Erika y Cristian dieron el sí en Corrientes. Juntos decidieron que Mía los acompañe al altar.
Pasaron 11 años para que Erika y Cristian decidieran casarse. En Corrientes, precisamente en la ciudad San Luis del Palmar, la pareja compartió su boda con su pequeña perra Mía que los acompañó al altar. Su mascota fue quien captó las miradas de los familiares y amigos al ingresar a la celebración, convirtiéndose en una inesperada pero tierna dama de honor.
La historia
Erika reveló que adoptó a su perra luego de una inundación que sufrió la localidad correntina en la que actualmente residen: “Fue en 2017. En ese entonces trabajaba en otro pueblo y mi hermano me llamó para decirme que la habían abandonado. Ella siempre venía a comer y mi papá la asistía, pero regresaba a su casa. Le pedí a mi hermano que la llevara al lugar al que ellos fueran. Pero en la desesperación de levantar las cosas y demás, se nos volvió a perder”, expresó Erika.
Una vez instalados en otro pueblo, la mujer regresó a San Luis del Palmar con el propósito de encontrarla. “No la veía por ningún lado. Publiqué su foto en redes sociales diciendo que era mi perra. En realidad no lo era, pero pensé en que si sus dueños la habían abandonado en esa situación no la querían”, agregó.
“Empecé a recorrer los refugios de animales, las escuelas y no estaba en ningún lado. La verdad es que me lloré todo porque no la encontraba. Fue un vecino el que me dijo que la tenía. Ella regresó nadando cinco cuadras hasta su casa, estaba prendida en un arbusto”, recordó Erika. “Entonces fui, la busqué y desde ahí no nos separamos. Hasta la llevo a la peluquería. Somos inseparables”, continuó.
Cómo surgió la idea de que Mía sea la “dama de honor”
“Originalmente esa no era la idea. En el proceso se fue dando. Esa noche mi hermano la buscó por casa, hicimos la sesión de fotos y le sacamos la correa para que se sintiera más cómoda. Quedamos sorprendidos con su comportamiento”, narró Erika.
Cristian sostuvo, al igual que su esposa, que todo “se fue dando naturalmente”. Y explicó: “En la sesión de fotos se sentó arriba del vestido y nos acompañó en los momentos principales del casamiento. No se separó de nosotros ni en la pista de baile”.
La pareja correntina se conoció en una fiesta de un amigo en común y desde aquella noche recorren juntos el mismo camino. “No tengo muchas amigas, pero mi perra es incondicional, no podía faltar esa noche. Vamos a la playa y ella viene con nosotros. Es inseparable. Es nuestro amor”, dijo Erika. “Disfrutó del momento. Pensamos que por la música o la gente iba a estar tímida. La idea era que ingresara con nosotros y traerla nuevamente a casa. No pensamos que se iba a quedar tanto”, completó Erika.