Joel Sánchez, oriundo de San Martín, trabajó desde chico y persiguió el objetivo de obtener su título pese a las dificultades económicas.
Que no iba a llegar, que era una pérdida de tiempo o, simplemente, que graduarse no era para él. Fueron estos algunos de los obstáculos externos que Joel Sánchez tuvo que sortear para obtener el título de ingeniero electromecánico en la ciudad de Mendoza. Claro que también estuvieron los impedimentos propios, los que también logró superar, después de casi toda una vida de puro esfuerzo.
“Siempre había soñado con ser ingeniero aunque muchos me decían que no era para mí, sino para otro tipo de gente, que era muy costoso y que no lo intentara. Pero yo me daba cuenta de que podía mucho más y que no había nada que perder”, comentó el joven nacido en el barrio Municipal de la ciudad de San Martín. Sánchez mantuvo siempre su norte y nunca se apartó del camino que se había trazado inicialmente, hasta llegar a la meta el pasado 2 de agosto, cuando aprobó el “Proyecto Final” en la UTN.
Atrás dejaba una senda minada con problemas económicos, con la muerte de su padre y con el trabajo suyo y de sus hermanos, Rubén, Sofía e Ignacio, en la cosecha de uvas, no solo para seguir estudiando, sino también para ayudar a su madre, que conseguía algo de dinero limpiando casas, pero no lo suficiente como para solventar su carrera. “Éramos menores y fue la única salida que encontramos para ganar dinero. La tarea era muy sacrificada pero aprendí mucho, le tomé la mano y pude terminar la secundaria. Me sentía motivado para seguir estudiando”, remarcó.
Empujado por esa ilusión y confianza en sí mismo, Sánchez se acercó a una empresa constructora, donde contó su impactante historia. Enseguida fue seleccionado como pasante. “Me apuntalaron y me dieron todas las posibilidades para que jamás abandonara mi carrera”, agradeció, pese a que tiempo después fue cesanteado, en el marco de una reducción de personal.
Pero las trabas que se impregnaban en su vida, el mendocino conseguía limpiarlas. Y ésa no fue la excepción. Con perseverancia, logró ser incorporado por otra firma, perteneciente a un gigante de los alimentos. Allí pudo comenzar a implementar algunos de los conocimientos que adquirió en la facultad y, una vez recibido, obtuvo un reconocimiento. “Me recibí y me ascendieron inmediatamente”, contó.
Cambio de vida
Sánchez vive actualmente en la capital provincial. Durante sus estudios, descubrió una ciudad enorme a la que había visitado tan solo una vez y en la que se perdió “un millón de veces”. Un lugar que, además, le permitió encontrar el amor en los brazos de Bianca, otra estudiante de Ingeniería. “Siempre soñé con un futuro mejor y no reniego de quienes me desalentaron. Mi experiencia dice que se puede y eso les quiero aconsejar a los estudiantes que en algún momento se sienten perdidos”, indicó. Y prosiguió con su emocionado relato: “Siempre anhelé llevar a mi familia a otro nivel y jamás perdí la esperanza. Nadie en nuestro entorno, familia ni amigos, había alcanzado a ser profesional”.
Tras llegar a su primer destino, la graduación, Sánchez compartió un posteo en la red social Linkedin que tuvo gran repercusión: “Luego de 5 años y 4 meses mi vida cambió para siempre. Todos los prejuicios quedaron atrás, que era una carrera infinita, que perdería tiempo y que se necesitaban recursos. Al calor del sol y con la ropa sucia en una finca me imaginé un día levantando el cartel de ingeniero electromecánico”, sentenció orgulloso, en una publicación que obtuvo miles de “likes”.
Su madre, Graciela Sosa, sabedora de sus tristezas y sus sueños más profundos, conservó un objeto especial para entregarle el día de la graduación: la ganchera y la tijera que utilizaba en la cosecha de uvas. “Para que nunca te olvides los lugares donde estuviste”, le dijo. Joel no podía hacer otra cosa que llorar.