POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Su pasión es la de buscar esa imagen para retrarar el momento exacto y preciso. El anhelo por poder contar una historia a través de su lente. Él es Sergio Koltan. Fotógrafo. Ha pasado por muchas áreas, desde eventos sociales, a galerías de arte, transitando por el ámbito político. Además, el arte musical también forma parte de su vida: es musicalizador e iluminador profesional.
-¿Cuándo comenzó tu pasión por la fotografía?
Mi pasión comenzó cuAndo empecé a observar muchas más veces y más detenidamente las cosas, escenas, situaciones que me interesabaN capturar. Si tuviera que situarlo en el tiempo sería desde el año 2003 en adelante. Desde esa época a hoy en día, estamos hablando de 19 años, donde pasaron cosas muy interesantes. Ojo, miro fotos del 2004 al 2006 que no sacaría, pero también las interpreto y las sigo guardando como el comienzo de un camino recorrido; esos fueron los cimientos de un edificio.
-¿Recordás la primera foto que sacaste?
El inicio fue bastante antes que el comienzo de la pasión, pero desde ese día logré encender una pequeña mecha. En el año 1975 estaba en Miramar, yo tenía 14 años, y mi abuelo era un persona religiosa que se levantaba muy temprano a tomar mate, y hacer sus oraciones. Le pedí que un día me despertara antes que saliera el sol porque quería hacer una foto del amanecer. En ese momento tenía una Kodak Fiesta, una cámara muy sencilla que me habían regalado en mi bar mitzvah. Es más, si alguien la viera hoy pensaría que es una cámara de juguete. Me fui temprano a la costa y no me gustaba la perspectiva. Entonces me crucé al edificio “Costa Mar”, en el cual el portero estaba baldeando la vereda, y le pedí subir a la terraza, allí encontré el espacio perfecto. Es la primera que considero artística por la idea, la logística, y tomarme el tiempo y la manera de llegar a la imagen que estaba buscando.
-¿Qué debería tener una buena foto?
Debe movilizarte de alguna manera, ya sea visualmente, emotivamente, una mirada, cómo mira la persona, un gesto, una posición corporal, el tema de la luz; todo se trata de la imagen que alguien va a ver, y reaccionar ante ello. A veces paso por un lugar donde el 99% de las personas que pasan no ven esa porción física de lo que ví en ese momento, y después termina siendo una imagen eterna. Tengo una foto de frutillas una al lado de la otra que hice hace 12 años en un puesto en la calle. Cuando la llevo a ampliar las ves todas juntas, y decís “que lindo esto”. Y son frutillas, un escenario común que se puede transformar en una captura de algo artístico.
-¿También fuiste DJ y organizador de eventos?
Desde 1977 hasta 1991, me dediqué a pasar música en eventos sociales. Me apasionaba. De hecho en el 2017 organicé 3 fiestas ochentosas. Me gusta ser parte de la felicidad de las personas en la parte que se baila. Luego tuve una etapa de organización donde ya tenía una estructura de gente que trabajaba conmigo, contrataba DJs y fotógrafos para cubrir eventos. Y también tuve un karaoke desde el 86 al 99, se llamaba Probar, y fue el karaoke más grande que hubo en Buenos Aires, con mucho éxito y también con el fin de alegrar a muchas personas.
-Retomando la fotografía, ¿querés contarnos sobre la galería de arte que abriste?
Es un negocio que abrí hace apenas unos días en Scalabrini Ortíz 2178, en el barrio de Palermo. Es una idea que se materializó después de ocho años de tenerlo en la cabeza: una galeria de foto-arte que tiene la particularidad de ser una propuesta única, no existe en ningún lado, y es un total contrapunto con todo lo que marca lo digital. Es arte sacado con cámaras revelades en estudios de primerísimo nivel, las cuales se enmarcan y las gente puede mirarlas, al igual que las bateas donde hay 230 fotos impresas. Es una propuesta nueva y a la gente le encanta.
-¿Querés dejar alguna reflexión final?
La fotografía representa en muchos aspectos una forma de vida, a través de los años me fue generando una manera diferente de mirar las cosas, como si tuviera un scanner 360. El cerebro y la conexión con lo emotivo se me fueron poniendo en un nivel de atención particular, y eso me fue habilitando a ver cosas, a detectar sensaciones, sensibilizarme por gestos, luces, y hasta sombras. La fotografía es un arte instantáneo, mientras todos los demás llevan un proceso de tiempo, es lo que pasa en el momento y ya no pasa nunca más.