En 2021, Amancay Quintriqueo asumió el rol de longko de la Lof Kinxikew de Río Negro. La recuperación de la comunidad, en la que viven actualmente cerca de cuarenta personas, lleva 18 años y es la primera vez que una mujer asume las tareas de organización.
Según afirmó Cabrapan, a partir de las denuncias en la comunidad se está llevando adelante una revisión y vigilancia a situaciones de violencia en otras comunidades. “Hay demandas que nos reúnen con las del feminismo pero también hay afectaciones que son distintas, por ejemplo, en comunidades rurales”, aclaró la investigadora.
“A nosotros el patriarcado se nos metió de lleno en las comunidades y generó quiebres en la organización. Con la aculturización que trajo el criollismo después de la invasión en la Patagonia, vino un machismo que es propio de la cultura del campo, que hoy está muy arraigado”, explicó Amancay Quintriqueo y relató que “los mayores nos cuentan de otro tipo de vínculos, donde había complementariedad y dualidad entre hombres y mujeres”.
En este punto coincide Marta Ranquehue, werken de la Lof Millalonco-Ranquehue ubicada en la ruta provincial 82, entre el lago Nahuel Huapi y el lago Gutiérrez, quien afirmó que “hay que construir desde el afecto, no se puede construir de otra manera”.
Su casa, varias cuadras hacia arriba de la montaña, comparte terreno con otras viviendas y algunos corrales para los animales. Una cocina a leña calienta el comedor.
“Mi rol como werken es comunicar, hablar con otros werken y recuperar aspectos culturales mapuche, como el idioma, pero yo no tomo las decisiones. La exigencia de que haya una autoridad en cada lof es algo que viene del Estado, antes no todas las comunidades tenían un longko. Nosotros tenemos esa rebeldía de que sea la unión la que decida por todos”, explicó Ranquehue.
Hace dos años, un grupo de mujeres mapuche se reunió en su casa y surgió un espacio de encuentro que se volvió indispensable para todas. Si bien no se considera feminista, resalta que las diferencias se dan cuando no hay respeto entre las personas.
“Vienen lamien –hermanas- que pasaron por mucho dolor. Surgió de forma natural y se fue dando un espacio de confianza para hablar dolores ocultos que teníamos. Cuanto más hablamos sobre el dolor más liviano es”, señaló Marta, que ahora comparte ese espacio con sus dos hijas, que a veces se suman a las reuniones.
“Ser mapuche es una decisión que implica responsabilidades, compromisos no sólo con las personas sino con las fuerzas y los seres que nos acompañan. Hay mucho desconocimiento sobre nuestra cultura porque históricamente no hemos tenido voz”, agregó Ranquehue.
A fines del 2021, la lof Kinxikew recibió a mujeres mapuche y no mapuche que acompañaron a la comunidad durante el proceso de denuncias al longko. El encuentro fue en Mañke Ruka, el camping que la comunidad tiene sobre el Brazo Huemul del lago Nahuel Huapi.
“Defender el territorio es nuestro gran objetivo, pero para lograrlo hay que recuperar algunos conocimientos dormidos, vivir realmente los valores del pueblo mapuche. Mi prioridad es fortalecer el círculo comunitario, porque sin una base sólida no se pueden enfrentar los factores externos. Una mujer sin territorio pierde su fortaleza”, explicó Quintriqueo.