El Día Internacional de la No Violencia conmemora el aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, líder del movimiento de la Independencia de la India y pionero de la filosofía y la estrategia de la no violencia. Surgió en el año 2007 como iniciativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la cual decretaron el 2 de octubre como la celebración anual.
En el comunicado titulado Paz, tolerancia, comprensión y no violencia, la ONU postuló que este día “es una ocasión para difundir el mensaje de la no violencia, incluso a través de la educación y la conciencia pública”.
En el marco de este día, desde Optimism quisimos realizar un repaso por los personajes que han sido referentes de la paz y la no violencia a lo largo de la historia, rememorando también aquellos personajes argentinos que han tenido y tienen una enorme relevancia cuando se habla de estos temas.
Mahatma Gandhi
El mencionado Gandhi es mucho más que una persona, se convirtió en un símbolo. Fue un activista por la liberación de la India de los británicos mediante la no violencia. Consiguió la liberación de su país mediante una revolución pacífica. De sus últimos años cabe destacar dos protestas sociales: la marcha de la sal y la reivindicación de la independencia de la India del imperio británico.
Nelson Mandela
Mandela o Madiba, como le llamaban en su país, fue el primer presidente elegido de forma democrática en Sudáfrica. Antes de ser presidente fue activista contra el apartheid, el sistema de segregación racial en Sudáfrica y Namibia, por lo que estuvo 27 años en la cárcel. En esos años, su identidad fue mutando hasta convertirse en un símbolo de la lucha, tanto en su país como en el extranjero. Cuando se convirtió en presidente se dedicó a luchar contra el racismo, la pobreza y la desigualdad.
Martin Luther King
Martin Luther King fue un pastor y activista en defensa de los derechos civiles de las personas de color en Estados Unidos. En aquella época, años 50-60, la segregación racial se extendía por Norteamérica. Entre sus logros por la paz, se destacan la igualdad entre negros y blancos en el transporte público, campañas, boicots y protestas pacíficas, y la famosa manifestación por los derechos civiles que se conoció como marcha sobre Washington.
Malala Yousafzai
Malala, más contemporánea, es el perfecto ejemplo de que los jóvenes también pueden poner su granito de arena en la lucha por la paz en el mundo Esta joven pakistaní luchó desde los 10 años para poder asistir a la escuela.
Intentaron asesinarla pero sobrevivió y se convirtió en la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz que reconoció su lucha por la defensa de los derechos de las niñas y mujeres en relación a la educación en Pakistán.
Rigoberta Menchú Tum
Rigoberta, indígena maya quiché comenzó su activismo con 16 años. Su infancia y juventud estuvieron marcadas por la represión violenta hacia los campesinos. Sus hermanos optaron por la guerrilla pero ella eligió las campañas pacíficas y, por ello, en el año 1992 recibió el Premio Nobel de la paz.
En Argentina, Adolfo Pérez Esquivel, fue un arquitecto, escultor y docente que, a principios de los años 70, comienza a involucrarse en movimientos que luchan por la paz. En un contexto brutal para el país bajo un régimen militar, participó activamente en la fundación del “Servicio de Paz y Justicia”, movimiento en defensa de los Derechos Humanos en latinoamericana; en el nacimiento del “Movimiento Ecuménico Paz y Justicia”, conformado junto a diversos grupos cristianos. Y, pocos años más tarde, en la creación de la “Asamblea Permanente por los Derechos Humanos” (1975). Por todo esto, Pérez Esquivel fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz, que recibió en nombre de los pueblos de América.
El Papa Francisco también argentino, representa no sólo la autoridad máxima de la iglesia, si no también el símbolo máximo de referentes de la paz. En su última declaración con motivo de la 54ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebró el 1 de enero de 2021, el Papa habló de “La cultura del cuidado como camino de paz”. Se trata de poner en práctica una cultura del cuidado para “eliminar la cultura del descarte, de la indiferencia, el rechazo y la confrontación, que suele predominar actualmente”, sin perder de vista a los más débiles.