetro 303. A la vera de las vías del Ferrocarril Belgrano se encuentra la estación inaugurada el 25 de noviembre de 1912, antes conocida como ¨parada KM 128¨. A su alrededor se edificaron las viviendas del pueblo que lleva el nombre del terrateniente que donó las tierras, Don Carlos Santa Coloma. Y aunque el ramal no presta servicios de pasajeros desde su cierre en 1977, todavía se conservan elementos originales que denotan la historia.
Las dos anchas avenidas, Democracia y Libertad, se llaman así desde 1983, y el resto de las pintorescas calles lleva el nombre de árboles autóctonos: Ombú, Palo Borracho, Guatambú, Araucaria, Quebracho, entre otros. La preservación de almacenes de ramos generales, el excelente estado de las viviendas particulares -como “La Adelaida 1929″, una de las construcciones más antiguas donde funcionaba la Escuela N°22-, junto a la capilla Santa Coloma y la estación del ferrocarril; son algunos de los motivos por los que la localidad fue declarada “Pueblo turístico y Paisaje Cultural”.
En pleno centro de la localidad se encuentra el Museo Regional Don Roberto Carlos Delia, un emprendimiento familiar que solo abre sus puertas en ocasiones especiales, tales como las fiestas de aniversario de la localidad o el multitudinario evento del que nadie se quiere ir sin probar las famosas tortas fritas y el guiso de mondongo. En el interior del edificio que fue fundado como museo el 1° de mayo de 2013, se exhiben colecciones de objetos de la región que datan de diferentes épocas, tales como juegos de soga de caballos, arados, monedas, planchas a carbón, faroles, y braceros.La estación del ferrocarril que ya no presta servicios de pasajeros (Facebook: Fiesta del Mondongo y la Torta Frita – Santa Coloma)
Aunque la impronta histórica forma parte de la identidad cultural, sobrevolaba cierta preocupación en los vecinos con respecto al futuro demográfico. “Hace 18 años estaba sentada en mi lugar de trabajo, en la salita, y vino el delegado, Oscar, que viajaba todos los días para llegar desde Baradero, y me animé a preguntarle: ‘¿Qué le parece si inventamos algo para que el pueblo resurja?’, y me dijo: ‘¿Le parece? ¿Qué podríamos hacer para que se conozca?’”, cuenta Lidia Jiménez, de 68 años, que vive en Santa Coloma junto a su marido desde 1993.
“Como todos los 1° de mayo acá la gente prepara comida, hace algún plato especial, y salen a vender, nos gustaba la idea de que haya un día para festejar el Día del Trabajador, pero no sabíamos si iba resultado”, agrega sobre los inicios del proyecto que nació esa tarde de lluvia en la que fue inevitable pensar en torta fritas. Cuenta que cocina desde muy chica porque creció en una numerosa familia en la provincia de Entre Ríos, donde conoció a su esposo, a quien define como “un fuera de serie”, y “un espectáculo”, dejando entrever que el amor fue la clave para afrontar las tres mudanzas que hicieron a lo largo de su matrimonio.Lidia Jiménez, la encargada de preparar más de 10.000 tortafritas en el día de la fiesta: “Estoy como mandamás después de 18 años”, dice con humorLidia y su marido Carlos, su compañero de vida, quien también participa en el gran día, al igual que Carlos Poncet, Ana María Artimiack, Omar Cvitanich, Ana María Cvitanich y Mireya Tellería
“Después de ´noviar´ unos años vinimos a Escobar, Provincia de Buenos Aires, trabajamos en una fábrica de corchos. Tuvimos hijos, seguimos trabajando y nos fuimos a Berdier, donde fue peón rural durante 40 años. Finalmente llegamos a Santa Coloma, donde los dos ya estamos jubilados”, relata, y entre risas dice: “Tengo para escribir un libro con todo lo que pasamos en la vida”. Para ella no hay pendientes imposibles, y por eso a los 47 años se recibió como auxiliar de enfermería. “Dios nos presta la salud todos los días, así que nosotros siempre tiramos para adelante, y llevamos una vida muy tranquila; tenemos dos hijos que son bomberos, hacemos las tareas de la casa, tenemos gallinas, vendemos huevos; es una paz total. ¿Cómo no vamos a estar agradecidos?”, reflexiona.
Fue a raíz de esa gratitud que se preguntó cómo podían atraer a más personas, y generar movimiento en un lugar donde la quietud es el sello distintivo, y hasta dicen que “se escucha el silencio”. Buscaban un evento que mantuviera la identidad de la localidad, y se transformara en una fecha representativa. Después de hablar con otros vecinos conformaron un grupo de ocho personas y pusieron en marcha la primera edición de la Fiesta del Mondongo y la Torta Frita, donde se amasaron a mano 1000 tortas fritas y se hicieron 200 porciones de mondongo: en la actualidad ofrecen cada año 10.000 tortas fritas y 1600 porciones de guiso.La fila de autos cada 1° de mayo en el ingreso a la fiesta organizada por el Grupo de Trabajo Santa Coloma y la Municipalidad de Baradero
“Vino mucha más gente de la que nosotros pensábamos que iban a venir, y tuvo tanto éxito que nosotros mismos nos sorprendimos; así que para el siguiente año ya nos organizamos más y ahora que llevamos 16 ediciones, porque dos no se pudieron hacer por la pandemia, ya tenemos experiencia y empezamos mucho antes a prepararnos”, comenta entre el asombro y el orgullo. Además para poder hacer más cantidad de producción sumaron dos amasadoras y tres sobadoras que son de gran ayuda a la hora de preparar cada tanda de fritura.
Oscar Scollo, exdelegado, también habló con Infobae, y confiesa que la localidad ocupa un lugar especial en su corazón porque fue el lugar donde consiguió una oportunidad laboral cuando estaba sin trabajo. “Hace 13 años fui delegado durante casi cinco años, y ahí conocí a Lidia, que hace unas tortas fritas riquísimas y la verdad es que ni en mis sueños de juventud me hubiese imaginado una trascendencia nacional con la fiesta que después fue declarada de interés provincial”, revela. Aunque ya no está en la delegación municipal, nunca dejó de formar parte del evento, y se desenvuelve como un carismático coordinador de todos los sectores que se involucran en los preparativos.Vista área del evento en el que los baradenses aprovechan la oportunidad para pasar una tarde donde la gastronomía, la música y el entretenimiento se combinan
“Viajaba todos los días los 30 kilómetros, hasta que conseguí un trabajo en Baradero, pero la fiestano la dejé nunca y pienso seguir hasta que el cuerpo me diga basta, porque tengo 70 años”, dice con humor. La idea de que el dinero recaudado con la venta de las porciones de guiso de mondongo y las tortas fritas se reinvierta en el pueblo fue la base central que tuvieron en cuenta para avanzar. “No somos muchos, somos ‘ocho locos’ que todo el año pensamos en esto, y en su momento fuimos 12, pero también fueron partiendo de este mundo, y en realidad tenemos mucha ayuda de nuestros familiares y de otras personas del partido cabecera que vienen especialmente para colaborar”, detalla.
Se emociona porque sus nietos también lo acompañan cuando llega el gran día, y siente que es una forma de transmitirles los valores del compromiso, la tenacidad y el trabajo en comunidad. Además, no solo la gastronomía está presente, sino también el entretenimiento, con shows de artistas locales, música tropical, danza y folklore. “Hay una feria de artesanos también, suele abrir el museo regional, y por supuesto que el propósito no solo es hacer conocer el poblado, sino también aportar en los distintos organismos de la localidad”, comenta.Para los más chicos hay juegos inflables ese día, mientras que los adultos llevan reposeras y mantas para encontrar un lugar para pasar la tardeDurante la Fiesta del Mondongo y la Torta Frita se ocupan incluso las vías de la antigua estación de tren
“Tienen prioridad las instituciones de Coloma, que no son muchas, y por eso al jardín municipal y a la sala de primeros auxilios se le otorga el manejo de la recaudación con los artesanos y los puestos de comida, que se encargan de anotarlos, ubicarlos y realizarles el cobro; y dentro del predio de 500 metros de largo por 200 de ancho, también hay dos cantinas grandes”, profundiza. En otro sector se encuentran los galpones donde se preparan más de 800 docenas de tortas fritas que implican 550 kilos de harina y 200 kilos de grasa, y los 650 kilos de mondongo, que se traducen en aproximadamente 1600 porciones.
“Cada año estamos haciendo más, y algo que habla de la calidad profesional de las cocineras es que si hacen 16 ollas y probás una por una, están todas exactamente iguales, con el mismo sabor, la misma cocción, y al igual que las tortas fritas, a la tarde no queda nada”, asegura Oscar. Quien está a cargo de esas inmensas cantidades de guiso es Donina Gonzalez Paiva, que llegó a Santa Coloma por amor. “Vine desde Paraguay a la Argentina a mis 17 años,de vacaciones, me gustó mucho y no me fui nunca más, y después vine a parar muy lejos de Buenos Aires cuando conocí a mi esposo, que es de acá, y me quedé”, relata.
En 1988 se mudó a la localidad que define como “su destino”, y lo considera “un paraíso”. “Me encanta vivir acá, me encanta el pueblo, y cuando conocí a mi marido él trabajaba en una planta de cereales, y hacía unos años había vuelto de combatir en Malvinas”, revela. Confiesa que aunque ella había escuchado varios relatos de excombatientes de la guerra, cuando él le contó todo lo que vivió comprendió que sería recuerdos muy difíciles de borrar. “Afortunadamente él está bien, hoy está jubilado, y no nos podemos quejar porque formamos una hermosa familia, tenemos dos hijos y dos nietos”, expresa con alegría.El folklore siempre está presente en las ediciones, con música en vivo de artistas locales
Anteriormente Donina se dedicaba a la costura, otra de sus pasiones, pero con una gran sonrisa dice que ahora su ocupación más importante es ser abuela. Siempre supo cocinar de todo, y aunque tiene muchas especialidades, no falta oportunidad en que sus amigos le piden que prepare algunos platos tradicionales de Paraguay, como el chipa guazú y la sopa paraguaya. Desde que la convocaron para la fiesta, no tuvo dudas de participar, y aunque hace tan solo dos meses celebraron una nueva edición, admite que ya piensa en la siguiente.
Oscar explica que después de hacer los balances de lo recaudado en las ventas de la fiesta, una parte del dinero se guarda para la compra de insumos, y el resto se reinvierte en la localidad. “Cada edición apuntamos a un objetivo, y la idea de este 2023 es un playón deportivo con una cancha de básquet, otra de handball y otra de voley, pero necesitamos el permiso del ferrocarril para hacerlo, y todavía no tenemos contestación positiva”, manifiesta. En caso de no poder avanzar con ese proyecto, les gustaría arreglar la biblioteca y el galpón donde preparan las comidas. “Habría que acondicionar los techos, comprar nuevos libros o reemplazarlos por otros que podamos conseguir, y pintar, así queda para el uso de la comunidad”, indica el exdelegado.“Llevan grasa de cerdo y también las fritamos en grasa, como las auténticas torta fritas que me enseñó a hacer mi mamá”, cuenta Lidia Jiménez, una de las fundadoras de la fiesta
Sobre el futuro de Santa Coloma, cuentan que desde hace algunos años hay un pequeño crecimiento sostenido. “La población se mantiene y hay lotes baldíos que se han vendido, mucha gente que viene los fines de semana a las casas que fueron edificando, y por suerte tenemos escuela primaria, secundaria, y escuela de adultos; también se están haciendo más casas en un predio municipal, o sea que hay movimiento a pesar de ser un pueblo rural”, sostiene Lidia. Y Donina coincide en que de a poco hay algunos progresos, pero destaca que el éxodo de los jóvenes se vuelve inevitable cuando terminan el secundario y viajan a otras ciudades para iniciar sus estudios universitarios.
A pesar de las dificultades económicas y del contexto demográfico, los habitantes de Santa Coloma nunca dejaron de pensar en alternativas para resguardar la historia de sus calles, y compartir su patrimonio con el mundo. Incluso si había que poner “manos a la masa”, estaban dispuestos a hacerle honor a las recetas tradicionales para que todo el que asista se lleve un buen recuerdo, y que el boca a boca hiciera el resto. De forma ininterrumpida, todos los 1° de mayo se realiza la Fiesta del Mondongo y la Torta Frita, de entrada libre y gratuita. Las dos cocineras que coordinan los platos estrella, son abanderadas del pueblo donde formaron sus familias y forjaron amistades únicas. “Me siento una reconfortada de la vida”, resume Lidia, y Donina hace lo propio con otra conmovedora frase: “Agradezco mi destino, agradezco a dónde vine a parar”.
FUENTE INFOBAE