David Brito, el bordador cordobés de las redes sociales (IG @britodavids), logró gracias a los pedidos de sus seguidores vivir de lo que le gusta y dejar atrás un trabajo que lo agobiaba: el de agente de call center. Llegó a atender 100 llamadas por día y no le quedaba ni tiempo ni ganas para dedicarle al arte, esa pasión que tiene desde muy chico.
Hoy las conversaciones que tiene son encargos de bordados de mascotas tiernas, peludos que pueden ser gatos o perros. Los seguidores se asombran cómo alguien puede ser capaz de hacer con aguja e hilo lo que hacen otros con pincel. O él mismo en su pasado. David pintaba. Los pedidos le llegan de todas partes y desde lugares tan remotos como Estados Unidos y China.
El joven bordador nació en Córdoba capital hace 28 años. Cuando era muy chico sus padres, panaderos, se trasladaron a Río Cuarto donde hoy viven. Con mucha atención a la vocación temprana de David por el arte, sus padres dejaron que amasara sus propios sueños. “Fui a talleres de arte desde que era muy chiquito. Tengo una familia que siempre me apoyó. No vengo de una familia de artistas aunque hace poco me enteré que mi abuela paterna bordaba. Ella murió cuando mi papá tenía 18 años. Y hace unas semanas pude conocer algunos de esos bordados por fotos”, cuenta aun sorprendido.David se dedica al arte desde su infancia y en 2015 sintió que la pintura ya no le alcanzaba o al menos quería explorar otros soportes
El arte nunca se lo tomó como hobby. Mientras hacía el secundario cursó en paralelo en una escuela de arte y al completar todos sus estudios se fue a vivir a Córdoba para hacer una tecnicatura en Bellas Artes y continuar con una licenciatura en Arte y gestión cultural, de la que solo adeuda la tesis.
David empezó a bordar en 2015 aproximadamente. Venía desarrollando una obra autorreferencial sobre la figura humana -su formación es de pintura y dibujo – y como estaba yendo a un taller libre de arte comenzó a explorar nuevas técnicas, nuevos soportes, también con la influencia de su abuela materna tejiendo en su casa. Probó con el telar, en el que estaban trabajando sus compañeras y se fabricó uno. Pero no era para él. “Me resultaba muy tediosa toda la producción. Me llevaba por ahí días hacer un tejido para después llevar el bordado. Por ahí soy una persona muy ansiosa, entonces me gusta empezar algo y terminarlo. Entonces me pasé a bordar directamente en tela”, detalla Brito, que también tuvo su paso por el mundo de la cerámica y la restauración. Sin embargo, no descarta volver a intentar con el telar: “Me parece una técnica muy linda. De hecho, me gustaría seguir profundizando en un futuro”.
Lali, Rosalía y Tini, obras de David Brito que hace en su tiempo libre
Con su bastidor, y porta bastidor, que le deja las manos libres, plasma con aguja e hilo todos sus conocimientos sobre el color. Tiene más de 200 hilos para combinar, generar luces y sombras, texturas, volúmenes. Lo complicado es trabajar en compañía de sus dos “michis” que le caminan por los hombros o sobre su regazo intentando darle algún zarpazo al hilo mientras trabaja en su bastidor.
“Trabajo con unas agujas para coser, no uso las de bordado, porque por lo general las agujas de bordado tienen la punta mocha y a mí me gusta que tenga la punta bien puntiaguda, porque me gusta saber bien dónde hinco la aguja”, revela David uno de los secretos de su trabajo donde no se le escapa ningún detalle, destellos de ojos, canas, rubor de mejillas, brillos de metales. El realismo de su trabajo es celebrado en las redes, tanto que le encargaron una imagen de gatitos desde China, que se había viralizado. Les hizo algo similar porque a David no le gusta repetir trabajos.
Atrás quedaron los días grises como agente de call center. David sabía que en su vida iban a existir muchos otros trabajos, si quería dedicarse al arte, incluso trabajó en la panadería de sus padres. Pero el call center le quitaba mucho tiempo y energía. “No me quedaban ganas de hacer lo que más me gustaba. Si bien no había mucha carga horaria (6 horas), el esfuerzo mental que tenía era tremendo. Tenía que pedir descanso entre llamada y llamada para poder tomar un sorbo de agua. Unos cinco segundos. Cien llamadas diarias, una detrás de la otra. El trabajo era para una tarjeta de crédito”, recuerda sobre este empleo que consiguió justo antes de la pandemia, cuando vivía solo en Córdoba. “Trabajé de forma remota y me desgastó mucho, pero por otro lado agradezco de haberlo tenido, porque estaba en pandemia, lejos de mi familia y si no hubiera sido por ese trabajo no sé qué hubiera sido de mí”, sopesa.
Y agradece el día en que pudo renunciar. Dejar de trabajar en algo que nada tenía que ver con el arte, a lo que le había dedicado tantos años de su vida. Antes de colgar el teléfono definitivamente, había empezado a “agarrar trabajos de cualquier cosa”: murales, trabajos de nail art, sobre sus uñas, uñeros, que iba haciendo al unísono mientras atendía el teléfono. Los bordados que mostraba en las redes empezaron a tener éxito y le generaron nuevos trabajos. Dice que Twitter le ayudó mucho. “Viste que es muy random y por ahí se viraliza algo de la nada. Lo que hizo que mi cuenta de Instagram también creciera un montón. Así que hoy tengo el privilegio de trabajar en esto.”
El realismo de cada obra despierta asombro y los peludos dejan acariciar sus hilos
La idea de eternizar a alguien con un retrato le gusta porque cree que se perdió un poco por estar atravesados por la inmediatez, las historias que duran 24 horas. Y empezó a reproducir fotos, de gatos, de perros con mucho éxito porque son irresistibles para los humanos de las mascotas. “Hoy me dedico un 100% a los retratos”.
Cada diseño le insume una semana aproximadamente, a veces más. Y ningún trabajo es perfecto por más que sea el soñado. Por más que le guste siente que fuerza la vista y la posición de trabajo le genera dolor en la cervical. Pero los esfuerzos dan sus frutos. “Si bien sigo viviendo con mis viejos desde que renuncié porque me volví a Río Cuarto, estoy con el proyecto de alquilar un taller para tener un espacio donde producir, porque hoy tengo mi taller en mi habitación”, proyecta. Buena parte de lo que gana, lo invierte en material de trabajo y en viajar a Córdoba y Buenos Aires. “Así que estoy contento”.
David Brito proyecta abrir un taller para su producción, porque hoy está dentro de su habitación en su casa de Río Cuarto
Entre los encargos, encuentra tiempo para hacer algunas piezas para él. Bordar a estrellas de la música a quienes admira. Hizo a Rosalía, a Tini, a Lali. “El de Tini se lo pude dar el año pasado. El de Cazzu se lo llevé al show. Y el de Lali ojalá se lo pueda dar también. A Rosalía le hice varios, dos de la portada del disco y una escena de un show, que se la tiré al escenario”, cuenta. Ahora tiene para empezar uno de Nicki Nicole.
Además de sus cantantes favoritas, también le gusta bordar animé. La primera pieza que hizo fue una escena de la película El viaje de Chihiro. “Todas las noches me acuesto pensando en cosas que me gustaría hacer, por ejemplo, llevar mi trabajo mucho a una escala mucho más grande”, asegura. Cree que podría hacer tapices grandes usando una pistola tejedora de alfombras y usando lana. Si no fuera de esa manera, tardaría un año en cada una.
FUENTE INFOBAE