Es imprescindible que miremos nuestra agenda de hoy de manera diferente y la misma importancia que le damos a las reuniones pactadas, a los vencimientos de impuestos, a las citas con amigos le demos el lugar de privilegio e importancia que este día necesita, que el mundo requiere.
Me corrijo, que el pueblo ucranio demanda con premura, sin dilaciones. Millones de desplazados, miles de civiles asesinados, entre ellos más de una centena de niños, miles de heridos y mutilados de por vida. Mujeres que han quedado solas, madres y padres sin sus hijos, sueños compartidos frustrados para siempre por la guerra. Ciudades arrasadas.
El almanaque político internacional, el que emana de las Naciones Unidas, nos indica que hoy es el Día Internacional de la Conciencia. Una fecha nacida para divulgar la “cultura de la paz”.
Según el organismo internacional, la cultura de paz está basada en el sentido más amplio y positivo de la paz, es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones y costumbres, comportamientos y modos de vida enfocados al respeto por la vida, los seres humanos y sus derechos; el rechazo de la violencia en todas sus formas; el reconocimiento de la igualdad de derechos del hombre y la mujer; el reconocimiento de los derechos de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; la adhesión a los principios de democracia, libertad, justicia, desarrollo para todos, tolerancia, solidaridad, pluralismo y aceptación de diferencias y entendimiento entre las naciones, entre los grupos étnicos, religiosos, culturales y de otro tipo y entre los individuos.
La agresión llevada a cabo por Rusia con su invasión, su violencia destructiva sin miramientos y los crímenes de guerra que comete a diario desde hace más de un mes desafía este Día de la Conciencia. Ucrania nos interpela con su resistencia y sufrimiento en soledad. Nos sacude con su llamado al mundo pleno de verdades, orgullo y heroicidad.
No podemos no pensar un instante en que necesitamos tomar conciencia sincera y tener una actitud responsable y comprometida con ella y la paz. No debemos darnos por vencidos ni resignarnos.
Debemos ser cada día más los que apostamos a la paz. Elevemos la voz, que llegue donde debe llegar: a los líderes del mundo que deben tomar las decisiones.
Escribió Julio Cortázar: “Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”.
Honremos la vida entonces con nuestras acciones.
Por Claudio Avruj
Director de Optimism