El joven de 17 años rindió desde Buenos Aires para ser admitido en la Universidad de los Estados Unidos. “Para mi familia era imposible pagarlo, cursar en esa facultad cuesta 80 mil dólares al año”, contó.
Lisandro Acuña acaba de terminar el secundario, vive en Villa Pueyrredón con sus papás y su hermana y en unos meses cumplirá el sueño de estudiar en la Universidad Stanford, en los Estados Unidos.
Hace unas semanas, le confirmaron que tendrá una beca completa y podrá comenzar la carrera de Symbolic Systems (Sistemas Simbólicos). La universidad le cubre los 80 mil dólares por año, más de 300 mil en total para toda la carrera.
Fueron meses de trabajo, primero para aplicar a la universidad – con la ayuda de otra beca que obtuvo de la Embajada de Estados Unidos – y después para postularse, que entregó dos exámenes y varios ensayos sobre su vida en noviembre de 2021. Finalmente, el 15 de diciembre a las 9 de la noche, le confirmaron que lo esperaban en septiembre para comenzar la cursada en California.
Sin certezas de conseguir la beca y de incluso entrar en la universidad porque aceptan a uno de cada 20 postulantes, el 14 de diciembre le pidió a un amigo que estuviera con él cuando llegara la notificación. Para su alegría, leyó la palabra “Congratulations” que era un rotundo sí.
Cuando recuerda los últimos meses antes de presentar la postulación, Lisandro reconoce que fue un proceso muy estresante y un poco tedioso: “Mucha gente me decía que sí o sí iba a entrar, pero con un cinco por ciento de aceptación era difícil. Además, yo necesitaba una beca completa” cuenta Lisandro.
Obtener un gran “Sí” como respuesta
En las semanas previas a ser aceptado, Lisandro se levantaba pensando en las múltiples y diferentes maneras en las que podría haber cambiado los ensayos que envió: “Una palabra o hasta una coma que creía que podía modificar el resultado”.
El joven estaba muy nervioso a tal punto que llegó un momento en que su mamá Gabriela, para tranqulizarlo, le prohibió que le contara cómo habría hecho de otra manera las cosas. “Yo tenía muchas dudas sobre mis posibilidades y mi mamá apostó a que iba a entrar”, admite.
El 15 a la tarde llegó su amigo Gonzalo para acompañarlo a recibir el resultado: “Le dije que había muchas chances de que no me la dieran y de que estuviera muy triste. No podía entrenar, correr, ni dormir. Hice una torta, y a las 8 me fui a dormir para que pasara más rápido el tiempo”.
La sorpresa de la familia
Los papás de Lisandro tenían mucha fe de que lo iban a aceptar. Sin decirle nada, invitaron a los familiares más cercanos que esperaron detrás de la puerta de entrada para, en caso de que fuera admitido, celebrar con él.
“Cuando llegó la noticia éramos como 30 festejando en mi habitación. Yo seguía sin caer, era un sueño enorme para mí que se hacía real. Estaba en las nubes. Fue un día muy emocionante y toda la siguiente semana yo seguía llorando de la emoción y recordaba todo lo que me había preparado para eso”, recuerda.
La carrera que estudiará
Lisandro eligió una carrera que mezcla neurociencia con programación: “Estudia la mente desde la computación y la inteligencia artificial. Me interesa mucho porque desde muy chico me gusta mucho la matemática y cómo se aplica la inteligencia artificial para hacer algoritmos es algo que me fascina”.
Según explica Lichu, la beca es por alrededor de 80 mil dolares al año y para su familia era imposible de pagar: “Era muy importante que me la otorgaran porque como le debe suceder a muchos argentinos, el valor en dólares es inalcanzable. Si me aceptaban sin beca no iba a poder viajar”.
La historia de Lisandro y la matemática
Sus papás Adrían y Gabriela recuerdan cómo empezó su pasión por la matemática. “A los ocho años, lo mandábamos a natación pero a él no le gustaba. Un día se quiso ir de la clase, pero nosotros estábamos trabajando y no podíamos irlo a buscar. La profesora del taller de matemática lo invitó a que se quedara y ahí empezó todo”.
Era muy chiquito cuando participó de su primera olimpiada de matemáticas. “Era un enano en las primeras que empezó a ganar. Imaginate para mí y para Gaby era algo impresionante. Me acuerdo de verlo en puntitas de pie en un aula magna. Él todo chiquitito anotaba en los pizarrones sus ejercicios y los defendía delante de otros alumnos y profesores”.
A los 10 años, el chico les dijo a sus padres que quería estudar la secundaria en la ORT. “¡Le preguntamos dónde quedaba! -recuerdan los papás de Lisandro- Empezamos a averiguar. Sabíamos que no estaba a nuestro alcance pero los sueños de Lichu siempre fueron así y le pedíamos a Dios que nos ayude. Pudo hacer una inscripcion y lo becaron. Fueron 5 años excelentes”.
El sueño de Stanford
Adrián afirma que su hijo eligió Stanford por el polo tecnológico de Silicon Valley: “Sabíamos que la capacidad le daba y teníamos que volver a empezar otra vez para conseguir las becas porque no había otra manera de costearlo”.
Por su parte, su mamá destaca no solo el nivel académico sino la calidad humana de Lisandro. También su vocación de servicio para ayudar a sus compañeros de colegio que lo llevó a idear aplicaciones para hacerle más fácil la vida a otras personas.
Una historia marcada por el esfuerzo y la superación
Lisandro no habla del camino recorrido que lo llevó hasta este reconocimiento a su constancia y trabajo. Hace algunos meses fue noticia al quedar como finalista entre los mejores estudiantes del mundo del Global Student Prize. El joven, que llegó a competir en el Mundial de Matemáticas de 2020, creó junto a tres amigos “Lecto”, una aplicación gratuita que consiste en un editor de texto con características especiales que facilitan la lectura y la escritura a personas con dislexia.
Su mamá Gabriela destaca que desde chiquito siempre se destacó: “Fue abanderado en el jardín pero jamás pensamos en que iba a estar por ir a la universidad de sus sueños. No solo económicamente desde ya, pero aparte, por impensado. No teníamos los medios para luchar por ello. Si algo lo caracteriza es que es perseverante y busca lo que quiere hasta que lo encuentra”.