El cáncer se llevó a su mamá y tía, ahora tatúa gratis a las que quieren tapar las cicatrices: la historia de Yulio Cortez

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El cáncer se llevó a mí mamá y a mí tía. Así que sé lo dura que es esa enfermedad. Y también se que de alguna manera u otra lo hago por ellas”, afirma Yulio Cortez vecino y tatuador de Monte Grande.  Durante todo abril, en YC Tattoo, su estudio de tatuajes ubicado en Boulevard Buenos Aires 863, en el centro de Monte Grande, atienden y tatúan de manera gratuita a mujeres que hayan atravesado un cáncer de mama y tengan las cicatrices propias de una mastectomía.

La idea surge a partir de que Débora Bosco (presidenta de la asociación civil Solidaridad Cáncer, que ayuda a pacientes que necesitan tratamiento y no tienen cobertura) me consulta sobre un tatuaje que se quiere hacer, sobre el cáncer de mama. Ella se encarga de recolectar medicamentos para las personas que sufren cáncer y no tienen el dinero para comprarlo. Entre charla y charla me dice que tiene conocidas a las que se les extirpó el seno luego de sufrir cáncer, por lo que querían tatuarse. Por supuesto dije que sí, pero que lo iba a hacer gratis”, cuenta Yulio, quien durante su trayectoria ya ha realizado varios proyectos solidarios y colectas anuales de juguetes y alimentos.

Intentando ponerse en el lugar de la gente, explica que es realmente incomodo llevar una cicatriz, marca o quemadura que a uno no le gusta o mismo le trae malas sensaciones.

Al cliente le cambia la vida porque ya no ven esa cicatriz que les recuerda esa fea enfermedad”, señala. En los casos de mastectomías las flores y los mandalas, explica, son los diseños más pedidos ya que son “muy fáciles de adaptar a esa zona tan sensible, y además quedan delicadas”.

Experiencias tengo muchas, no solo con cicatrices de cáncer de mama sino también de quemaduras y cortes. Por ejemplo hace un tiempo vino una mujer muy mayor y por el pudor de enseñar esa parte del cuerpo dañada por una quemadura se había privado de usar casi cualquier tipo de ropa, o sea, llevaba todo muy holgado. En verano se ponía remeras de manga larga, buzos, todo lo que pudiera cubrir la zona de la mama y el pecho“, cuenta el tatuador.

Verse con su pareja o conocer a alguien le era muy complicado -continúa-, le daba pudor. Una vez tatuada vio el cambio, se emocionó mucho y al tiempo me contó que se sentía muy bien con su cuerpo. Empezó a usar remeras porque ya la gente la miraba de otra forma, no miraban la cicatriz que sobresalía el escote sino el tatuaje, eso fue algo que realmente me llegó“.

Esa fue una de sus primeras experiencias en el arte de convertir algo doloroso en un dibujo, en aquel caso un abstracto de flores y mandalas.

En el estudio, junto con él trabajan los artistas Iván Zalazar, Seba Ibañes, Brenda Martinez, Luli Fuentes y Erika Benítez. Todos ellos están disponibles hasta el último día de abril para tatuar de forma gratuita a todas aquellas mujeres que quieran dejar atrás un mal recuerdo.

“Más allá de tatuar a mujeres que tuvieron cáncer, tenemos planeado hacer otro tipo de movidas similares más adelante para personas que sufrieron quemaduras o algún otro tipo de lesión”, anticipa Yulio.

Las mujeres que vienen se van con una sonrisa. Aunque no parezca, entre el tatuador y el cliente se suele generar una relación psicólogo-paciente, y le tratamos que generar la mayor confianza posible haciéndoles entender que sabemos lo que sufren y sufrieron”, concluye el artista.

FUENTE: CLARÍN

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