Giselle Parodi es piscomotricista y profesora de tango y compartió los beneficios de esta actividad. “Devuelve la alegría de vivir”, afirmó.
Un estudio de la Universidad de Washington, de Estados Unidos, reveló hace años que bailar tango mejora el equilibrio y el caminar en las personas que tienen Parkinson. Giselle Parodi, psicomotricista y profesora de tango, explicó que esta danza permite “un manejo del espacio y del tiempo, motivado por una música armónica”.
“Muchas veces el temblor desaparece y la postura mejora en los pacientes con Parkinson. Es una actividad que genera muchísimo placer y el abrazo libera gran cantidad de endorfinas. Esto de expresarse con el cuerpo sin expresar palabras es muy importante para las personas“, destaca. Además, asegura que “el abrazo es un sostén simbólico” que lleva a trabajar con ese otro, entretenido en jugar con la música y el ritmo.
“El tango de salón tiene regalas que de a poco vamos aprendiendo. No hay una estructura coreográfica coordinada, lo puedo ir inventando con otro y es muy divertido“, valoró.
Según Parodi, esta danza fomenta la comunicación, la sanación corporal y emocional. “El leguaje corporal, el lenguaje del movimiento favorece los estados de la mente para la creatividad, para comunicarnos. Desarrolla y enriquece las posibilidades que tenemos y cuando bailamos tango, tengo que percibir al otro para moverme como un espejo y saco la creatividad para proponer los pasitos y las palabras“, describe.
Vamos para acá, para allá, demos una vuelta, un giro y la capacidad de emocionarse. La frecuencia respiratoria se activa y se siente el corazón del compañero y la compañera. Marcar el ritmo tiene un gran impacto en el ritmo y mejora las condiciones de movimiento. “Lo que pierdo por una enfermedad lo recupero a través de una danza”, subraya.
“En mis clases hay gente que está con el andador y sus pacitos miden cinco centímetros y yo puedo abrazarlos y quitarles el andador y bailar en una larga caminata tanguera. Hacer pacitos para atrás, para adelante, al son de la música, dar giros, algún pequeño ochito y la cara, la sonrisa de sentir que estamos bailando con otro, el disfrute de esta actividad es algo inexplicable con palabras“, remarca.
Para Parodi, el tango no es solamente una danza recreativa sino que es absolutamente terapéutica y sanadora porque devuelve “las alegrías de jugar, de vivir, permite pensar, recrear y divertirnos con el otro”.
Giselle ha dado clases de tango para la gente de la Asociación Parkinson Córdoba que todos los sábados de 10.30 a 12.30 organiza encuentros y talleres en el salón de la Parroquia del Espíritu Santo, de barrio Cerro de las Rosas de la Ciudad de Córdoba.