Desde la puerta de su carnicería, con una sonrisa tan grande como el mostrador en el que exhibe la mercadería que en pocas horas estará vendida, Lucía Ricci saluda a los vecinos del barrio como quien tiene un comercio de toda la vida.javascript:false
La joven de 23 años, conocida por todos como Lula, se crio entre costillas y cuchillos desde pequeña, cuando su padre, carnicero desde siempre, la llevó junto a sus hermanos a que aprendieran el oficio y también las dificultades del mismo, sobre todo en un contexto de crisis en donde los clientes compran cada vez menos carne.
“A los 9 ya estaba metida en la carnicería”, recordó con nostalgia. “Cuando terminé la secundaria, era estudiar o trabajar. Decidí trabajar, y acá estoy”, explicó a TN.
Lula, sin embargo, no es una carnicera más. Desde hace un año comenzó a registrar con su teléfono celular muchas de las situaciones diarias que suceden en su comercio, el cual la tiene al frente junto a su novio Javier. Una publicación en TikTok en la que mostró cómo escribía los precios en los carteles la volvieron viral. Luego, un desafío inédito la hizo popular en el barrio.
Carnicería Javi está ubicada sobre la Avenida Florencio Varela, en el partido bonaerense de Berazategui. Allí, donde las cerámicas resplandecen y las risas se contagian, Lula le propone un juego inusual a sus clientes: adivinar cuánto pesa una pieza de matambre. ¿El premio? Si adivinan con exactitud el número, se llevan el matambre.
“Comencé en 2023 a hacer videos, y primero lo hice con carne picada. Les decía que si yo agarraba medio kilo se los regalaba. Pero recibía críticas porque decían que nunca iba a agarrar medio kilo, que era trampa y lo hacía para llamar la atención. Entonces dije, voy a hacerlo al revés. Agarrar un matambre y, si el cliente adivina cuánto pesa, se lo regalo. Y así arranqué”, cuenta.
Cada reto fue publicado en su cuenta de Instagram, en donde acumula más de 112 mil seguidores, y en TikTok, la plataforma que la hizo famosa en su barrio: “A veces vienen a pedirme fotos. Las nenas del barrio llegan con sus mamás y me dicen que me vieron en los videos. Se van contentos y al otro día vuelven”.
Su registro tiene un margen favorable para su carnicería: hasta que TN pisó su local, la joven había regalado dos matambres. Sin embargo, el día que se grabó la entrevista, la primera clienta que se animó al desafío acertó los 1,9 kilos que pesaba la pieza que más tarde cocinó con papas y batatas en el horno de su casa.
“No pensé que esto iba a tener tanto impacto”, admite Lula, que no lo dice con vanidad, sino con sorpresa genuina. Es que gracias a su presencia en las redes, la carnicería ganó nuevos clientes. “A partir de los videos, la gente viene, compra algo, se saca una foto, y después vuelven. Las ventas subieron, y cada día hay más caras nuevas”, precisó.
El desafío de ser carnicera
“Me critican que no sé cortar carne o que solo hago los videos para llamar la atención. Al principio me molestaba, pero después entendí que siempre va a haber gente que critique. Yo sigo adelante porque sé que a muchos les gusta lo que hago”, contó Lula.
Dentro de las cosas positivas, no solo disfruta el oficio heredado por su padre, sino la posibilidad de crecer con un comercio propio y a través del contacto con la gente. Su jornada laboral comienza a las 8 y termina a las 20, con un pequeño descanso en el medio. “Mi papá me enseñó el trabajo desde lo más básico. Yo le decía que quería ganar plata y él me respondía que embolsara pan rallado y lo vendiera. Y así fui aprendiendo”, agregó.
“A veces es complicado ser carnicera porque la gente no me cree que yo voy a atenderla. Por ahí me cuesta un poco cortar milanesa, y a veces me esquivan porque están acostumbrados a un carnicero y no a una carnicera”, continuó Lula.
“El trabajo es demandante, pero tiene sus recompensas. Gracias a Dios, los clientes que tengo ya me conocen y saben que si no está el carnicero, estoy yo y los atiendo. Siempre con una sonrisa”, completó.