POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
El 13 de mayo se celebró el día del técnico de fútbol. Podría sonar recurrente hacer una nota sobre algunos de los entrenadores destacados de nuestro país como César Menotti o Carlos Salvador Bilardo. Tal vez podríamos homenajear a Marcelo Bielsa o al mismísimo Diego Maradona, quien no sólo fue un emblema futbolístico, sino que también supo dirigir a la Selección Argenina. En Optimism, fuimos a buscar una historia diferente, la de Julio Pedro Vázquez, ex fubolista, y actual entrenador. Ojo, en su historia no solamente hay goles, sino también una guerra. Es que Julio es ex combatiente de Malvinas, y en un punto el deporte “le salvó la vida”.
-¿Qué significa el fútbol en tu vida?
El fútbol fue y es absolutamente todo. Además de ser mi trabajo, ya sea cómo futbolista, o actualmente como técnico, mi hija también lo practica, y mi hijo jugó. En mi vuelta de Malvinas, quizás fue el fútbol lo que me haya rescatado, y ocupado mi cabeza en algo positivo.
-¿Qué nos querés contar de tu paso por Malvinas?
Mi historia con el Ejército inicia en 1981 con el servicio militar obligatorio. Por suerte en diciembre de ese año me dan la primera baja, y tengo la oportunidad de irme. En ese momento mi pase pertenecía a Platense, pero estaba a préstamo en el club Centro Español. Al poco tiempo comienza la Guerra de Malvinas, en un momento que el país estaba totalmente convulsionado. Ocho días después del inicio recibo una carta documento en mi actual domicilio, donde me dicen que me tengo que presentar al Ejército para reincoporarme. Y ahí todo fue un aluvión de cosas… Ese mismo sábado jugué un partido para Centro Español contra Central Ballester, empatamos 0 a 0, y me fui llorando del partido. Volví a mi casa, me despedí de mis familiares, de mis amigos, y al lunes siguiente me presenté al Regimiento de Mercedes. Un soldado se presentó enfermo y me agarraron a mí, me suben a un camión, de ahí a Palomar, aviones… Y cuando me di cuenta era 13 de abril y estaba en Malvinas, en pleno escenario bélico.
Trascurren los 74 días de guerra donde nos movimos por distintos lugares del puerto argentino haciendo la posiblidad de tener una salvación, que eran los famosos pozos de zorro. La situación se fue poniendo difícil, faltaba comida, mucho frío, vientos de entre 50 y 60 kilómetros por hora. Al poco tiempo es el ataque al Crucero ARA General Belgrano, y ahí la Marina da la orden que toda la tropa de mar vuelva al continente, que podía haber submarinos nucleares. En junio hay un alto el fuego, quedamos cinco días prisioneros, y luego nos liberan. Pasé por Rio Gallegos, Palomar, y de ahí en micro volvimos a nuestro regimiento de base.
Julio Pedro Vázquez, es ex entrenador de Ituzaingó, Cañuelas, y ex ayudante de campo de Nueva Chicago en Primera División (luego de lograr el ascenso).
-¿El fútbol ayudó a la resilencia posterior a la guerra?
Si. El post guerra fue muy duro, la gente no lo sabe, y sin dudas el fútbol me ayudó muchísimo. Estuve perdido durante los 6 meses siguientes, hasta que en 1983 apareci estudiando marketing, algo que soñaba hacer. Si yo quería jugar al fútbol y estudiar, tenía que trabajar. Pero eso también fue durísimo porque había que negar la situación de veteranos, sino no nos tomaban. En el 1984 conseguí un trabajo muy bueno, y a los 8 meses me echaron porque se enteraron que había estado en Malvinas, supuestamente éramos los “locos de la guerra”. Por suerte en el 1991 empezamos a conquistar derechos con la jubilación y una pensión que nos dieron, la obra social, y para ese entonces el post guerra se empezaba a abrir y ya no teníamos que estar tan ocultos o escondidos.
-¿De qué manera crees que el deporte ayuda a la gente?
El deporte es fundamental porque estás ocupando bien el tiempo. Ya sea en la alta competencia, como sin tenerla. Y también si practicás un deporte grupal tenés la necesidad de sociabilizar y poder conocer las diferentes clases sociales, y cómo conviven entre sí. En mi casa éramos de clase media-baja, y conocer gente era importante para contactar con muchachos de mi edad que los padres tenían una mejor posición económica, y entender que la conexión era natural y normal.
-¿Cuán importante es el armado del grupo, y qué problemas encontraste referido a esto?
El armado del grupo es todo, porque la cabeza tiene que pensar siempre en grupo. Hay que comprender cómo reacciona un jugador, cómo piensa, y esas maneras de reaccionar que ves dentro de la cancha son parte de la vida de cada uno. Lo importante es poder visualizar quién es cada uno, su incidencia positiva o negativa. A veces los líderes negativos están enmascarados, y en la formación del grupo puede suceder que un proyecto se vea truncado si la incidencia del lider negativo es muy fuerte.
-¿Alguna reflexión final?
Que todos los días traten de recordar a los veteranos. Muchos no saben que decirnos, pero hicimos lo que estaba a nuestro alcance, y a veces sin saber bien que haciamos. Lo mejor que pueden hacer, es darnos un abrazo, una estrechada de manos, y nos digan gracias. Somos historia viviente, y lo que hoy escuchan de nuestras bocas, mañana lo van a leer en un libro, con todo lo que puede llegar a sufrir la transmisión de ese mensaje. Sabemos lo que vivimos, y realmente eso fue extremo; el terreno de batalla y todo lo que pasa ahí ha dejado muchos traumas, y se manifiestan de distintas formas. Todas las guerras son malas, estás al extremo de todo, y sale a flote toda la miseria de las personas. Se ha perdido mucho tiempo.