El 22 de noviembre es el Día Nacional del Ceibo, la flor nacional de la República Argentina. Por la vistosidad de sus flores es que se encuentra cultivada en paseos, parques y plazas.
Originaria de la zona del litoral, crece en las riberas del Paraná y del Río de la Plata, aunque se la puede encontrar también en zonas cercanas a ríos, lagos y pantanos. La flor de ceibo también es denominada seibo, seíbo o bucaré.
Su característica particular es su color rojo intenso que la vuelve muy llamativa. Su altura oscila entre los 6 a 10 metros. Y sus grandes flores suelen utilizarse para teñir telas. Su nombre genérico es Erythrina, de origen griego (de la voz erythros que significa rojo). Su denominación específica es crista-galli, que en latín alude a la cresta del gallo, también por la semejanza de ésta con el color de las flores.
Fue declarada flor nacional argentina por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº13.847/42, del 22 de diciembre de 1942.
La leyenda del ceibo
Según la tradición oral, la flor del ceibo nació cuando una niña llamada Anahí fue condenada a morir, tras participar en un cruento combate entre su tribu guaraní y el ejército invasor. Hasta allí, ella cantaba feliz en la selva, con una voz dulcísima, tanto, que se decía que los pájaros callaban para escucharla. Pero un día resonó el ruido de las armas. Se dice que Anahí luchó tanto como pudo pero que finalmente fue apresada y condenada a la hoguera.
Los soldados la ataron a un tronco, amontonaron a sus pies pajas y ramas secas, y al rato una roja llamarada la rodeó de fuego. Ante el asombro de los que contemplaban la escena, Anahí comenzó a cantar. Era como una invocación a su tierra. Al día siguiente, los soldados se sorprendieron al ver que el cuerpo de Anahí se había transformado en un manojo de flores rojas.
FUENTE BILLIKEN