POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Cantante, baterista, compositor, ex director de Cultura de la Provincia de Buenos Aires, actual presidente del Instituto Sanmartiniano, y con una innumerable cantidad de puestos públicos vinculados al arte y la cultura, nos zambullimos en esta historia de vida llena de matices con Eduardo García Caffi.
¿Cómo definirías tu rol en el Instituto Nacional Sanmartiniano?
Desde un aspecto formal soy quien preside la institución y tiene la misión de ser el máximo responsable de su representación institucional. Presido la Academia Sanmartiniana y tengo a cargo articular las relaciones con las Asociaciones Culturales Sanmartinianas (instituciones privadas que se ubican a lo largo de todo el territorio nacional que se dedican a difundir la vida del Libertador) y con los Institutos Sanmartinianos existentes en el exterior. El instituto investiga, divulga, y lleva a cabo el homenaje permanente al Padre de la Patria, a su legado, y la apertura a la comunidad sobre las bases de valores de libertad, democracia y soberanía.
– Tu inicio data de un costado musical y artístico, ¿querés contarnos eso, y cómo se termina proyectando en lo actual?
Podría decir que la música es un camino que se inicia y no tiene fin, vive dentro de cada uno de los que tenemos pasión por la música. Y esto aplica tanto a sus manifestaciones simbólicas, como populares.
Me inicié a los 17 años como baterista de Leonardo Favio. Luego fui integrante del conjunto “Industria Nacional”. Compuse canciones y tuve excelentes maestros. Conciliar mi formación musical con la función pública fue un desafío apasionante: estuve a cargo del Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”, de la Orquesta Sinfónica Nacional. Cada cargo que desempeñé lo hice teniendo en cuenta esa vocación por la música.
Hoy en día estando al frente del Instituto Nacional Sanmartiniano desde hace diez años, podría afirmar que cada vez que pienso en un discurso que voy a pronunciar, lo hago como si se tratase de una composición musical, una suerte de sinfonía con tonos variables. Por un lado “allegros”, con “adagios” y con “moltos vivaces”. La idea es que los hechos solemnes no sean distantes, y concebir un discurso sobre el Padre de la Patria puede servir para transmitir emociones y acercar al público.
La música puede ser un idioma para hermanar, como nos enseñó Beethoven a través de su Novena Sinfonía “Coral”. Además, San Martín está presente en piezas musicales trascendentes como la marcha “San Lorenzo” y nada menos que en el Himno Nacional del Perú, que lo menciona en su segunda estrofa.
– ¿Qué es lo mejor y lo peor de trabajar en el ambiente público?
Lo mejor es la proyección que se le pueden dar a los emprendimientos culturales, la masividad, y el acercamiento a la gente; algo que se ve limitado en el ámbito privado regido por una lógica de lucro, costo y beneficio. Las limitaciones aparecen en los recursos disponibles, pero no calificaría a ese aspecto como “lo peor”, sino como un desafío. Con creatividad, buenos recursos humanos, trabajo en equipo y motivación, es asombroso de lo que somos capaces los argentinos.
– De las acciones que realizaste en lo público, ¿cuál es la que más disfrutaste o te gustó?
El haber sido secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires es una etapa que recuerdo con afecto y satisfacción. Ejercer esa responsabilidad institucional me permitió idear e impulsar la construcción del Museo de Artes Plásticas “Eduardo Sívori” en el rosedal de Palermo. Se trata del primer museo desarrollado y construido por la Ciudad de Buenos Aires en toda su historia. Asimismo pude transformar el antiguo edificio en el que había funcionado el diario “La Prensa” para el funcionamiento de la “Casa de la Cultura” de Buenos Aires, y como sede de la Secretaría.
Hoy en día ser Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano me ha permitido abordar nuevas experiencias académicas y divulgativas en un marco de apertura que refuerce el interés en la vida del Libertador promoviendo actividades literarias, plásticas y la interacción con todo tipo de público a través de nuestras redes. Por supuesto, la música ocupa un lugar destacado en actividades masivas como “La Noche de los Museos”, en la que ofrecemos espectáculos musicales que van de lo clásico a lo popular, habiéndose convertido en una tradición que cantemos el Himno Nacional Argentino a medianoche como parte de la presentación de las orquestas invitadas.
– ¿En qué trabajan, y qué objetivos tienen en mente para con el instituto?
Desde el principio de mi gestión me propuse que nuestra querida casa sea una institución abierta a la comunidad, cubriendo distintos aspectos:
-El del rigor académico vehiculizado por la tarea investigativa de la Academia Sanmartiniana y nuestras áreas específicas.
-La divulgación invitando a escuelas y yendo a ellas (poniendo especial énfasis en las de menores recursos), como así también a establecimientos secundarios, terciarios y universitarios.
-La capacitación de agentes de la Administración Pública Nacional a través de cursos dictados en nuestra sede o a través de plataformas en formato virtual.
-Publicaciones y asesoramiento a los órganos del Estado, instituciones públicas y privadas nacionales, provinciales, municipales y extranjeras que así lo requieran.
Cabe resaltar que hemos hecho esfuerzos para demostrar que San Martín fue mucho más que un militar profesional: es también político, estadista, pensador y humanista. Queremos acercar al público a ese Padre de la Patria que merece el bronce, pero que lo merece por haber sido un hombre extraordinario que no sólo cruzó Los Andes, sino que ideó los símbolos nacionales del Perú independiente y prefirió el exilio a desenvainar su espada en guerras civiles, siendo la paz, la prosperidad, el progreso, sus máximas aspiraciones para cuando finalizara la Guerra de la Independencia. San Martín creía que la educación y la cultura forjaban pueblos libres. Y nosotros trabajamos en una institución que depende del Ministerio de Cultura haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para honrar ese legado.
– ¿Querés dejarnos alguna reflexión?
Quiero hacer propia aquella preclara advertencia que hiciera el General San Martín el 13 de marzo de 1819 y que sigue siendo actual: “Divididos seremos esclavos: hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares, y concluyamos nuestra obra con honor”.