Eduardo, Alejandra y sus cuatro hijos Sofía, Sabrina, Matteo y Tomás viajaron a más de 80 países y vivieron aventuras que solo existen en los libros de Julio Verne. En diálogo con VíaPaís, contaron cómo se convirtieron en una fábrica de sueños hechos realidad.
Él quería viajar por el mundo, conocer África, Asia y vivir las aventuras de Indiana Jones. Ella quería una familia, con cuatro hijos. Objetivos poco compatibles ¿cierto?. Pero este caso es la excepción a la regla, porque ambos sueños se hicieron realidad: recorrer el mundo con cuatro hijos. Esta es la historia de los Giusiano, mejor conocidos como los 6G, una familia de chaqueños que recorre el mundo hace más de 20 años. En diálogo con VíaPaís contaron cómo hicieron realidad todas sus metas.
Eduardo y Alejandra son de Resistencia, Chaco. Él es ingeniero y ella artista. Fruto de esta relación nacieron sus cuatro hijos: Sofía, Sabrina, Matteo y Tomás. Desde pequeño, Eduardo se veía recorriendo el mundo: visitando la Muralla China, paseando por la India, realizando safaris por África y descubriendo lugares desconocidos. Pasaba horas leyendo los libros de Julio Verne, idealizándose en una gran aventura. Pero en sus fantasías, siempre estaba solo.
Muy por el contrario, se enamoró de una mujer que quería tener una familia numerosa y viajar no era su prioridad. Pero el rumbo de sus vidas se encaminó en cumplir sus sueños: “Familia viajera” es la suma de todos esos deseos.
El comienzo de una familia numerosa y una larga lista de viajes
Durante el primer viaje hace más de 20 años, Alejandra quedó embarazada. En ese momento empiezan a tomar forma los deseos de la pareja. Finalmente, con Sofía, su primera hija de un año, decidieron recorrer parte de Medio Oriente.
De aquel viaje regresaron con un nuevo integrante en camino: Sabrina. Cuando la pequeña tenía tan solo 12 meses volvieron a viajar y Eduardo cumplió su sueño de niño: recorrer la Gran Muralla China sobre una bicicleta.
Cómo recorrió el mundo la familia chaqueña
Todo es una cuestión de prioridades y la familia chaqueña destinó todos sus recursos a realizar los viajes. Cambian de auto una vez cada diez años y no tienen fines de semana largos. “Al dinero lo usamos para los pasajes y la comida; en realidad, comer es casi una supervivencia durante los viajes. Es una decisión de vida”, dijo Eduardo.
Además, contó: “En nuestro último viaje llevamos las mismas dos valijas que fueron con nosotros a India en 2008. La mayor parte de nuestra ropa es de segunda selección y tiene más de una década. Todos cargan su propia mochila alrededor del mundo”.
Organizar las travesías requiere un entrenamiento especial tanto físico como mental. Cada integrante tiene encomendada una tarea específica; incluso hay códigos de color y una preparación muy exigente.
“Creamos un sistema de gestión y comunicación eficiente: cada uno de mis hijos tiene un color con una formación casi militarizada. Se planifica todo el equipaje y hay que estar bien equipado por si te agarra, por ejemplo, un cuadro gastrointestinal en Etiopía. Yo en Camboya fui hasta ortodoncista”, explicó.
Qué significa ser una familia viajera
Los Giusiano se autodenominan como una familia viajera y “no turista”. Explicaron que un turista es aquella persona que va a un lugar, pasa, ve y sigue su camino. Ellos, en cambio, tomaron la decisión de involucrarse más, de conocer en profundidad y vivir inmersos en las diversas culturas.
“El viajero busca romper las barreras del tiempo y del espacio. No importa si estuviste un día, diez o cinco minutos, tiene que ver con lo que dejaste en los demás”, aseguró Eduardo. Luego agregó: “Requiere una apertura mental y una energía especial para aprovechar ese momento especial que la vida te regaló”.
Globos y chupetines, un proyecto para alegrar y endulzar el alma
La familia Giusiano recorrió el mundo, fue a la India, China, África, montó camellos y elefantes, visitó las pirámides egipcias, probó todo tipo de comidas y vivió experiencias que solo pueden igualarse con las aventuras que escribió Julio Verne.
Sin embargo, no les alcanzaba conocer nuevas culturas y sentirse inmersos en ellas. Necesitaban algo más: dejar una huella en las personas que conocieron en cada una de sus andanzas. Así es como surgió “Globos y chupetines”, un proyecto para alegrar y endulzar el alma.
“Los globos son juguetes y los chupetines un mimo dulce. Los llevamos por primera vez a la India y fue maravillosa la experiencia de compartir. Simplemente eso, jugar un ratito con los chicos y atesorar momentos para toda la vida”, dijo Eduardo.
Familia viajera: una fábrica de hacer realidad los sueños
Una vez un periodista le dijo a Eduardo: “No fue tu sueño o el de Alejandra, fueron los dos. Lograste ensamblar dos sueños muy disímiles. Recorriste cinco continentes con cuatro chicos y a la vez le diste a tu esposa todo lo que quería: una casa, mascota, navidades…”. En este sentido, Giusiano sostuvo: “Para mí eso fue como una bofetada de realidad y ahí me di cuenta realmente de lo que habíamos hecho”.
“El sueño sin una acción se diluye, no tiene que ver con los recursos sino con las prioridades. Si alguien me dice ‘voy a viajar cuando gane la lotería’, le preguntaré primero si ya compró el billete. Uno es guardián de sus sueños. Yo puse todo de mi ser para lograr los míos, pero en realidad el logro es compartido porque lo hicimos entre los seis”, finalizó Eduardo.
Si bien los Giusiano llevan más de veinte años viajando, lejos están de querer parar. Eduardo, Alejandra, Sofía, Sabrina, Matteo y Tomás tienen planes para seguir sellando el pasaporte y continuar recorriendo los rincones más recónditos del planeta.
Asimismo, Eduardo, ya escribió dos libros “Guardianes de sueños”, volumen I y II que se encuentran disponibles en su página web. El hombre, que de chico soñaba con ser Indiana Jones, tiene como meta conocer 100 países a los 60 años. En la actualidad lleva recorridos 85, ¿Cuál será su próximo destino?