Su mamá, inició una cruzada para pagar los estudios que determinarán si los familiares directos pueden ser los donantes. Cuesta $ 100 mil y no los cubre la prepaga.
Lucrecia Roveres encabeza una colecta solidaria para solventar los gastos médicos de cara al trasplante de médula que necesita su hija Francesca, de 6 años de edad. Todos los familiares directos de la pequeña deben someterse a estudios de compatibilidad para determinar si pueden ser los donantes y por ahora esos análisis están fuera de la cobertura de Sancor, su prepaga. Lo mismo pasa con los viajes, la estadía en la ciudad de Córdoba -allí tendrá que permanecer varias semanas internada- y con otros insumos de alto costo.
Mientras tanto, la niña sigue un tratamiento en el que el soporte básico son las transfusiones de sangre, cada 20 o 25 días, de las que depende para que su cuerpo siga funcionando correctamente.
Parte del dinero que recauden ayudará a cubrir esos otros gastos médicos, como los análisis de laboratorio, controles periódicos y numerosos insumos. A modo de ejemplo, Lucrecia explica que, la última vez que tuvo que transfundir a su hija, le tocó gastar más de 12 mil pesos.
Cómo es la enfermedad
El 21 de agosto de 2021 Francesca Paglione fue diagnosticada con aplasia medular severa, una enfermedad que interrumpe la producción de sangre en la médula espinal y tiene como consecuencia directa la desaparición de glóbulos rojos, blancos y plaquetas, elementales para el funcionamiento del organismo.
“Un día, ella amaneció con moretones en el cuerpo, uno muy grande en el abdomen, y ella no se acordaba de haberse golpeado y, como eso me llamó la atención, la llevé a una clínica y allí le hicieron estudios de laboratorio que detectaron que todos los valores de su sangre estaban bajos. Plaquetas y glóbulos estaban descontrolados; no tenía defensas y entonces sospecharon de un problema de la médula. La dejaron internada todo un fin de semana y después, con una punción, determinaron que tenía aplasia de médula severa”, recuerda Lucrecia, su mamá, familiarizada ya con la terminología médica.
Cambio de hábitos
Después del diagnóstico, Francesca tuvo que modificar drásticamente sus rutinas para reducir al mínimo la exposición a golpes, raspaduras e infecciones. Eso implicó suspender desde entonces la asistencia a clases, por ejemplo, mientras espera una docente a domicilio.
En paralelo, los estudios de laboratorio y las consultas médicas se volvieron cada vez más rutinarias para Francesca y su mamá.
“Su médula prácticamente no produce las células de la sangre -continúa Lucrecia-. Su soporte son las transfusiones. Es una enfermedad adquirida, porque los estudios descartaron cualquier causa externa”, agregó.
“A Francesca la empezó a tratar un médico de Córdoba, un oncohematólogo, que lo primero que me prescribió fue un estudio de histocompatibilidad a todos los familiares directos de ella: mi exmarido, mi nene de 10 años y yo. Su hermanito es el que tiene más probabilidades de ser compatible, que comparte más características genéticas con ella. Después seguimos los padres”, detalló la madre de la pequeña.
Falta de cobertura
No hubo problemas para que la prepaga cubriera los estudios de laboratorio de rutina. Pero para los estudios de histocompatibilidad debieron presentar un amparo en la Justicia Federal. Solo así se los aprobaron.
Ahora, que necesitan otros estudios adicionales de histocompatibilidad para su exmarido y para Lucrecia, vuelven a encontrarse con que ni siquiera están nomenclados por su seguro de salud. El tiempo apremia y por eso decidieron juntar los 100 mil pesos por su cuenta.
“Intentamos por diversos medios que lo aprobaran pero se fue dilatando la cosa y no tuvimos respuesta, de manera que decidí encarar una colecta”, comentó Lucrecia.
“No hay tiempo que perder; si ninguno de nosotros es compatible, Francesca entra en una lista de espera del Incucai. Las probabilidades de compatibilidad familiar suelen ser bajas, pero a esos estudios los tenemos que hacer”, resaltó.
“Ella necesita las transfusiones para llevar una vida parecida a la de una nena normal de 6 años. No se puede golpear y si lo hace se le generan marcas, lo mismo que si tiene un raspón, porque no tiene plaquetas. Cada vez que la transfundimos, hay que usar filtros y cada uno cuesta 4.500 pesos que tenemos que pagar de forma particular. Francesca no se puede vacunar contra el Covid-19, se tiene que hisopar bastante seguido y las últimas veces también lo pagamos nosotros. Después, hay que que internarla tres semanas en Córdoba y yo tengo que estar con ella. Son muchos los gastos y estamos viendo que no nos va a alcanzar para todo, por eso largamos esta rifa”, expresó.
Cómo ayudar
Los interesados en colaborar con Francesca y su familia pueden hacer donaciones al CBU 0110432930043225684997 o al Alias BOLSON.ALGA.CELTA (cuenta de Lucrecia Roveres).
O comprando el bono contribución a 500 pesos.
Contacto: 3584121507 (Lucrecia).