La Dirección de Desarrollo Social del departamento de Las Heras comenzó con un programa totalmente innovador, a finales del año pasado. Consiste en ofrecer el tratamiento de equinoterapia a aquellas personas que lo necesiten y no cuenten con los recursos suficientes para pagarlo en el sector privado. Y la satisfacción es inmensa. Ver el rostro o la expresión corporal de los niños y adolescentes que se bajan, alegres, de los caballos, es una experiencia imborrable.
Antonella se baja del caballo con una alegría que contagia. El barbijo impide ver la sonrisa que sí se puede ver en sus ojos. Carolina expresa con gestos lo que no puede con su voz, y también son de alegría. Francisco, con apenas 7 años, se aferra a la correa del caballo y comienza el recorrido con su mamá, mientras Pedro va guiando al animal a pasos lentos.
Así, se van replicando cada una de las historias de los niños y adolescentes que son parte del programa de Equinoterapia de la Municipalidad de Las Heras, con la finalidad de contribuir a la rehabilitación, normalización, integración y socialización de aquellas personas que sufren alguna discapacidad física, psíquica, sensorial, psicológica o que presenten alguna problemática social o un trastorno de comportamiento.
EL PREDIO
A unos 8 kilómetros de la plaza departamental Marcos Burgos, y transitando por la Ruta 13, se llega al puesto Los Amigos. Es un lugar maravilloso, en pleno piedemonte y donde se realiza esta actividad terapéutica y placentera, tanto para los niños con alguna discapacidad como para sus familias, que disfrutan con mates y a la sombra mientras sus hijos hacen la rutina.
José María Villavicencio, director de Desarrollo Social, expresó que “poder hacer esta acción es muy gratificante en lo personal y en lo laboral, ya que podemos estar acompañando a las familias y a los chicos en esta problemática”.
“No solo ofrecemos la clase de equinoterapia, sino que también les damos el traslado hacia este lugar y un equipo de trabajo con gente especializada. Por ahora está apuntado a niños, pero en un futuro la idea es incorporar a adultos mayores”, agregó el funcionario.
Una de las madres que estaban acompañando a sus hijos era Eugenia Pizzi, quien contó que su hijo nació con la patología de un daño en el cerebro, lo que le produce un retraso madurativo. Y más allá de hacer otras terapias, como kinesiología o terapia visual y ocupacional, hace tres años que hace equinoterapia y ha tenido avances importantes. Ahora están en el proceso de que empiece a caminar y se muestran muy contentos porque el caballo ayuda mucho.
El instructor es Pedro Manuel Calero, hace 20 años que vive en ese lugar, y la vida le puso por delante la equinoterapia, algo que fue aprendiendo con el tiempo y sobre la marcha. Hace 18 años que es instructor, aunque también es amigo de cada uno de los chicos y, por supuesto, de los caballos.
Para él, es un placer y una alegría maravillosa estar con los chicos. Ellos le dan mucho más de lo que él les devuelve, que simplemente es un lugar para que se muevan, según su opinión.
En la equinoterapia, el caballo pasa a ser una máquina en movimiento, que genera una serie de desequilibrios y movimientos cuando se está sobre él. Te mueve de un lado a otro, te sube, te baja, te rota la cadera… Y cualquier persona, si quiere darle órdenes al cuerpo para contrarrestar todos esos desequilibrios, no puede. Entonces el cerebro busca el equilibrio solo y pone en funcionamiento todos los músculos. El caballo tiene la misma biomecánica de movimientos que los humanos y va grabando motricidad. Cada paso del caballo es un impulso rítmico que da.
Para poder desarrollar este programa se tuvieron muy en cuenta los protocolos sanitarios por el Covid-19. Y uno de ellos fue trabajar mediante “burbujas sanitarias”, con grupos de nueve por turno. Los chicos asisten dos días a la semana (lunes y miércoles) y en dos turnos: mañana y tarde. Cada rutina demanda entre 40 y 45 minutos y los profes que están a cargo son Marcos Olivera, Yésica Alcaino y Jorge Aranguez.
FUENTE: SER ARGENTINO