Una vida sin barreras: tiene atrofia muscular espinal y viajó al Mundial de Clubes

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En una vida plagada de impedimentos, este ferviente hincha Millonario nos enseña que jamás hay que rendirse.

POR TOMÁS ROBBIO

Francisco Díaz Luzuriaga, de 31 años, es un joven periodista deportivo y fanático de River que nació con atrofia muscular espinal, una enfermedad genética que ataca las células nerviosas de la médula espinal, la cual le detectaron cuando tenía apenas dos años de vida.

Un respirador artificial y una silla de ruedas son los elementos que lo acompañan a diario y que le permiten seguir con su vida rutinaria. Vive continuamente con un enfermero, y uno de ellos cuenta: “Francisco es una persona muy independiente y de un carácter muy carismático”.

La comodidad no es algo que quepa en su vida, porque desde pequeño siempre luchó y atravesó un sinfín de arduos obstáculos que hoy dieron frutos: se recibió de bachiller en el Colegio Champagnat (2007) y es periodista deportivo egresado de la escuela DeporTEA (2010).  

Cuando Francisco tenía 13 años falleció su padre, un hombre que destinaba su vida para acompañar a su hijo. Fue otro golpe duro que se le impuso y del que también siguió adelante. Así como la fe mueve montañas, la fortaleza de este periodista deportivo es capaz de mover universos. 

“Lo difícil se hace, lo imposible se intenta” se ve marcada con tinta esa frase en uno de sus brazos, y vaya si es un fiel testigo de ello: Francisco viajó a Japón en diciembre de 2015 a ver a River en el Mundial de Clubes, pese a todas las adversidades que se le anteponían por su salud. Sin embargo, se convenció de que quería lograrlo y sin más, lo hizo.

Estuvo 9 días en el país asiático y a través de un colega consiguió la entrada para ver a River en la semifinal y en una hipotética final. No obstante, no fue tan sencilla la cuestión: resulta que Francisco estaba en Narita y los boletos debía buscarlos por el hotel donde se encontraba el plantel millonario, en Osaka, a unos 400 kilómetros de donde estaba él.

Según cuenta, se tomó el tren bala que lo traslada a la gran ciudad portuaria, pero un erróneo cálculo de tiempos hizo que no llegara en el horario pactado. Acto seguido fue hacia al estadio a comprar las entradas y se encontró con que el precio era muy elevado y no tenía el dinero suficiente, ya que él tenía en cuenta que las entradas las conseguía.

Todo se tornaba gris y las ilusiones de Francisco de poder ver a su equipo se esfumaban lentamente. Mientras regresaba al hotel llorando y con la tristeza que lo invadía por completo, se cruzó con algunos hinchas del América de México que le preguntaron qué le pasaba.

Fran, con un tono resignado y cabizbajo, les comentó la situación con sus entradas, a lo que los fanáticos de las Águilas le respondieron: “Nosotros sacamos dos entradas para ese partido, porque creíamos que íbamos a llegar a las semifinales y jugar con River, pero eso no sucedió. Así que te regalamos las dos entradas que las vas a disfrutar mucho más que nosotros”.

Envuelto en llanto -ahora de emoción-, Francisco les agradeció enormemente a los amigos mexicanos y se fue directo hacia el estadio porque ya era tarde. Llegó para el segundo tiempo y pudo ver el gol de su equipo que derrotó a Sanfrecce Hiroshima y accedió a la final frente a Barcelona.

Aunque parezca raro, “Pancho” dice que no se considera un ejemplo, que hay muchas otras personas que sí deberían considerarse, pero no él. Con esa humildad vive a diario y está rodeado de familia, amigos y amigas que lo quieren: “Son mi sostén”, confiesa.

En la época escolar, cuando tenía alrededor de 6 años, aún podía escribir con sus propias manos. Dada la atrofia muscular que fue evolucionando, debió comenzar a escribir siempre en la computadora y con el teclado virtual. Si bien, tarda un poco más, no fue un problema para él.

¿Cómo viviste la etapa del colegio, te sentiste uno más?

Sí, siempre me sentí uno más. Tanto en la etapa escolar como en la facultad. Siempre tuve amigos y compañeros que me lo hicieron sentir de ese modo.

¿Cuál es tu sueño en esta vida? ¿Lo pudiste cumplir?

Mi sueño es ver a River campeón del mundo. En Japón estuve muy cerca, pero no se me dio. Espero tener otra oportunidad y poder cumplirlo. Por suerte pude verlo campeón en la Copa Libertadores 2015.

¿Por qué decís que no te considerás un ejemplo?

Te voy a ser completamente sincero: mi enfermedad requiere bastantes cuidados que no los tengo ni los quiero tener. Debería ir al médico muy seguido y realizarme chequeos, pero no lo hago. Le doy muy poca importancia a mi enfermedad. Vivo como puedo y dentro del cómo puedo, como quiero. Hago muchas cosas que están mal sabiéndolas y me hago cargo de todo.  Asumo las consecuencias sin joder a nadie.

¿Sos de vivir el día a día o a veces pensás en un futuro?

A pesar de que soy muy estructurado, pienso mucho en el futuro inmediato, aunque no a largo plazo. Considero que no me queda mucho tiempo al máximo nivel, porque mi enfermedad es degenerativa y avanza. Con “máximo nivel” me refiero a viajar y hacer una vida normal dentro de mis posibilidades.

Al margen de lo que utilizás para vivir, ¿hay algo que no te puede faltar?

Sin dudas, la cancha. Cuando estoy ahí me olvido de todos los problemas que tengo y me siento feliz. No encuentro un lugar mejor en donde despejar mi cabeza y estar en un estado de felicidad total. Siento que sin la cancha no podría vivir.  

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