María José Torres Castro es una enfermera oriunda de Linares –España- que trabaja en la zona sanitaria de Santisteban del Puerto. En su particular lucha contra la pandemia, desde el punto de vista laboral, hace unos días le tocó vivir una de las experiencias más emocionantes de su vida: inmunizar contra el COVID-19 a una paciente muy especial para ella: su propia abuela materna, Juana Villanueva Torres, una mujer casi centenaria y natural del municipio santistebeño donde, precisamente, su nieta ejerce su labor profesional a diario.
El pasado viernes, María José acudió con su adjunto a vacunar a las personas mayores del pueblo que estaban citadas ese día para recibir la segunda dosis del fármaco contra el coronavirus y, entre ellas, se encontraba Juana, quien cumplirá cien años el próximo 19 de octubre. Sin duda, para esta enfermera fue un instante que acogió como el mayor de los regalos, ya que resultó protagonista, junto a su querida abuela, de ese momento tan importante y entrañable que fue administrarle el ‘pinchazo de la inmunidad’. “Sentí mucha emoción porque ha sido un año muy duro, ya que mi abuela ha estado aislada de su familia, y las veces que íbamos a visitarla solo la podíamos ver a través de la ventana. El hecho de vacunarla fue una sensación muy extraña. Sentí muchísima alegría y, sobre todo, mucho orgullo de poder hacerlo yo, ya que se trata del principio de un final que llevamos esperando mucho tiempo. Todos estamos deseando de volver a tocarla, besarla, abrazarla… De sentir sus manos; sentirla a ella“, dijo.
Como medida de prevención frente a posibles contagios por el coronavirus, la inyección de la segunda dosis se produjo dentro del automóvil en el que Juana llegó al centro de salud de Santisteban del Puerto. Pese a su edad y a tratarse de una paciente de riesgo, la vacuna no le provocó ningún tipo de reacción o efecto adverso más allá del cansancio natural. Y es que Juana Villanueva es, según las palabras de su nieta menor, “una persona muy fuerte, una mujer muy trabajadora, luchadora, autónoma y casi independiente, que se vale por sí misma, se asea sola, se hace su cama, le gusta el ganchillo y nos hace prendas y, sobre todo, tiene la cabeza en su sitio y se acuerda perfectamente de todo“.
“Toda la familia la hemos protegido mucho, permaneciendo aislada para evitar que se contagiase. De hecho, yo creo que el tiempo que más la he tocado desde que estalló la pandemia fue, precisamente, cuando le puse la vacuna. No hemos querido arriesgar con ella y prueba de ello es que su último cumpleaños no se lo pudimos celebrar como normalmente se lo hacíamos cada año“, agregó María José Torres.
Gracias a eso, cuando toda esta pesadilla pase por fin, Juana Villanueva podrá volver a abrazar y besar a sus tres hijas, a sus cuatro nietos y a sus ocho bisnietos, además de al resto de miembros que componen su extensa familia. Por el momento, toca conformarse con las visitas que le brindan desde la distancia, a través de la ventana y con mascarilla.
FUENTE: IDEAL