Ser peluquero masculino profesional fue la meta que se propuso. En el camino no dudó en juntar dinero para pagar el curso que le otorgó el título: recolectó cartones y peló cables para obtener el cobre y se puso a venderlos. Podía acudir a sus padres, pero quiso sentir que así comenzaba a tomar las riendas de su vida y a contribuir con la familia, sobre todo desde que a su padre le extirparon un riñón y cada vez se sentía más cansado. Con lo que ahorró pudo comprar “los elementos más chicos pero esenciales para cortar el pelo” y eso lo llena de satisfacción cada vez que mira el diploma que recibió hace unas semanas.
Ayrton Araujo, que tiene apenas 13 años, no sabe si habrá ocasión de festejar su próximo cumpleaños. Por ahora sólo piensa en seguir practicando boxeo, estar al día con las exigencias del tercer año de la escuela ENOVA y conseguir un salón para desarrollar su destreza con las manos. La idea es alegrar no sólo a sus amigos y familiares con los cortes de pelo, sino tener un negocio rentable.
“Nunca dije que quería ser peluquero, empecé a cortar por cortar aún sin saber que me gustaba tanto. Siempre les cortaba a mis hermanos, pero cuando comencé a estudiar en la academia por consejo de mi papá y aprender a usar los elementos de trabajo me di cuenta de que me gusta mucho”, dice con voz firme y cuenta, casi como un secreto, que ese lugar soñado se está armando de a poco, como se puede, y cuando “tenga que ser” tendrá su propia peluquería.
El niño, el tercero de los cinco hijos de Yanina y Sergio —que tienen un almacén en el barrio y trabajan allí casi sin descanso— aún no sabe si se dedicará de lleno a esa profesión, pero está seguro de que mientras termina sus estudios secundarios seguirá aprendiendo y practicándola. “Que tenga el título no significa que sepa todo, que ya está. Tengo mucho que seguir aprendiendo”, dice convencido.
“Ya le cortó el pelo a sus hermanos, a los amigos e incluso a unos amigos de mi hija que cumplió los 15 y vinieron unos compañeros a saludarla. ¡Y él, feliz!”, revela Yanina Lescano (40), la madre a la que hace unos días le hizo coloración en todo el largo y corte en las puntas. “¡Lo hace muy bien! Si vieras la destreza que tiene en las manos cuando corta, ¡es increíble! Desde que se recibió muchos le ofrecieron trabajo, pero queremos que por ahora se concentre en sus estudios”, aseguró la mujer.
La historia de Ayrton se hizo viral en la provincia de Entre Ríos luego de que su mentor, Hugo Mayero, compartiera en sus redes las fotos del flamante peluquero de 13 años, el más joven en egresar de la Academia Mayero-Hairdresser. “Desde el primer momento nos ganó a todos el corazón por su manera de ser. Tiene un ángel muy especial y fue un excelente estudiante”, confió el estilista a este medio y admitió haberse emocionado cuando escuchó al niño decir que su sueño era ayudar a sus padres a montar una ferretería.
La historia del peluquero más joven de su provincia
Ayrton nació el 14 de mayo de 2007 en Gualeguaychú. A los dos años tuvo un terrible accidente: jugando en la cocina, se trepó a la puerta del horno mientras sobre una hornalla hervía una olla con un guiso que cayó sobre él provocándole serias quemaduras en la mitad del cuerpo. En ese momento la familia estaba en Paraná y gracias al equipo médico del Hospital San Roque que lo atendió salvó su vida. Esas marcas, mínimas, lo hicieron un niño fuerte, que muchas veces no pudo escapar de las miradas dispuestas a la burla, pero no se dejó amedrentar sino que aprendió a forjar el coraje propio de los que sobreviven a experiencias fatales. Su familia lo ayudó a superar ese momento y desde entonces le enseña lo más importante: aprender a reír ante las adversidades, superarse a sí mismo y, sobre todo, ser buena persona.
Cursa la escuela secundaria, ama las matemáticas y practica boxeo, deporte que también ve como una posibilidad futura. Le gusta pasar tiempo con sus seres queridos y cree que entre todos deben ayudarse como si los siete miembros del grupo familiar fueran los mosqueteros; así se lo enseñaron y así lo hace.
En su tiempo libre, sobre todo durante la cuarentena, Ayrton miró videos en Youtube de algunos estilistas porque le llamaban la atención las técnicas para realizar los distintos cortes de pelo que eran tendencia. Un día quiso poner lo visto en práctica: tomó unas tijeras y le preguntó a uno de sus hermanos si quería que le cortara el cabello, como buen autodidacta. “¡No sabés la cantidad de pelo que tenía! Le corté y le quedó bien. Después le corté a mi otro hermano… Intenté cortarme yo mismo pero me hice un desastre…!”, cuenta entre risas al recordar sus primeros momentos con las tijeras.
El siguiente corte fue diferente porque Sergio, su padre, notó el interés que tenía por aprender lo que veía y decidió comprarle la primera máquina para cortar pelo. Tras el entusiasmo que mostró, a la semana, regresó al mismo lugar y le compró una máquina para cortar patillas. Sin saberlo, el hombre había entrado al lugar donde su hijo comenzaría a forjar su futuro.
“Aparte de tener la academia de peluquería, vendo insumos. Un día llegó el padre de Ayrton para hacer la primera compra y luego regresó. Ya la primera vez que vino me contó que la máquina era para el hijo. Le pedí que lo trajera. La segunda vez le pregunté por qué no lo hacía estudiar ya que le gustaba tanto. Cuando le dije que la edad no era problema, porque ya habían estudiado chicos de 14 y 15 años, lo trajo y se anotó”, cuenta Hugo Mayero, estilista nacido en Santa Catalina (Uruguay) y mentor del niño.
Ayrton se anotó en el curso de Peluquería masculina y barbería y no faltó a una sola clase. El miércoles 10 de marzo recibió el diploma que lo habilita como profesional del oficio. “Desde el primer momento nos causó buena energía porque tiene una impronta muy especial.Es un chico muy maduro para la edad que tiene. es muy despierto y muy hábil. Durante la cursada se destacó no solo por la edad, sino porque siempre quería saber más. Fue un excelente alumno”, recalca Mayero y reconoce que “esto también es gracias al empuje que le dio su familia”.
El esfuerzo de la familia llena de orgullo al chico y no evita emocionarse al hablar de su padre. “Mi papá era metalúrgico y trabajaba en una fábrica, pero hace unos 10 años le sacaron un riñón y lo terminaron echando. Ahora junto a mi mamá atiende el almacén que es un trabajo muy esclavizante, yo los veo trabajando todo el día, de lunes a lunes”.
Las conversaciones de sus padres lo pusieron en alerta. “Siempre escuché decir a mi papá que le hubiera gustado tener una ferretería. Y también dice que en la ahí podés comprar poca o mucha mercadería porque nunca se vence, cosa que no pasan el almacén”.
Al escucharlo hablar, su madre agrega orgullosa: “Él es muy compañero con el padre y nos sorprendió la primera vez que nos contó su sueño es ayudarlo a poner la ferretería. Es un chico muy especial, de muy buen corazón. Estamos muy contentos por las repercusiones que está teniendo esto, que es un logro para él por la edad que tiene”, dice. Ayrton cuenta que mientras esta conversación se produce, su papá está comprando espejos y un mueble para su peluquería.
“Si él quiere, ya está en condiciones de trabajar. Muchos peluqueros abren su espacio a corta edad porque vienen de familias tradicionales de peluquería. En mi caso, comencé a los 17”, reconoce Mayero, su profesor, que hace una semana lo invitó a sumarse a las clases del nuevo curso para que siga practicando. “Este oficio pide capacitación constante porque las modas cambian permanentemente y hay que estar preparados para todo”, asegura y cuenta que esa invitación también fue para alentar a otros adolescentes que, conociendo la historia de Ayrton, se anotaron en curso del que egresó.
Por su parte, Yanina —agradecida por las enseñanzas de su mentor y feliz por lo que vendrá— solo le pide a su hijo que disfrute de su primera profesión, pero que priorice los estudios. “Todavía tiene muchas cosas para aprender, por eso cuando decidió estudiar peluquería lo alentamos.Nadie sabe las vueltas de la vida y, si bien le aconsejamos que termine la secundaria y que siga una carrera universitaria, ahora tiene un oficio para defenderse”. En ese mismo tono, finaliza: “Si bien económicamente no estamos del todo bien, tampoco estamos tan mal como para que él tenga que asumir el compromiso de trabajar a esta edad. Con el almacén ganamos lo suficiente para los gastos de nuestros cinco hijos, por ellos trabajamos”.
Cumpliendo el deseo de Ayrton, sus padres se esfuerzan para que tenga su peluquería: “Le estamos armando un espacio en casa para que pueda cortar el pelo, que es lo que desea, pero le decimos que no será una responsabilidad sino para los momentos libres. Antes nos dijo que quería juntar cartones y cables para tener su propia plata y comprar las cosas que iba a necesitar mientras estaba estudiando y nos pareció bien. Si lo que ahora quiere es seguir cortando y ganarse su propia platita también lo apoyamos”.
FUENTE: INFOBAE