“Todo comenzó porque yo subí un video haciendo ejercicio y ese chico, que no era ni de Puerto Rico ni me seguía en mis redes sociales, fue el que comentó: ‘La lámpara de Pixar haciendo ejercicio’”, así cuenta Natalia Santiago el inicio de un conflicto que ella logró convertir en un mensaje alentador.
“Eso a mí me dio mucha risa y por eso es que se me ocurrió hacer ese videito. Después muchas personas le comentaban cosas feas al chico, prácticamente haciendo lo mismo que él trató de hacerme a mí. Y fui yo la que le escribí a él, teniendo una cuenta anónima, para preguntarle qué le había parecido el video. Me dijo que era un chico y que le causó mucha risa y luego me pidió perdón y yo de verdad lo perdoné”.
A Natalia se le dibuja una sonrisa con cada palabra que dice. Su temple irradia alegría y dulzura, características que muchas veces otros no han tenido para con ella. Natalia nació sin una pierna, pero eso no le impide desarrollarse como persona y es increíble que deba aclarar esto, pero algunos se centran en las carencias y no en las características que hacen de Nati un ser único, con una gran misión en su vida: “Que el mundo entero deje de vernos con pena, deje de vernos como que no podemos y que las personas nos vean de una manera más positiva“.
Natalia tiene 24 años y vive en San Juan, la capital de Puerto Rico. Recién se graduó de la carrera de Periodismo de la Universidad del Sagrado Corazón y ya trabaja en INprende, una empresa social de innovación que empodera a los individuos con destrezas para su desarrollo personal, profesional y empresarial.
Trabaja como Creadora de contenido para las redes sociales de la empresa y también es Host en Podcasts. Nati, como le dicen sus amigos, vive sola y ser independiente es un desafío que la enfrenta a encontrarse con su lado más vulnerable: ir de compras al supermercado resulta para ella un “dolor de cabeza”.
“El desafío más grande es cargar las compras. Cargar las bolsas con dos muletas, se me hace bien difícil a mí. He tenido que ingeniármelas y en ese proceso, me he caído, me he lastimado. Esa ha sido la parte más difícil de verdad de mi independencia”, cuenta.
“Yo siempre he sido de las personas que dicen ‘Yo lo puedo hacer sola, no necesito ayuda de nadie’, pero me he dado cuenta de que no tiene nada malo pedir ayuda. Valoro mucho esos momentos en que la vida me reta, que la vida me hace sentir que soy vulnerable porque me recuerda que hay cosas que puedo hacer y otras que no, y que hay cosas que tengo que modificar”, reflexiona siempre cerrando con una sonrisa.
Su infancia y adolescencia
Su infancia fue feliz. “Cuando era pequeña yo no me había percatado que tenía una sola pierna. Mis padres nunca me hicieron sentir menos, mi familia tampoco y de pequeña, mis amistades tampoco. Yo a esa edad, corría, trepaba árboles y nadie me hacía sentir menos pero no todo el mundo es así”.
Su vida cambió cuando llegó a la adolescencia. “Fueron momentos de mi vida que todavía me marcan, aunque fue hace más de diez años. Porque me hicieron sufrir mucho y me hicieron odiarme a mí misma, odiar mi situación”. Fue durante el período de los 13 a 16 años cuando Nati comenzó a recibir comentarios que intentaban herirla y sufrió bullying escolar. “Una vez me llamaron ballena de tres patas porque yo era una niña con sobrepeso, en esos momentos me anclé mucho en la comida para hacerme sentir mejor”, recuerda.
El bullying o acoso escolar
El bullying fue un término desarrollado por Dan Olweus en la década del ‘70 para hacer referencia a una forma de maltrato, normalmente intencionado que se da en el marco de la escuela entre un estudiante (o un grupo de estudiantes) hacia otro alumno, que es considerado el blanco habitual de los ataques. Este término es usado como sinónimo de “acoso escolar” que es su traducción más adecuada al castellano.
La Licenciada Lucrecia Morgan, Directora ejecutiva Equipo Anti Bullying Argentina (ABA) y Psicóloga clínica infanto juvenil en www.equipoaba.com.ar, recomienda que los padres hablen con sus hijos/as a temprana edad: “Es importante que haya un vínculo de confianza para que puedan hablar sobre estos temas”, cuenta.
Y da un consejo a los padres de niños, niñas y adolescentes: “Te recomendamos que empieces de manera más indirecta preguntándoles por ejemplo cómo estuvo su día en la escuela o hablando sobre qué hizo durante el recreo o sobre sus compañeros de su clase. Luego, también pueden hacerles preguntas tales como: ¿en la escuela te maltratan? ¿te dicen cosas que no te gustan? o ¿alguien te está lastimando?”.
“Es muy importante validar sus emociones, escucharlos sin juzgar, mantener la calma, no culpabilizarlo y si tu hijo te cuenta que está siendo víctima de bullying, no prometas que guardarás el secreto. De igual manera, es necesario acercarse a la escuela, informar la situación y poner en marcha un plan de acción. Si la escuela no responde, se deben evaluar otras alternativas, ya que no es recomendable que un chico siga en un contexto vincular tóxico. El cambio de colegio puede ser una alternativa a analizar”.
Empezar a sanar
“Hay algo que me gusta repetir mucho y es que una de las cosas que a mí me ayudó y me sigue ayudando es el recordar no tan sólo quién soy sino también quién deseo ser”, explica Natalia quien detalla que aplica Inteligencia emocional en su vida diaria.
“Siempre estuve rodeada de personas de bien que me ayudaron a encontrar el valor en mí misma, me hicieron sentir importante, me hicieron sentir amada. Me enseñaron a no tomarme en serio esos comentarios porque si esa persona que te hizo ese comentario negativo no es importante para mi vida, no le prestes atención. Ese ha sido mi proceso”.
Natalia hizo terapia varios años para empezar su proceso de sanación y amor propio. “Me hicieron odiarme”, cuenta y detalla: “Yo sentía hacia mí misma que era muy grande y era un tipo de odio en el que se me presentaban oportunidades y yo las denegaba porque sentía que yo no las merecía. Yo me miraba en el espejo y no veía a alguien bonito, a alguien que merecía disfrutar de todas las bondades y las cosas lindas que tiene este planeta tierra”.
Salir adelante
“Las redes sociales y la moda me han abierto oportunidades que yo ni siquiera sabía que quería ni que tendría. Las redes sociales me han permitido expresar quién soy y ha sido a través de la moda. Parte del proceso de aceptarme a mí misma ha sido encontrar esas piezas que me hacían sentir cómoda y bonita con mi pierna y mis muletas. Lo más lindo de todo fue conectar con mujeres como yo, que también les faltaba una pierna y me escribían preguntándome tips. Lo que me llevo de este aprendizaje es conectar con personas genuinas”, asiente Natalia.
“Cada vez que estoy frente a un espejo, sea en voz alta o en mi mente, trato de decirme las palabras más positivas que aparezcan en mi mente en ese momento. Te repites tanto algo en tu cabeza que va a llegar un punto en que te la vas a creer y no va a haber nadie que quite ese pensamiento”. Esa es una de sus técnicas que repite con frecuencia.
Y adelanta otra técnica infalible: Otra cosa que yo practico mucho y es término que aprendí hace poco es la inteligencia emocional. Es entender mis emociones y no permitir que estas me controlen. Cuando me llega un comentario negativo, me dan ganas de llorar y de comentar cualquier cosa, respiro y digo: “Ok, Natalia. Esta persona no te conoce”, por ende eso que te está describiendo no te define. Te define quien eres, tu familia y quien tú deseas ser”.
Si bien tiene 24 años, su sabiduría triplica su edad. Natalia la tuvo difícil pero ha sabido revertir ese dolor en autoconocimiento y amor propio. “Siempre trato de ser bien empática conmigo misma y decirme cosas lindas porque si no lo hago yo, quién lo va a hacer”.
FUENTE: CLARÍN