Msituni nació en San Diego con una enfermedad que hacía que sus extremidades delanteras queden flexionadas al revés; esa anomalía ya estaba haciendo mella en sus articulaciones y huesos
En las últimas tres décadas, Ara Mirzaian colocó aparatos ortopédicos a todo tipo de personas: desde deportistas paralímpicos hasta niños con escoliosis. Pero Msituni era un paciente como ningún otro: una jirafa recién nacida.
La cría nació el 1 de febrero en el San Diego Zoo Safari Park de Escondido, al norte de San Diego, con la extremidad delantera flexionada al revés. El personal del parque temía que pudiera morir si no se corregía de inmediato el problema, ya que podría impedirle alimentarse y caminar por el hábitat. Pero no tenían experiencia en la aplicación de un dispositivo ortopédico en una cría de jirafa.
La situación era especialmente difícil, ya que era una recién nacida de 178 centímetros de altura que crecía cada día. Así que recurrieron a los expertos en ortesis de la Clínica Hanger, donde Mirzaian atendió a su primer paciente animal.
“Fue muy surrealista cuando me enteré”, dijo Mirzaian a la Agencia AP esta semana, durante una visita para conocer a Msituni, que se paseaba junto a las demás jirafas sin problemas. “Por supuesto, todo lo que hice fue entrar en internet y estudiar a las jirafas durante las 24 horas del día hasta llegar aquí”. Con cada vez mayor frecuencia, los zoológicos recurren a los profesionales de la medicina que tratan a las personas para encontrar soluciones para los animales que están enfermos.
La colaboración resulta especialmente útil en el campo de las prótesis y la ortopédica. Hace poco este año, ZooTampa, de Florida, se asoció con expertos del mismo ámbito para sustituir el pico de un cálao enfermo de cáncer por una prótesis impresa en 3D.
Y en 2006, un equipo de Hanger en Florida creó una prótesis para un delfín que había perdido la cola tras enredarse en las cuerdas de una trampa para cangrejos. Su historia inspiró la película de 2011 Dolphin Tale. Pero esto fue una curva de aprendizaje definitiva para todos, incluyendo a Matt Kinney, veterinario sénior de la Alianza de Vida Silvestre del Zoológico de San Diego a cargo del caso de Msituni.
“Comúnmente ponemos yesos y vendas y demás. Pero algo tan extenso, como esta órtesis que se le proporcionó, es algo para lo que realmente tuvimos que recurrir a nuestros colegas (en medicina para) humanos”, dijo Kinney. Msituni sufría una hiperextensión de los carpos, los huesos de la articulación de la muñeca en las extremidades delanteras de las jirafas, más parecidas a los brazos. Al compensar el exceso, la segunda extremidad delantera comenzó a hiperextenderse también.
Sus articulaciones traseras también eran débiles, pero pudieron corregirse con extensores de cascos especiales. Y puesto que pesó más de 55 kilos al nacer, la anomalía ya estaba haciendo mella en sus articulaciones y huesos. Mientras se construían las ortesis a medida, Kinney compró primero unas rodilleras postoperatorias en Target que cortó y volvió a coser, pero se le resbalaban. Después, Msituni utilizó unas rodilleras de calidad médica para humanos, modificadas para sus largas piernas. Pero rompió una.
Para que los aparatos ortopédicos hechos a medida funcionaran, debían tener cierto rango de movimiento pero ser duraderos, así que Hanger trabajó con una empresa que fabrica aparatos ortopédicos para caballos. Utilizando moldes de las patas de la jirafa, tardaron ocho días en fabricar las órtesis de grafito adornadas con el distintivo patrón de manchas del animal para que coincidieran con su pelaje.