Bienvenida sea la dulzura

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Los argentinos tenemos la sana costumbre de tener una semana de la dulzura. Es la que se despliega del 1 al 7 de julio de cada año. Estamos en ella ahora.

Muchos dicen que es una mera construcción comercial a la que no se le debe prestar mayor atención y otros, una gran mayoría, sacamos provecho de ello y la disfrutamos al máximo. Tomamos lo mejor de las oportunidades que da la vida.

Es que todos tenemos bien guardado en lugares privilegiados de la memoria el sentimiento de placer, la sensación de alegría, felicidad y ternura que nos produce el dar a un ser querido o recibir de él una atención, una caricia, un beso y una golosina. Más aún el estado agradable de sorpresa que experimentamos cuando el regalo no es esperado y llega de alguien que no estaba en nuestro radar pero que pensó en nosotros. La golosina tiene un valor simbólico que concentra todas emociones positivas.

Una semana de la dulzura en el contexto que vivimos toma mayor valor aún porque naturalmente nuestra forma de vincularnos en la vida diaria, esa que transcurre en nuestros espacios privados y que se nutre de las relaciones personales que vamos estableciendo a partir de los sentimientos más nobles y puros, es de la celebración del diálogo, de la búsqueda del encuentro y del acuerdo, de la construcción compartida, de la convivencia armoniosa.

Así somos, esa es nuestra  naturaleza humana, así elegimos vivir en sociedad.

Este año no habrá beso en gratitud, abra codazo a cambio, e incluso puede haber vía zoom o video llamada un encuentro con golosina donde cada uno lo entrega y lo recibe en una ceremonia única y original.

Viene oportuna esta reflexión de John Kazebic: “Imagina que todo el mundo fuese algo más tierno, algo más amable, algo más cariñoso. Con ese pequeño esfuerzo cambiaríamos el mundo de un día para otro”.

Necesitamos como sociedad llenarnos de dulzura, que llegue a los que están mal, que sea contención a los deudos de tantos fallecidos que se llevó la pandemia, que sea empatía y reconocimiento, que sea alegría por un ratito. Dulzura que sea afecto e inspiración.

Son cosas chiquitas pero que tienen un significado gigante.

Bienvenida más que nunca semana de la dulzura.


Por Claudio Avruj
Director de Optimism

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