Juan Carlos migró a Costa Rica a los 10 años. Juan Carlos llegó al país con sus ocho hermanos y su madre, quien buscaba comida, trabajo y educación para todos. Recuerda que un día a los 10 años solo abrió los ojos y estaba sentado en una escuela de Costa Rica: “Me resultó normal, común, pues no tenía idea de lo que significaba una frontera”, cuenta. De hecho, nunca se ha sentido ajeno ni diferente. Creció integrado a su comunidad de Upala y desde pequeño se interesó por el desarrollo, la protección del ambiente y la política local.
Juan Carlos es hoy un adulto joven que se considera rebelde e idealista. Aspira a dedicar su vida a construir una comunidad más independiente, que se preocupe por proteger sus ríos y que dé oportunidades a quienes más lo necesitan. Él también siente que apenas está empezando a vivir y tiene clara su misión. Considera que la comunidad debe ser solidaria y dar más apoyo a quienes quieren levantar sus propias ideas y proyectos. Juan Carlos participa también en planes comunales de desarrollo que combina con su trabajo como jornalero y sus estudios. Cuenta que solamente le falta aprobar Matemáticas para lograr su título de secundaria y así poder entrar a la universidad.
A diferencia de muchos otros centroamericanos, él no quiere ir al Norte. Con su mano señala a la dirección opuesta. Quiere conocer América del Sur y empaparse de su cultura y su historia. Desea entender los movimientos sociales que han luchado por la igualdad y aprender de ellos para regresar luego y aportar lo que pueda para construir una comunidad más fuerte, independiente y comprometida con la solidaridad. “Trabajo fuerte por mi comunidad, ayudo a las personas a que sean conscientes de los problemas y que busquen sus propias soluciones. Yo siempre voy a apoyar a la gente de Upala para que saquen lo mejor y desarrollen sus capacidades”, finalizó Juan Carlos con una mirada llena de convicción.