POR CLAUDIO AVRUJ, DIRECTOR DE OPTIMISM
Si me preguntan qué sentimiento me despierta este 25 de mayo de 2023, mi respuesta es de esperanza.
Me sumo a los millones de argentinos que miramos los hechos históricos que dieron lugar a nuestro nacimiento como Patria para aprender las lecciones y tomar la posta que “los revolucionarios” nos legaron en la construcción de un futuro mejor para todos.
Nuestra historia de libertad, independencia y desarrollo nace en aquel 1810. Ese es el único y verdadero motivo que nos debe de convocar y reencontrar como ciudadanos hoy.
Estamos transitando los meses previos a una trascendental contienda electoral que debe marcar el comienzo de un cambio profundo que permita el despliegue pleno de nuestra democracia. Son muchas las deudas que deben saldarse.
Tenemos, como país, un escandaloso atraso en la atención y respeto de los derechos humanos pensados en lógica de desarrollo humano que deja a la deriva a casi la mitad de nosotros.
La educación, la salud, la economía, el medio ambiente, y la vida institucional se encuentran en un estado de retroceso y degradación que debe preocuparnos. Pero, como sabemos, las crisis nos presentan desafíos. Siempre somos dueños de las decisiones que tomemos.
Frente a este escenario desolador debemos apostar a la creencia que es posible revertirlo. A un convencimiento genuino que no cree en magias o hechizos sino que se esperanza en el potencial de la gente. En las posibilidades del trabajo y esfuerzo compartido. En la transparencia y sinceridad de los actos. En la inspiración del bien común como objetivo irrenunciable.
De pequeño en la escuela cantábamos el sol del 25 viene asomando. Necesitamos volver a recorrer sus estrofas, recuperar la gesta de los patriotas en el presente para asegurar un porvenir definitivamente mejor que nuestra realidad triste y abrumante.
Necesitamos inspirarnos para hacer una revolución cultural basada en valores que nos haga definitivamente mejores.
