Sergio Siepe está viviendo un sueño. Descubrió la magia siendo un niño y desde ese entonces se encendió en él una curiosidad que creció con los años. No, claro, nunca imaginó que podía llegar a vivir de eso. Su familia decía que tarde o temprano se le iba a pasar eso de ser mago; incluso, durante una competencia, un jurado le dijo: “No decepcionas porque lo que trajiste es una mierda”. Sin embargo, la perseverancia y la sed de revancha lo coronó e hizo que se ganara un puesto directo en el Mundial de Magia 2025.
“Creer en la magia” es su mantra, el mismo que lo llevó a conocer diferentes partes del mundo hasta encontrar su lugar: Italia. Allí está instalado desde los veintitantos y fue en ese país en el que demostró no solo fortaleza, sino creatividad y pasión por el arte.
“Mamá, quiero ser mago”: el día que marcó a Mario “Starman”
Sergio tenía 9 años y había ido a la casa de un amiguito. El nene, de la nada, le dice “soy mago”. Lo miró incrédulo. “¿De qué hablas?”, preguntó, con un tono un tanto burlón. El chico le mostró un acto de magia sencillo, pero que quedó resonando en la cabeza de Siepe.
“Sentí algo. Cuando volví a casa llegué y fui corriendo. Mamá, quiero ser mago”, recuerda en diálogo con TN. A partir de ese momento, comenzó a tomar clases de magia.
En ese sentido, destacó cómo lo ayudó a desenvolverse mejor y a socializar: “Siempre fui muy tímido. Empecé a estudiar y aprendí a esconder esa timidez a través de los objetos. Me empecé a abrir al mundo aunque, ahora que lo miro con otros ojos, la magia era la que me estaba abriendo al mundo. Te da la seguridad. Encuentro en ella la posibilidad de sorprender a quien está del otro lado”.
Durante su adolescencia, se dedicó a interiorizarse un poco más en los diferentes actos y a conectar con el público. “Mientras todos jugaban a la pelota, yo creaba cosas. Tenía 15 o 16 años y meiba a Puerto Madero a hacer magia a los restaurantes”, contó.
Asimismo, agregó: “Nunca tuve un buen pasar familiar, me tenía que conformar con lo que había. Eso jugó un poco a mi favor porque tenés que desarrollar la creatividad y ahí es adonde se desempeña la propia magia”.
Sin dudar, su inspiración siempre estuvo basa en magos que rompieran las reglas, casi considerados “locos”, como David Williamson y Juan Tamariz. “Para mí esa locura es magia”.
Una vez que terminó el colegio, además de seguir experimentando, decidió estudiar informática. Es que había algo que le hacía creer que la magia no era un estilo de vida: “Siempre que le preguntaban a mi mamá sobre la magia, decía lo mismo. Antes o después se le va a pasar. Pensaba que era una moda y no”.
A los 22 años eligió emigrar: “La Argentina es un país que no te permite crecer y así lo viví yo, eso me hizo alejar. Siempre supe que no iba a vivir allá y tampoco volvería. No siento que sea mi casa”.Probó en Estados Unidos, pero no se acopló: “Era muy plástica la vida allí, muy de mentira. No sentía que era mi lugar y después de unos meses me vine a Italia, que tenía familia y me encontré con otra realidad”.
Italia, el país que lo vio frustrado y que también lo vio renacer
En Italia, el panorama fue otro porque todos decían que para vivir de la magia debía trabajar con los niños, algo que nunca había intentado. Allí, se puso en contacto con colegas que le enseñaron a tratar con los más chicos: “Me fascinó. Es maravilloso porque te abren a lo improbable, a la inocencia”.
Sin embargo, era un poco más complicado de lo que pensaba. Primero había que generar un ingreso para pagar un departamento y los alimentos. Aprovechó sus conocimientos en informática y entró en una empresa que le permitiera vivir.
Fueron un año y medio de puro trabajo para ahorrar, mientras que en sus tiempos libres buscaba cómo entrar en el mercado de la magia. Un día, Sergio llegó a la casa y le comentó a su novia que no estaba contento: “Tengo la sensación adentro de lanzarme a la magia”.
“Sergito, hacé lo que sientas”, le dijo ella y confió plenamente en él. El hombre renunció a su trabajo y emprendió la búsqueda de eso que tanto deseaba: dedicar la vida a su gran pasión.
“Al principio era bastante desastre, pero con una visión. El primer año me fue bien; el segundo no tanto y no llegaba a pagar la renta, pero seguí y seguí. Mi objetivo en principio no era tener plata para ahorrar, sino para vivir y cuando empecé a vivir, conocí el mundo de las competencias”, narró y se autobautizó Sergio “Starman”.
No es con cartas, ni con varita mágica, ni palomas que desaparecen. Sus actos se basan en situaciones de la vida cotidiana como una historia de amor o lo que pasa mientras un barrendero intenta limpiar. “Imagino a partir de lo más simple para crear magia. Cuando empecé, creé robots que le dan vida y movimiento al acto. Tengo que pensar no solo el truco, sino en cómo engañar a la gente y a mí mismo”.
“De niño, para mí era un sueño ir al campeonato de la Federación Internacional de Sociedades Mágicas (FISM) como espectador, ni como participante”, afirmó. En 2011 empezó a acudir a los nacionales italianos y en 2014 se presentó a competir en la FISM Europa.
El resultado que obtuvo no fue lo que esperaba. Uno de los jurados no tuvo pelos en la lengua a la hora de opinar sobre su acto: “Sergio, vimos tu camino. No nos decepcionaste, nos trajiste una mierda”.
Lo descolocó, lo dejó sin palabras y lo hizo repensar: “Yo tengo que abandonar los concursos, pensé. Fue muy fuerte, muy duro. Pero volví a mi casa, respiré y dije ‘voy a hacer una pausa’”.
Dos años se tomó para empezar de cero, desaprender y volver a las pistas. “Ensamblé una idea en 2016 y la practiqué hasta que quedó”. Un año más tarde hizo un pequeño show en Las Vegas y también pisó los estudios televisivos de Italia: la reacción positiva del público era la prueba de fuego que necesitaba para seguir.
En 2018 fue a Corea y fue premiado, otro impulso más. “De ahí en adelante cambié toda la magia y me llevó a ganar varios premios”, señaló y sostuvo que la pandemia enfrío un poco la situación. De todas formas, le sacó provecho a las redes sociales para atraer aficionados.
Próximo objetivo: consagrarse campeón mundial
Este año fue multipremiado y obtuvo el primer premio para el campeonato italiano. Coronarse le abrió las puertas para la competencia europea 2024 y le aseguró un puesto directo en el Mundial 2025.
Su último acto presentado es el barrendero: “Le doy una patada al tacho de basura, se enoja y me responde. Lo vuelve a poner en su lugar y se revela, ensucia todo. Se vuelve un escenario mágico de una situación que le podría pasar a cualquiera. La puesta en escena y el clima que se genera es fundamental”.Play Video
“Lo que hago es jugar con lo que no se ha hecho. Es un arma de doble filo porque te puede ir bien o te puede ir mal. Aquella vez me rechazaron porque experimenté algo y no funcionó, pero reformarlo ahora es lo que me llevó al podio”, manifestó.
“Starman”, que es miembro de las 4F de Estados Unidos, insiste que nunca pensó vivir de la magia, pero que poder hacerlo es un sueño: “La magia no es un trabajo, es un regalo, un don que me dio la posibilidad de vivir de lo que amo. Pasaron los años, tengo 45 hoy y todavía tengo mucho camino por recorrer”.
Soñando despierto, se ve con todo el potencial de quedarse con el título en 2025: “Sé que voy a ganar”.
FUENTE TN