POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Actualmente Diego Martínez es el director técnico de Tigre en Primera División del fútbol argentino. A diferencia de otros colegas, en este momento de su vida Diego está tocando el techo de su carrera, el cual, en base a sus resultados obtenidos, parece no tener freno. En su etapa de futbolista se desempeñó como volante por izquierda, ascendió a Primera B con Ituzaingó en 2001 y también jugó en Guatemala, Colombia y Grecia. Una cuarta operación de rodilla adelantó su retiró en 2011 y comenzó a forjar este presente. Desde la D a la Liga Profesional con la misma escencia.
-Te tocó participar en todas las categorias, ¿en qué creés que cambia jugar en la D o en Primera en la cabeza de un profesional?
La esencia de los futbolistas en todas las divisiones es la misma: aman jugar al fútbol, desean ser mejores, y se preparan para ello. Lo que cambia es el recorrido, la formación, y el tiempo. Los jugadores de Primera D tienen que trabajar de otra actividad, y en cambio el fútbol ultra profesional tiene la posibilidad de dedicarse a mejorar hasta el más mínimo detalle; también contribuyen las mejores condiciones de trabajo para que el jugador tenga mejor técnica y mejores resoluciones, pero la esencia y el deseo de jugar a la pelota, es siempre el mismo.
-¿Cómo se hace para motivar a los jóvenes, en un mundo tan instantáneo, en buscar objetivos a largo plazo?
Tratamos de transmitir una manera de vivir, y una forma de entender este trabajo, sin buscar resultados mágicos o inmediatos. Transmitimos valores como la constancia, la preparación, y estar siempre predispuesto a mejorar. Esas pequeñas mejoras que se logran día a día te van a hacer dar cuenta que creciste mucho. El fútbol te da la posibilidad de compartir, pertenecer, y salir de esas soluciones mágicas para la vida que te ofrecen en las redes. No creemos en eso, sino en el trabajo, y mejorar día a día.
-¿Cómo ves al fútbol hoy?
Al fútbol argentino lo veo en un proceso de evolución. A veces cuesta por cuestionas históricas y de cultura, pero en líneas generales lo veo en un período sano de crecimiento. Sin dudas fuimos conscientes que el fútbol tiene que evolucionar sin perder la esencia. Hay que mejorar para que se pueda ver un mejor espectáculo, competir mejor a nivel internacional, y creo que vamos en vías de eso.
-¿Qué valores te enseñó el fútbol?
Es riquísimo el deporte en general, y te enseña muchos valores. Primeramente se mezclan las clases sociales, y tenés que tener a flor de piel la solidaridad, el compañerismo, y el compartir. Ya de por sí son 11 para una sola pelota, así que cada uno desde su individualidad debe entender la importancia para el grupo. Y eso se puede trasladar a la sociedad. Los deportes colectivos tienen esos valores, y a partir de la constancia, la dedicación, y el esfuerzo se van a poder ver los resultados; y no solamente el resultado es ganar, sino hacerlo siempre de la mejor manera posible.
-¿Cómo se hace para vivir el día a día en un mundo tan competitivo?
Hay que ser competitivo para dedicarse a lo que es el deporte de alto rendimiento. La competencia te hace mejorar, y es siempre un buen motor para superarse. Pero es clave destacar que la competencia no se valora a partir de ganar o perder, hay que tener la capacidad para analizar rendimientos a partir del resultado, y si realmente los caminos que elegimos son los que nos llevaron a competir de buena manera. Estamos en una sociedad que valora solamente los resultados y se desprestigia al que pierde, pero por más que tengas un buen rendimiento no te asegura tener buen resultado, así que lo que buscamos es no negociar las dudas, ni traicionarse. La competencia no es una mala palabra.
-¿Cómo se vive con el fracaso?
El fracaso es un momento de dificultad que con la experiencia vamos aprendiendo a salir. Hay que identificar el fracaso, y dividirlo. Fracasar sería traicionarse, contradecirse, y la palabra tiene que ser tomada con un significado mucho más grande que ganar o perder. Hay que analizar el proceso de cómo se dio todo, si lo que pensamos en cuanto a las fórmulas de obtener el resultado fue lo correcto; si no obtenés resultado, pero el camino estuvo bien pensado, no es lo mismo que sino obtuviste el resultado, pero las formas fueron correctas.