Así funciona la única escuela de perros lazarillo en la Argentina

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La primera y única escuela en el país ofrece un servicio permanente que mejora la calidad de vida de las personas con discapacidad visual.

Los perros guía o lazarillos son, además de fieles compañeros, lo que algunas personas con discapacidad visual consideran la mejor opción para moverse sin problemas en la entropía a la que se enfrentan fuera de su hogar.

Este tipo de entrenamiento se remonta al siglo XVIII, aunque existen grabados, xilografías y pinturas para demostrar que es una práctica mucho más antigua. Sin embargo, en Argentina, solo existe una escuela que desde el 2010 se dedica a la cría y capacitación de perros lazarillo, dirigida por Carlos Botindari. Carlos Botindari es parte del Club Leones Quilmes Oeste, una asociación de servicio comunitario que tiene un millón y medio de integrantes en 280 países.

Esta organización se enfoca en actividades para combatir el hambre mundial, la diabetes, el cáncer infantil y para la prevención de la ceguera o asistencia a personas ciegas para mejorar su calidad de vida. Cuando Botindari descubrió que este último punto estaba muy poco desarrollado en el país, comenzó a investigar y estudiar acerca del tema.

Junto con su esposa, Mercedes Soto, contactó a la Asociación de Ayuda al Ciego (ASAC) para capacitarse y ella, que también es miembro del club, fundó los talleres para ciegos y disminuidos visuales en 2007.

La escuela también ofrece talleres para personas ciegas por iniciativa de Mercedes Soto. (Foto: Instagram @perrosguiaarg)

Además, Botindari se enteró de que los países subdesarrollados habían dejado de recibir perros lazarillo en 2009. Así, nació la Escuela de Perros Guía Argentinos (EPGA) en 2010, la primera y única en Argentina, certificada por la Federación Internacional de Perros Guía. Sin tener nada de experiencia -Botindari es ingeniero- en este ámbito, decidió asumir el reto.

Los tres primeros años consistieron en organizar la logística y formarse para entrenar a los lazarillos. En vista de que no existía ningún entrenador especializado en el país, debieron contratar a una adiestradora búlgara para que los capacitara por un año. Gracias al apoyo de 13 voluntarios del club, Botindari y Soto hicieron la primera entrega de perros guía en 2013.

Destinados a guiar

Como explicó Botindari, se puede adiestrar cualquier raza; hay tendencias internacionales y hay razas que son mejores. Sin embargo, la mayoría de escuelas del mundo trabaja con golden retrievers y labradores, ya que son más amigables, activos y se adaptan fácilmente.

Todos los perros de EPGA provienen de la misma escuela, es una línea de sangre certificada por los Estados Unidos. Actualmente, hay 36 lazarillos asignados por esta organización en el país, y otros seis son traídos de institutos del exterior.

EPGA, además, provee este servicio en Chile, Ecuador y España. Los perros que no califican para ser lazarillos por su temperamento muy bajo o de carácter muy sedentario son destinados al acompañamiento de niños con cáncer, con autismo o personas con diabetes.

Los animales reciben entrenamiento durante los dos primeros años vida. Entre tres o cuatro personas, más el veterinario se encargan de este avance.

La persona que solicita los servicios de EPGA debe capacitarse por 30 días, responder una encuesta de personalidad y detallar su rutina diaria para que los especialistas le asignen un perro que se adapte a su estilo de vida.

Las obras sociales no cubren los costos de perros lazarillos. En los casos de personas que desean tener un perro guía pero no pueden costearlo, los Leones organizan campañas para captar la ayuda de patrocinadores.

Los perros jubilados se quedan con los usuarios como mascota. En caso de que esto no sea posible, los reciben en la escuela y les garantizan una vida llena de cuidados.

La EPGA cría golden retrievers y labradores. Desde que nacen hasta los dos años, son entrenados para guiar. (Foto: Instagram @perrosguiaarg)

El servicio que ofrece EPGA es permanente. Solo se hace un pago inicial; el resto de los perros guía no tiene costo. Además, los especialistas de la escuela hacen dos visitas de control cada seis meses.

La primera perra lazarillo en jubilarse se llama Canela y cumplió con sus servicios hasta el 2 de octubre de este año. Los próximos tres se retirarán en mayo, septiembre y octubre.

La EPGA cumplió 12 años de trayectoria y para Botindari, han sido los mejores de su vida. “Estoy lleno de felicidad por saber que les cambiamos la vida a muchas personas que estaban excluidas de la sociedad. Todas las noches me voy a dormir en paz con el sabor de la tarea cumplida”, aseguró.

Una conexión instantánea

María Sol Campos tiene 45 años y es de Las Flores, provincia de Buenos Aires. Fue la sobreviviente de un embarazo de gemelos sietemesino y sufrió retinopatía del prematuro en los tres meses que permaneció en la incubadora.

Nunca tuvo visión en el ojo izquierdo y tiene mucha miopía en el ojo derecho. En 2001, sufrió el desprendimiento de la retina, a lo que siguieron muchas operaciones sin resultados óptimos. Al descubrir que comenzaba a perder la vista, decidió que un perro lazarillo le permitiría tener mayor movilidad.

Mientras que Sol investigaba cómo tener uno, se enteró de la campaña de firmas para la ley de perros guía encabezada por Botindari en 2012. La ley 26.858 fue aprobada ese mismo año y se promulgó en 2013. Esta otorga el derecho de acceso de personas con discapacidad visual y sus perros guía a cualquier establecimiento y medio de transporte público.

Sol hizo la solicitud en la EPGA y conoció a su primera lazarillo en octubre de 2013. Canela es un cruce de golden retriever con labrador. Sol describió su primera experiencia juntas como una “conexión instantánea”. “En un ejercicio, ella se sentó a mis pies cuando la llamé y se quedó mirándome; a partir de ese momento, fuimos inseparables. Compartimos viajes, lo cotidiano, va conmigo al gimnasio, a natación”, detalló. También fueron a México con los directores de EPGA para una charla sobre la creación de la ley.

Sol sonríe, sentada con Tokio echada a su derecha y Canela, la primera lazarillo de EPGA en jubilarse, echada a su izquierda. (Foto: Cortesía de Sol Campos.)

Canela trabajó 9 años, hasta agosto de 2022. Ahora, vive con Sol como su compañera. Tokio, una labrador chocolate -todos los de su camada tienen nombres de la Casa de papel- fue su reemplazo. “Con Tokio, también fue muy especial cuando nos presentaron en la escuela. Me saltó y empezó a darme besos en la cara”, relató Sol.

Tokio es “un poco más tranquila que Canela”. Aunque son diferentes, Sol pudo adaptarse con mucha facilidad a su nueva guía. Cuando salen de paseo, cada una va a un lado cumpliendo su rol.

El “Método Canela”

Sol estudió Turismo y tuvo un negocio de artesanías por 15 años. Ahora se dedica al deporte y hace cuadros con relieve y esculturas con porcelana.

Desde 2019, por invitación de su prima, comenzó a practicar patinaje artístico en la academia de Ailén Barrios, la Escuela de Patín AB en Las Flores. Siguió entrenando de manera virtual durante la pandemia y aprovechaba las oportunidades para practicar al aire libre cuando se relajaron las restricciones.

Cuando pudo volver a la academia, Sol desarrolló el “Método Canela” con la ayuda de su entrenadora para orientarse en la pista sin la ayuda de un asistente.

El método, explicó, consiste en “ubicar balizas sonoras que emiten sonidos graves y agudos con variaciones en la frecuencia de pulsos por minuto”. Este ritmo permite que la persona trace una línea de sonido para delimitar el espacio y poder moverse con autonomía.

Sol le dio este nombre a su creación en honor a su primera compañera guía. “Es un paralelismo: Canela me guiaba en la ciudad y los sonidos me guían en la pista”, apuntó. El objetivo es darlo a conocer en todo el país para que más personas puedan patinar competir con quienes no tengan discapacidad visual, ya que el método les permite enfocarse en lo técnico.

La primera vez que Sol presentó el Método Canela fue en la Copa Nacional González Molina en Rosario, en octubre de este año. No solo recibió el reconocimiento de todos, sino que ganó el primer lugar.

La repercusión de su invento, además, la llevó a protagonizar una publicidad estadounidense de un desodorante cuyo envase está diseñado para todo tipo de personas con discapacidad.

Sol Campos no se detiene ante nada. “Es el empuje que uno mismo tiene, la capacidad de superarse y aceptar la discapacidad visual. La familia y los amigos ayudan a que uno salga adelante, y los profesionales que uno va encontrando. Ese equipo de profesionales es el motor que uno encuentra para la nueva etapa en la vida y buscar nuevos desafíos”, remarcó.

FUENTE: TN

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