POR FERNANDA DI BENEDETTO
Los bomberos voluntario realizan un trabajo exhaustivo día a día para mantener a salvo a la gente. Responden al llamado de las alarmas de incendio poniendo a disposición su vida para salvar la de los demás de manera totalmente desinteresada.
Un ejemplo entre tantos de devoción y vocación es el de Cristian Oscar Dorregaray. Tiene 3 hijos con su esposa, Cecilia, que también es bombera, y son oriundos de Campana donde cumplieron servicio hasta el año 2016, para luego pasar al cuartel de bomberos voluntarios de Solís.
Iniciando por seguir una tradición familiar, ya que sus primos y hermanos comparten su vocación, lleva 29 años de servicio a la comunidad, combinándolo con su trabajo como comerciante.
Según cuenta, un día en el trabajo “es estar apresto, o sea de guardia por cualquier servicio de emergencia que pueda surgir, y mientras tanto, se ordena el cuartel, se realizan varios trabajos internos en el parque automotor, y en las distintas secciones internas”.
Cuenta que lo que más disfruta es “poder ayudar a la comunidad, estar siempre donde la emergencia nos requiera, uno lleva este sentimiento muy adentro de uno”, al tiempo que reconoce que lo que menos le gusta es cuando no puede prestar servicio, o porque está con otra cosa, o porque cuando llegó al cuartel el móvil ya salió.
Al venir de una familia de bomberos y estar casado con una bombera, recibe 100% del apoyo de todos, sin desestimar los temores típicos de un trabajo de esta magnitud: “siempre uno teme por su vida en forma constante, siempre en base a que tipo de servicios nos toca endrentar en ese momento”.
Como en todo trabajo de emergencia, donde se presta el cuerpo y se pone toda la energía a disposición del pedido, hay situaciones en las que las emociones afloran y brota el costado más humano de las fuerzas de seguridad. “Como anécdota, me toco trabajar hace algunos años atrás en un servicio sobre Panamericana donde habían asesinado a dos menores de edad y luego a sus padres. Ese día fue la primera vez que vi llorar a la policía”, cuenta como el testimonio más duro pero, a su vez, el que le reveló que la empatía y la sensibilidad no siempre pueden dejarse a un lado.
Resalta el vínculo inquebrantable que se forma en el cuartel entre compañeros y compañeras, comentando que “una vez que uno ingresa a bomberos, es tan fuerte la relación que entras y no podes salir, siempre me gusto ser bombero, no dudo nunca de seguir siéndolo”, concluye.
Tengo el honor de conocer a Cristian, realiza un gran trabajo, es un gran ejemplo de entrega, profesionalismo y humanidad!