En Hughes, 50 trabajadores reciben a sus docentes después de la jornada laboral para cumplir la meta de terminar sus estudios.
El salón más amplio del frigorífico santafesino Black Bamboo se transformó en un aula para el dictado de clases de secundario a cincuenta trabajadores de la empresa que decidieron completar el nivel de educación media. Allí, en Hughes, sobre la ruta 8, en el extremo de Santa Fe, 150 kilómetros al sur de Rosario, desde hace unas semanas, cada día, después de la jornada laboral, docentes especialmente designados van a dar clases a los empleados que se comprometieron con el desafío de finalizar sus estudios.
En 2021 Black Bamboo hizo un relevamiento y detectó que 380 de sus 600 trabajadores no habían terminado el nivel de educación secundario. Por eso, cuando conocieron el proyecto de Extensión Áulica del gobierno de Santa Fe, no dudaron. Enseguida se pusieron en contacto con las autoridades provinciales para saber si era posible instrumentarlo allí. La respuesta fue rápida y positiva. “Nos gustó mucho el programa porque las escuelas para adultos normalmente dictan clases de noche y los trabajadores llegan muy cansados, pero la provincia entendió que para que la gente hiciera un esfuerzo que valiera la pena tenía que ser algo práctico desde el punto de vista del cursado y más corto”, dijo Pablo Ray, gerente general de Black Bamboo.
El año pasado, miembros de la empresa comenzaron a reunirse con docentes de todos los niveles de la localidad y les presentaron la propuesta de extensión. “El frigorífico iba a apoyar fuertemente este programa educativo y a idea era trabajar en conjunto con las maestras que son gente increíble, aman lo que hacen”, contó Ray. El entusiasmo fue contagioso. “Ellas empujaron el proyecto, presentaron el trámite en la provincia y convencieron a la directora”, destacó el gerente.
“Nos sorprendió muy gratamente que la comunidad de Educación de la provincia haya respondido tan rápido, hayan armado todo y estén tan entusiasmados, fue asombroso y dan ganas de seguir haciendo porque hay respuestas”, expresó el directivo. Muy pronto, un gran salón de la planta se transformó en un aula con el equipamiento necesario para esa función y cincuenta trabajadores se anotaron para el cursado. “Es un trabajo en conjunto: nosotros pusimos el aula y la provincia, las profesoras y el programa”, señaló Ray.
Con todo listo, la semana pasada se inauguró el ciclo lectivo en el frigorífico con un emotivo acto del que participaron alumnos de primaria de la zona, autoridades provinciales, las docentes y los futuros estudiantes de la empresa.
“Las maestras tienen que venir acá a la tarde y están muy contentas. Ahora arrancó cuarto año y tenemos quince personas anotadas para el quinto año que se dictará en el segundo semestre”, relató el gerente.
En el frigorífico las jornadas laborales arrancan muy temprano, a las 5, y finalizan alrededor del las 13 o 14. Después de eso, los empleados se quedan durante dos o tres horas tomando clases en la empresa. “El trabajo de un frigorífico es duro, las personas terminan cansadas, por eso hay que darles un estímulo a su esfuerzo a los que decidieron seguir estudiando y les pagamos una hora extra”, indicó Ray.
En cada empresa, un aula
El programa de Educación Áulica depende de la Dirección de Educación Secundaria y se generó durante la pandemia, a finales de 2020, para llevar las escuelas de enseñanza media para adultos (EMPA) al lugar donde están los personas que tiene el secundario incompleto y quieren finalizarlo. La modalidad es presencial, el primer año lectivo se cursa en un año calendario, mientras que el resto se dicta por semestres, permitiendo así completar todo el nivel medio en tres años. Desde 2021 el programa se ha desarrollado tanto en barrios vulnerables o localidades pequeñas donde no había EMPA como en empresas y parques industriales.
Con el foco en las personas
El frigorífico Black Bamboo fue fundado en 1968 por gente del pueblo para generar empleo. A lo largo de los años fue cambiando de manos y hoy pertenece a un fondo de inversión de Hong Kong. Actualmente emplea a 600 personas, faena unos 700 animales por día y exporta a todos los países del mundo el 80% de lo que produce, incluyendo carne kosher y hallal, facturando más de 100 millones de dólares.
“Este es un frigorífico muy grande, pionero en temas de calidad. Ya desde 1997 hacían trazabilidad de ganado y le vendía a la cadena de supermercados Tesco de Gran Bretaña. Es una joya de estas que quedan en el interior de Argentina”, contó el gerente general de la empresa.
“Nosotros tenemos un cartel en la entrada con la frase de El Principito: “lo esencial es invisible a los ojos”, porque un frigorífico tiene una estructura física muy grande, que es lo que se ve, pero creemos que lo más importante son las personas que trabajan en él que a veces se ve no se ven”, explicó Ray. “Este proyecto educativo es muy emocionante, es un pequeño grano de arena, es aislarte de todo lo que pasa”, manifiesta el directivo. “Nosotros queremos poner foco en la gente que trabaja, este país tiene que poner foco en la gente que trabaja”, remarcó.