POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Proteger los derechos humanos y el estado de derecho para prevenir y combatir el terrorismo en todas sus formas, desde el terrorismo organizado hasta los “lobos solitarios”, es uno de los objetivos que se plantea la ONU en el mundo de hoy.
“La deshumanización de las víctimas favorece la propagación del terrorismo”, reconoce el organismo, por lo que la estrategia global de la ONU se enfoca en fortalecer la capacidad de la organización para prevenir conflictos, negociar y mantener la paz, con el objetivo de respetar la dignidad humana y defender el estado de derecho.
En una charla íntima, Ana Evans, cuyo marido, Hernán Mendoza, fue uno de los cinco rosarinos asesinados en un ataque terrorista en Manhattan, nos contó su historia, el procedimiento judicial contra Sayfullo Saipov, condenado a 10 cadenas perpetuas, y el trabajo incansable por la memoria y una sociedad pacífica.
– ¿Cómo estás hoy a casi 6 años de esa jornada trágica?
Tras el doloroso asesinato de mi esposo en un atentado, he enfrentado la vida con una perspectiva de aceptación y crecimiento. A lo largo de seis años, fomenté un diálogo abierto con mis hijos, ayudándolos a entender y asimilar la tragedia. Martín, mi hijo mayor de 17 años, tuvo la oportunidad de hablar en la Corte durante la fase testimonial del juicio. Con el apoyo de un profesor y su valentía, expresó sus sentimientos y compartió cómo la pérdida de su padre transformó su infancia. A pesar de los desafíos y la falta de indemnización, he optado por educar a sus hijos en el amor y la solidaridad, y busco enfrentar la oscuridad con luz.
– ¿Qué te pasó internamente durante el juicio?
A través de mi diario comparto las emociones intensas que viví durante el proceso judicial tras el atentado terrorista. Destacó la importancia de la justicia para las víctimas y abogo por un mayor apoyo y legislación en favor de quienes han sufrido estos actos. Siento soledad al no ser ciudadana norteamericana y la falta de apoyo amplifica el sufrimiento. Es necesario que las víctimas tengan acceso a la justicia y acompañamiento en su proceso de sanación.
– ¿Cómo fue el día de la condena?
Esto fue lo que escribí en marzo cuando se supo la pena que le darían al terrorista:
Dia de la Condena:
El jurado no logró la unanimidad requerida para poder aplicar la mayor pena que el sistema judicial habilitaba, por eso la Condena para el autor de la matanza sin remordimientos de personas inocentes será Cadena Perpetua. Nada ni nadie puede volver el tiempo atrás, nada traerá a Hernán de regreso a casa como debería haber sido. La única persona que podría haberlo evitado decidiendo no hacerlo está orgulloso por la masacre que cometió.
De pronto un sistema judicial y un terrorista asesino que sobrevivió, posibilitó que un juicio se lleve a cabo, utilizando las herramientas de la ley para dar la batalla que me obligaron a pelear sin siquiera haberlo imaginado menos aun haberme preparado.
Fue un agónico y minucioso proceso que demandó más de 5 años y muchas, muchísimas noches sin dormir o pesadillas de las cuales solo quería despertar creyendo que todo era un mal sueño. Durante el juicio sentí cosas verdaderamente extraordinarias, jamás vividas. Hoy tengo una angustia particular, una tristeza diferente. Escuché de todo, palabras de odio, rencor, violencia, no arrepentimiento y orgullo asesino. Tuve que soportar mucha impotencia. La finitud de la vida que nos desafía todo el tiempo para comprender. La paciencia que debo seguir desarrollando. Las emociones contenidas que debí obligar a quedarse ahí, no eran momentos para desbordarlas, como lo dijo el juez en reiteradas oportunidades, “si siente que no podrá, debe salir de la sala”.
Años de llorar en silencio, de recluirme, de meterme en mi cueva mental. Resistí, superé mis propias barreras, crucé mis limites, batí mis propios récords de agotamiento corporal. Hormonas desordenadas, erupciones en la piel, alergias, ahogos, ataques de pánico, insomnio, soledad y miedo.
La tremenda conjunción de tiempo y espacio que cambió nuestras vidas para siempre y nos sumergió en una nueva realidad desconocida y ajena pero tan real y cierta que modificó nuestros planes completamente. A veces siento peligro por el futuro.
En la corte escuché barbaridades, un proceso que mayormente sentí muy injusto que expone a las víctimas a más y más dolor, a más y más temor, a más y más incomprensión. La familia del terrorista presente, sentados a tan sólo 2 metros de distancia de nosotros, de las familias que él destruyó. Tan instruidos estaban que casi no respiraban y a punto de hacer uso de un inmenso beneficio, dar testimonio en la corte para defender lo indefendible e intentar salvar su vida. Qué paradójico, ellos intentado salvarlo y él matando, arrancándole a los demás el derecho a vivir. El horror de sus crímenes reflejados en las imágenes que la fiscalía presentó. Los cuerpos sin vida tirados en la oscuridad y en la soledad de la noche reflejaban una misma y espantosa particularidad, una terrorífica forma que los hacia hablar por sí solo del horror de lo vivido en sus últimos instantes de vida. Posiciones irreproducibles, doblados, deformados y destrozados como si hubiesen sido invertebrados, todos sus huesos quebrados. Es difícil, casi imposible describir las náuseas que me provocó ver a Saipov feliz de tener a su familia ahí; desbordaba sonrisa, hasta sus dientes ví, sus ojos brillaban de emoción, su alma quería saltar a abrazarlos, les levantaba el pulgar dando el ok de todo, estaba tan contento que giraba a verlos todo el tiempo mientras nosotros soportábamos heroicamente semejante barbaridad. Sólo puedo pensar en Hernán y en nuestros hijos, que nunca más pudieron cruzar miradas, ni gestos, ni sonrisas, ni señales de apoyo con su papá. Tan bien instruido está el asesino que en cuanto entraba el jurado bajaba la cabeza, no levantaba más la vista, se acomodaba el pelo, se ponía los auriculares, los lentes y el barbijo para portarse bien, para mostrarse bueno cuando en su interior es el mismísimo demonio que disfruta del éxito de su misión.
Es igualmente increíble y aterrador el desastre que una sola persona puede ocasionar. Vidas destruidas, proyectos inconclusos, sueños truncos, deseos anulados, amores separados, vidas arrancadas, derechos arrebatados, besos y abrazos atrapados que causan dolor al alma, como una lanza que atraviesa el pecho y abre un hueco, hiriendo gravemente el corazón. El proceso judicial terminó. La defensa logró su cometido, su familia celebra. A veces me preguntó que será del futuro de los 3 hijos de este asesino, hoy niños que son además ciudadanos norteamericanos, de descendencia uzbeka y con un padre terrorista. ¡¿qué pesará en la conformidad de la personalidad? ¿La genética?, el entorno? ¿La crianza? ¿Todo? ¿Serán también orgullosos soldados del califato? ¿Futuros asesinos? Tal vez. Por ahora son solo más preguntas sin respuestas. Hemos llegado al fin de esta etapa, como una carrera de 1 millón de vueltas y acabamos de girar la 999.999. Llegué con el combustible justo, las cubiertas totalmente gastadas y un inmenso equipo en boxes que ha hecho el aguante más allá de todo; incondicional. Terminó la carrera, la que había que correr.
Muchas veces me he sentido como un barco. De a momentos un velero a la deriva, sin velas ni motor ni timón atravesando tempestades en bravos océanos y mares; otras veces me he sentido como un invencible acorazado abriendo camino en el frio y duro hielo, pero a pleno sol; a veces soy un submarino que sumergido en las profundidades se traslada en absoluto silencio; otras veces como me siento un bote que flota en una tranquila laguna rodeada de inmensa y verde vegetación sin más que mis pulmones respirando profundamente. Mis hijos son mi motor, mi alma el timón, la brújula es mi corazón y nuestra fortaleza son las inmensas velas que nos llevaran a navegar nuevas aguas, llenándonos de aventuras con una bitácora repleta de emoción, rodeados siempre de mucho amor. Con el espíritu fortalecido y templado; honrando la vida, siguiendo con las pausas necesarias para disfrutar.
Vivirás por siempre en nuestros corazones. Descansa en paz amado Hernán.
¿Algo más que quieras agregar?
Justo sería que esto nunca hubiera sucedido. Quizás tengamos paz, pero olvido jamás. En memoria de Ariel Erlij, Hernán Ferruchi, Alejandro Pagnucco, Diego Angelini, Hernán Mendoza, Ann Laure Decadt, Nicolas Cleeves, Darren Drake y para todos los que nos han cambiado la vida.