Lucía Caruso dejó Mendoza siendo muy joven para continuar su carrera como pianista. Hoy, 24 años después, cuando su éxito se expandió desde Nueva York hasta Europa, su música volvió a la Argentina. Además, se convirtió en la voz de las mujeres en la industria de la composición para cine, donde aún son minoría.
Entre sus reconocimientos, se incluyen tres premios de la Sociedad Estadounidense de Compositores, Autores y Editores; recibió el galardón en la categoría Mejor Cineasta Emergente Documental en el Pabellón Americano del Festival de Cine de Cannes en 2019 por su composición para el documental Death Metal Grandma. Además, en marzo de este año, fue una de las 10 mujeres elegidas para presentar su composición en el evento del Día Internacional de la Mujer organizado por la ONU.
A sus 19 años, Caruso no había conocido un entorno distinto al de su familia, pero con el apoyo incondicional de sus padres, decidió emigrar a Nueva York para continuar su carrera, ya que había recibido una beca para estudiar la licenciatura en piano clásico en la Manhattan School of Music.
Este paso tuvo un impacto importante en su vida, recuerda que fue como un “shock” dejar su casa, donde también vivía su abuela y era un ambiente muy familiero: “Al principio, me costó adaptarme un poco porque fui directamente desde Mendoza hasta Nueva York. Yo no hablaba inglés y fue una superaventura. Luego de un año o dos, empecé a adaptarme cada vez más y después me sentía en casa, porque esta es considerada la capital del mundo”, aseguró en diálogo con TN.
Caruso creó un nexo con extranjeros de distintos países en su misma situación, todos lejos de sus parientes, nueva familia multicultural la ayudó a reajustarse: “Hay muchas culturas con distintos códigos y, después, descubrí que uno es uno donde esté en el mundo. Uno crea su propio ambiente, lo que te rodea es parte de uno”, destacó.
Sus amigos también se convirtieron en un gran soporte cuando su padre murió, al poco tiempo de haber llegado a Nueva York. En Estados Unidos, su colega María Connor la ayudó a continuar con su carrera después de esta pérdida y recibió el impulso de la Sorel Organization, que apoya a las mujeres dedicadas a la música en la búsqueda de oportunidades laborales. Caruso, además, se convirtió en miembro de esta organización en 2016.
Vocera de una minoría
La trayectoria de Caruso se fortaleció con el tiempo. Hizo la maestría en composición y música de cine en la Universidad de Nueva York, cofundó la orquesta Manhattan Camerata y la compañía Light & Sound Film Scoring con su esposo, Pedro Henriques Da Silva. Asimismo, es profesora de piano, compone para cine, para concierto y también dirige e interpreta sus obras.
Esa determinación que tiene desde los 12 años, cuando supo que quería dedicarse a la música por el resto de su vida, la ayudó a construir su camino. Sobre todo, logró plasmar su nombre en el mundo cinematográfico, donde ella representa a una minoría.
Este es uno de los ámbitos en el que todavía predominan los hombres. Caruso es compositora e intérprete, algo poco común en este ámbito. “Para mí ha sido muy difícil, son como tres carreras en una y he notado la falta de oportunidades para las mujeres en composición de películas, que representan un 3%. Antes de la pandemia, era un 2%; ahora, subió, lo cual quiere decir que va en mejoría, pero muy levemente, y todavía no se ve la igualdad en la composición de música clásica en orquestas principales del mundo donde hay, más o menos, un 5% de mujeres programadas como compositoras. Estamos un poco lejos todavía de una igualdad de género en este ámbito y se debe a muchas razones”, señaló.
Como explicó, el mundo de la música clásica y cinematográfica sigue siendo conservador. Otra de las razones expuestas por Caruso es la complejidad de la profesión para equilibrarse con otros proyectos ya que la composición de bandas sonoras debe completarse en dos o tres semanas después de que termina la filmación. “Eso significa muchas noches sin dormir, muchos viajes, muchas grabaciones. Las mujeres, a diferencia de los hombres, se tienen que cuestionar si tienen una familia o una carrera”, apuntó. Sin embargo, aclaró que las mujeres sí consiguen el equilibrio entre ambos aspectos de sus vidas, pero siempre deben evaluar las decisiones con más detenimiento que los hombres.
Además, el motivo de mayor peso es que hay pocas oportunidades para las mujeres que quieren ser compositoras porque, históricamente, no era común que las músicas desempeñaran este rol. Si bien Caruso lo logró gracias a su perseverancia, disciplina y pasión por el trabajo, es consciente de estas dificultades y decidió abocarse a resolver este problema.
Parte de su activismo incluye una participación en el Festival de Cine de Cannes de este año. Además de hacer una presentación de música de cine, expuso en un panel de discusión sobre el tema de la falta de mujeres en la industria por obstáculos que ella misma encontró alguna vez. “Simplemente estoy hablando lo más posible para que la gente tome conciencia de esto, que no ha sido fácil. Entre muchos rechazos, lo que vale son las cosas que he ganado, pero sí hubo rechazo, sí hubo luchas y hubo sacrificio en el medio, no me fue fácil”, remarcó.
De vuelta a su tierra
El 8 de marzo de este año, la ONU celebró el Global Women for Peace (Mujeres del mundo por la paz) y convocó a 10 mujeres para presentar sus composiciones. Las elegidas eran representantes de Francia, Siria, Korea, Estados Unidos, Ucrania, Sudáfrica, China, Irán, Puerto Rico y, como latina y única argentina, se encontraba Lucía Caruso.
Para ella, no solo es un honor representar a Argentina en este y otros eventos internacionales, sino que también la emociona que sus composiciones sean interpretadas en su tierra. “Se siente realmente muy lindo cuando empiezan a reconocer tu labor de muchos años en tu propio país”, aseguró. Por este gran paso, agradece a la Asociación Argentina de Compositores, que le permitió darse a conocer en Buenos Aires cuando la eligió como miembro. Esto le ha presentado oportunidades en el país, entre ellas, la composición de Cóndor de fuego, que fue interpretada por la Banda Sinfónica de Mar del Plata como parte de la conmemoración de los 40 años de la guerra de Malvinas.
Este es uno de los logros que más la emocionan, ya que, a pesar de vivir en el exterior desde hace más de 20 años, Mendoza y Argentina siguen muy cerca de ella. Su país natal está en todas sus partituras y en parte de un documental sobre su vida llamado Forte (transmitido en Apple TV y Google Play). “Cuando compongo, siempre tengo presente la majestuosidad de los Andes. Es como si, espiritualmente, nunca me hubiese ido”, aseveró.
Al recapitular su trayectoria, Caruso insistió en su gratitud por el apoyo de su familia, amigos de la infancia, y compartió una lección aprendida que espera que se convierta en inspiración para otros: “A veces, parece que no está pasando nada, pero al mirar para atrás después de tantos años, uno ve lo que hizo y dice ‘parece que sí estuve avanzando’. Hay que redefinir la palabra ‘éxito’”.
Fuente: TN