Desde chico siente pasión por la cocina y hoy atiende a sus clientes en San Telmo.
Desde que era muy chico, Maximiliano Vulcano sintió pasión por la gastronomía. Cuando pasaba por los kioscos de diarios, más allá de ser fanático de los superhéroes, siempre elegía llevarse a casa alguna revista de cocina. Durante la infancia cocinaba con su abuela y de más grande siguió sintiendo atracción por el mundo gastronómico. Por eso, a comienzos de 2019, mientras hacía un curso de formación laboral orientado a la gastronomía en la Universidad Católica Argentina (UCA), decidió que quería ser mozo.
“Después llegó la cuarentena y con el parate de todas las actividades, empezó a practicar cómo poner la mesa, ser prolijo, pararse derecho y tener la postura de mozo”, cuenta su mamá Gabriela.
Cuando ya se podía circular e ir a comer a los restaurantes, Maxi hizo un trabajo de observación de campo: “Estaba muy atento a cómo se movían los mozos en los distintos lugares, les preguntaba sobre aspectos del trabajo, les contaba que su sueño era trabajar como ellos y de paso tiraba el CV”, indica la madre.
Hace seis meses, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en la Pulpería Quilapán de San Telmo: “Cumplió con todos los pasos y requisitos que le pidieron y ya está ahí trabajando hace seis meses”, destaca la mujer.
Una vida autónoma
Uno de los objetivos más importantes en la vida de Maximiliano tiene que ver con la autonomía. Su deseo es en un futuro poder vivir solo: “Me levanto, me baño, me cambio, preparo el desayuno y tomo el colectivo para ir al trabajo”, explica.
Lo que más le interesa en este momento es adquirir cada vez más herramientas que le permitan llevar una vida independiente: “Los miércoles, jueves y viernes voy a trabajar hasta San Telmo y después viajo para hacer mis terapias o ir a las clases de música”.
Su familia siente alegría por el presente laboral de Maxi y reconoce que representa la concreción de un sueño. Además, creen que su logro es la demostración de que las personas con discapacidad pueden tener una vida igual que todos los demás: “Siempre y cuando les den las oportunidades para demostrar todo lo que pueden hacer”.
Sin lugar a dudas, más allá del estímulo para el desarrollo social y motriz, la familia también tiene en claro que para que Maximiliano cumpla el sueño de la vida autónoma, es fundamental lo que hoy construye día a día: “Maneja sus horarios, tiene sus responsabilidades y estoy segura de que va a poder vivir solo después”.
David, el encargado de Quilapán contó que durante el proceso de selección, encontraron coincidencias entre lo que necesitaban para el puesto y las condiciones que tenía Maxi para el trabajo: “No hay actividades específicas para él, sino que hace lo mismo que el resto de los mozos”.
Por otra parte, el encargado sostuvo que Maxi está armando de a poco su clientela: “Saben los días en los que trabaja Maxi y van a verlo para que los atienda él: “Llegan y preguntan por él porque les gusta el servicio que les brinda y el buen clima que genera”.