A los 60 años cumplió su sueño de tener un motorhome y recorre el país

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Dicen que todo llega en el momento justo. O por lo menos así lo siente Lía Pinciroli. Cuando era niña, sus padres tenían un motorhome y siempre soñó con tener el suyo para emprender su propia aventura. Pero pasaba el tiempo y, por cosas de la vida, eso no se concretaba. En 2019, a meses de cumplir 60 años, todos le insistían para que hiciera una megafiesta y en pleno preparativo se dio cuenta de que lo único que quería era hacer realidad su sueño y continuar el legado familiar.

A partir de ese momento, se puso en campaña para comprarse una camioneta y refaccionarla para convertirla en su nuevo hogar. Tras un largo proceso, pandemia de por medio y mucho esfuerzo, pudo salir a las rutas y disfrutar de lo que tanto anheló. “Es un viaje al interior de mi vida”, expresó en diálogo con TN.

En paralelo, comenzó a compartir su aventura en redes sociales bajo el nombre de “Mechando rutas” y no solo da consejos a los viajeros, sino que también deja un mensaje para aquellos que creen que, por ser grandes, no pueden soñar: “Para muchos, a los 60 años empieza a terminar la vida. Para mí no es un final y todavía tengo muchos proyectos para hacer. Las ganas de viajar no tienen edad”.

El legado familiar, el motor del sueño de Lía

“Qué lindo sería tener uno para mí sola”, pensaba Lía en plena adolescencia, cuando se subía al motorhome de sus padres y fue algo que durante muchos años quedó pendiente. Ese legado familiar pesaba en su memoria y en su interior sabía que en algún momento se iba a dar.

El motorhome de la familia de Lía, el legado que le dejaron sus padres. (Foto: Gentileza Lía Pinciroli)
El motorhome de la familia de Lía, el legado que le dejaron sus padres. (Foto: Gentileza Lía Pinciroli)

Con 59 años y monedas, comenzaron a llegar las preguntas sobre cómo palpitaba su cumpleaños: “Empezaron a llegar esas presiones de que cumplía 60, de que tenía que hacer una fiesta. Me enganché, hice la lista y en un momento entré en razón y dije ‘no soy fiestera, ¿qué estoy haciendo?’”.

Ante esa situación, sus hijos le preguntaron qué tenía ganas de hacer sinceramente. “Me querría comprar un motorhome”, deslizó y los tres jóvenes la alentaron a que fuera por ello. “¿Qué estás esperando? ¡Dale!”, la animaron.

La mujer, que es de Villa Gesell, pero en ese momento vivía en Córdoba, se decidió y comenzó a averiguar para conseguir la camioneta. En su familia, le habían recomendado una específica y ella fue con esa data a buscar.

“Quería una Sprinter. Cuando fui, me dijeron que era imposible ahora porque no estaban entrando ese tipo de modelos. Me estaba yendo y me volví para dejarle mi número. ‘Por las dudas, cualquier cosa llamame’”.

Estaba camino a su casa cuando le sonó el celular y era el vendedor que le tenía una inesperada noticia, casi por arte de magia: “No te mentí. Cuando viniste no había ninguna, pero recién me acaban de avisar que entra una y es justo la que vos querés”. En ese preciso instante, dio la vuelta y fue directo a dejar la seña. Esa camioneta estaba destinada y parecía tener su nombre.

“Cuando las cosas tienen que ser, se dan fáciles y todo se vuelve perfecto”, dice ella. Una semana más tarde, tenía el vehículo listo para empezar a preparar.

Lía, mientras refaccionaba la camioneta para salir a las rutas. (Foto: Gentileza Lía Pinciroli)
Lía, mientras refaccionaba la camioneta para salir a las rutas. (Foto: Gentileza Lía Pinciroli)

En ningún momento sus hijos se opusieron e, incluso, fueron quienes la alentaron a hacerlo. Sin embargo, amigos y conocidos no lanzaron buenos comentarios al principio. “Vos estás loca”, “vas a parecer una pendevieja”, “no sabés nada de mecánica”, le dijeron y hasta plantearon: “Estás en una edad en la que te podés enfermar y vas a estar sola en el medio de la ruta”.

“Me puedo enfermar en la casa rodante, en mi casa o en la ruta, como todo el mundo. ¿Romperse algo? Sí. Pinché ruedas y me quedé sin gasoil, pero siempre hubo gente que paró y me ayudó. Soy rebelde y no los escuché, y acá estoy”, manifestó Lía.

El nacimiento de “Mechando Rutas”

El primer paso estaba dado: la camioneta ya estaba en sus manos, pero ambientarla para poder hacer viajes largos y cómodos no fue tarea de un día. Para eso, sus hijos fueron fundamentales y cada uno aportó desde su lugar un granito de arena: “Mi hija mayor es arquitecta y me ayudó en el diseño del interior. Mi hijo varón me daba consejos de qué cubiertas tenía que usar o qué ventana. Mi otra hija estudió publicidad y fue la que me sugirió que abra redes sociales”.

“Mamá, ¿vos tenés Instagram?”, le preguntó y, ante la negativa, se encargó de crearle uno con linda estética. Había que ponerle un nombre que, según cuenta, salió bastante rápido con un juego de palabras: “Mecha sola no, Mecha es una casita. ¿Qué voy a hacer? Voy a conectar o mechar lugares, rutas. Ahí nació ‘Mechando rutas’”.

Lía, en una de sus aventuras. (Foto: Gentileza Lía Pinciroli)
Lía, en una de sus aventuras. (Foto: Gentileza Lía Pinciroli)

Aunque le parecía una gran idea, nunca creyó que tendría muchos seguidores. Hoy cuenta con más de 100 mil y está agradecida con el feedback que recibe a las publicaciones.

“Muchos jóvenes que sueñan con viajar evacuan sus dudas cuando se encuentran con una señora grande que se animó a hacerlo. Muchos me contactaron cuando todavía pensaban comprar el vehículo, me cuentan cómo siguió el proceso y después mandan foto de su primer viaje”, relató.

“Una vez, me consultaron si podía dar algunos tips de viaje y yo no sabía qué era eso. Fui corriendo a preguntarle a mis hijos”, dijo entre risas.

En esa línea, agregó: “Una señora me contó que no se animaba a viajar. Hablamos bastante y cuando finalmente lo hizo me mandó foto. Para mí es una devolución y por eso lo vivo como lo vivo. Tenemos que abrirnos a que nos pasen estas cosas porque descubrí un mundo maravilloso con la gente”.

“La realidad es que uno debería nacer con el privilegio de poder decidir y hacer lo que uno quiere, sin seguir los mandatos”, reflexionó.

Recordar, soñar y vivir

Pinciroli recorrió casi todo el país varias veces. Le gusta repetir destinos porque dice que no es lo mismo visitar un lugar en verano que en otoño. Tampoco da igual visitar un espacio siendo chica a visitarlo con una vida encaminada.

“Hacer esto es remover la infancia, traer de vuelta momentos mágicos y crear nuevos momentos también. Me siento esa nena que soñaba con tener su propia camioneta y sigo maravillada con el país que tenemos”, sostuvo, nostálgica.

La camioneta, en uno de los paisajes más lindos. (Foto: Gentileza Lía Pinciroli)
La camioneta, en uno de los paisajes más lindos. (Foto: Gentileza Lía Pinciroli)

En ese sentido, narró: “La Cuesta de Miranda, yendo a Chilecito, la he hecho varias veces. La primera vez que la hice sola, se me vino a la mente cuando tenía 16 años y fui en la casita con mi familia. Dormía y mi mamá nos despertó a mi hermano y a mí para que disfrutáramos la vista. Volaban piedras, la ruta era terrible porque era de ripio y yo no entendía nada. Mucho tiempo después, cuando volví a pasar, escuchaba la voz de mi mamá y me transporté a ese momento”.

Anticipó que el año que viene planea viajar a Brasil y recorrer 600 kilómetros. Todavía espera continuar la aventura que empezó hace casi tres años en las rutas argentinas: “¿Hasta cuándo lo haré? No sé. Un día me voy a bajar y voy a decir ‘ya está’. Ese día me haré motoquera, ya avisé”.

Fuente: TN

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