Desde 2021, el grupo promueve la inclusión de las mujeres que llegan a nuestro país desde distintas naciones. Hacen tote gas, mantas y bolsas con tela de gabardina y materiales reutilizables.
La migración es un proceso que implica desafíos a la identidad y a la estabilidad emocional. Cada espacio que les conceda a las personas migrantes la oportunidad para adaptarse a los ámbitos sociales y laborales en un nuevo país se vuelve indispensable y el Servicio Jesuita al Migrante es una de tantas organizaciones con este objetivo. Gracias a esto, existe un grupo de trabajo para mujeres migrantes llamado Soy refugio (@soyrefugio en Instagram) que promueve la diversidad cultural y el empoderamiento.
La marca fue creada en 2021 gracias a las inquietudes de cuatro mujeres haitianas que tenían la necesidad de generar ingresos. El Servicio Jesuita al Migrante (SJM) la respaldó y ofreció un espacio en sus instalaciones, en la calle Hipólito Yrigoyen.
La propuesta no solo tendría la ventaja de una salida laboral, sino que se convertiría en un medio de inclusión y de lucha por los derechos de las mujeres migrantes. Además, las fundadoras tenían el objetivo de “reivindicar situaciones de discriminación en Argentina”. “Por eso, el primer diseño fue el de una mujer negra”, explicó Laura Herrera, coordinadora del SJM.
“Todos podemos ser hogar”
“Teníamos una máquina de coser y ellas mismas buscaron a un profesor, también haitiano”, recordó Herrera. Aprendieron a hacer tote bags y a decorarlas con la técnica de serigrafía. Luego, también se integró una profesora venezolana para colaborar con la capacitación.
Conforme avanzó el tiempo, se sumaron migrantes venezolanas y colombianas. Alrededor de 20 mujeres en un rango etario de 20 a 70 años fueron parte de este grupo.
Como explicó Herrera, la finalidad de este grupo es permitirles a las migrantes que se desenvuelvan en un entorno seguro “para que puedan empoderarse y llevar un mensaje con narrativas positivas sobre la migración”. Algunas de las mujeres que forman parte del grupo, contó, nunca habían utilizado una máquina de coser ni conocían ninguna de las técnicas utilizadas en la producción, pero estaban decididas a comenzar de cero alentadas por la oportunidad de tener un soporte económico. Sin embargo, este nuevo trabajo les dio mucho más: un entorno donde sienten que verdaderamente pertenecen.
Ese es el significado de Soy refugio. “El nombre es una propuesta para decir que todos podemos llegar a ser hogar. La migración nos enseña que el hogar lo llevamos por dentro. Soy refugio es una invitación a otros a ser sostén, a ser hogar”, remarcó Herrera.
Además de las tote bags, confeccionan bolsas y mantas, todo con tela de gabardina y otros materiales reutilizables, orientadas a evolucionar hacia una producción sostenible. Las mujeres se encargan tanto de la parte textil como del proceso de revelado para que las imágenes queden impresas en la tela.
Las 15 bolsas que Soy refugio vendió a principios de 2021 se multiplicaron a más de 5.000 unidades al final de ese año. “Demostramos que somos un espacio serio, transparente, que cumple con los pedidos. Ofrecemos un producto con una historia y con calidad”, subrayó Herrera.
Así, además de la venta al público, consiguieron vincularse con el sector privado. Han hecho pedidos para la embajada francesa, Mercado Libre, ACNUR, Toyota y para ADN Sustentable, una marca de productos hechos con materiales reciclados.
Las fundadoras no pudieron ver el alcance de la onda que generó su impacto en la comunidad migrante porque, en el mismo año en que ayudaron a crear la marca, decidieron comenzar un nuevo proceso migratorio hacia Estados Unidos. “Ojalá que algún día les podamos contar”, desea Herrera.
Una segunda oportunidad
Carla Villarroel es de Venezuela y vivió tres años con su hija y su esposo en Perú, hasta que ella y su familia tuvieron que emigrar nuevamente a la Argentina. Llegaron en octubre de 2021 y, un mes después, una vecina le contó sobre la oportunidad laboral para mujeres migrantes.
Villarroel tenía poca experiencia en la costura, había usado algunas veces la máquina de coser de su abuela, pero no sabía hacer tote bags. “Antes de Soy refugio había mucha incertidumbre de qué hacer para salir adelante”, aseguró, y dijo que estaba dispuesta a dar lo mejor para aprender el oficio. Su temor se disipó gracias a la contención de sus compañeras, que le explicaron con paciencia y cariño la técnica para que los accesorios tuviesen el acabado deseado.Play VideoCarla Villarroel y su mensaje por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en 2022. (Video: Instagram @soyrefugio)
Ese recibimiento fue la clave para adaptarse no solo al nuevo trabajo, sino a la sociedad. “Fueron bastante agradables, porque uno prácticamente viene llegando y son muchas las expectativas y la ansiedad que tienes”, detalló. Ahora, Carla cose y aplica la técnica de estampado con destreza.
Haber conocido a ese grupo de mujeres la llena de gratitud: “Encontrar un sitio donde te den inducción de manera gratuita, te pongan en contexto de palabras que tú no dominas, eso te lo da Soy refugio, esa interacción. Te van preparando para que puedas insertarte a la sociedad de una manera menos drástica o menos dramática, porque todo es nuevo. Encontrar un sitio donde apuesten por ti, donde te den la confianza de que crean en ti es gratificante y te hace crecer como persona, te hace ganar seguridad, te hace poder sentir esa felicidad de que lo estás logrando, de que puedes salir adelante, de que va a haber un mañana más bonito”.Play VideoDaniela Henry y su mensaje por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en 2022. (Video: Instagram @soyrefugio)
Por su parte, Daniela Henry sí trabajaba con la costura en Venezuela, hacía crochet y macramé. Aún así, en Argentina tuvo que aprender a hacer los bolsos, pero aprendió al instante. “El proceso de aprendizaje para mí fue muy productivo. Fue cuestión de una semana y ya estaba cosiendo las tote bags, así que fue bastante rápido”, apuntó.
Henry también vivió en Perú durante tres años y volvió a migrar a la Argentina, con su pareja y sus dos hijos, en marzo de 2021. Volver a comenzar, sobre todo después de haber vivido tanto tiempo en otro país, fue un reto que esta oportunidad laboral le permitió superar.
“Aquí encontré una familia, encontré compañerismo, conocí nuevas personas. Siempre fui una persona solitaria, así que para mí esto es como mi segundo hogar”, confirmó.
Además, le gusta porque se siente útil. Está feliz con con este cambio de vida: “Soy refugio tiene diversidad de culturas, mujeres guerreras, mujeres emprendedoras, y hemos aprendido uno de la otra. Así que para mí, sí hay una diferencia. Ya no estoy encerrada en casa pensando, preocupándome qué voy a hacer ahora. Soy refugio me ha abierto puertas, tanto a nivel laboral como emocional y personal”.
FUENTE TN