POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Fanático de la música, y del rock en todas sus variantes, Freddy Berro lleva una vida vinculada a las canciones. Su sangre no se mide en denominaciones comunes, sino en acordes. La melodía de esta entrevista nos lleva al origen de su historia vinculada a la música. Un, dos, tres, cuatro…
– ¿Cuál es tu primer contacto que recordás con la música?
Corría el año 1967 (ya tenía 11 años) y ante el fallecimiento de mi abuela, mi abuelo vino a vivir a mi casa. Con él vinieron una serie de muebles y entre ellos uno que cambiaría mi vida radicalmente: el combinado.
Hasta ese entonces no había en mi casa un aparato para reproducir música, la única radio que poseía era una spica. Sí, esa que tenía estuche de cuero y que se hizo pelota contra la vereda el día que River perdió la final de la Copa Libertadores contra Peñarol en el año 1966 (pero eso será otra historia).
El combinado del abuelo vino a empezar a llenar de música mi vida. En casa, mis viejos no eran muy amantes de comprar discos, por eso cuando cumplí los 13 años recibí como regalo de cumpleaños dos discos LP: “Lo mejor” de Mat Monroe y “Grandes éxitos” de Lafayette y el último modelo del tocadiscos winco. Me habían regalado plata también así que no dudé en ampliar la colección: “Anochecer de un día agitado” de Los Beatles, “Grandes éxitos” de Los Monkees, “Impacto” de Palito Ortega” y 2 simples: “Massachusetts” de Los Bee Gees y “La Balsa” de Los Gatos.
También recuerdo que de adolescente, tenía un grupo de amigos muy grande del club, éramos como 40 y nos la pasábamos cantando todo el tiempo. Una amiga de ese grupo me prestó su guitarra, copiaba en un papel a cualquiera que estuviera tocando, dónde ponían los dedos y luego iba y practicaba en mi casa. La historia que sigue es muy larga, la resumo en decir que terminé siendo profesor de música de chicos de primaria y secundaria en distintos colegios.
– ¿Qué representa para vos la música?
La música es mi vida, parece una frase remanida pero es así de cierto. No hay un día que no esté escuchando discos y/o tocando la guitarra o el piano. A principio de la década del 70, cuando se iba gestando el movimiento del rock argentino, los adolescentes queríamos ser parte. Cuando me convencí que mi participación no iba a ser arriba de un escenario, comencé a convertir todo lo que compraba, en colección. Y así fue como esos primeros cinco o seis LP que me habían regalado, se convirtieron en 8000 y cuando los tuve que vender, porque económicamente me fundí con la hiper de Alfonsín, me juré volver a tener todo de nuevo. De a poco pude recuperar todo y más también, y lo que estaba descatalogado o no editado, fundamentalmente de rock argentino, lo conseguí en mp3.
A raíz de ver infinidad de páginas de rock extranjero y de envidiar cómo preservan la cultura musical en distintos países, se me ocurrió hacer una página para volcar toda mi colección de audios del rock argentino, sin ningún beneficio económico, y con el solo fin de quien lo deseara pueda disfrutarla como lo hago yo, totalmente gratis. El impulso fue una pregunta que le hice a mi hija, estando yo observando las distintas paredes de mi casa llena de discos, le pregunté: ¿Qué va a ser de todo esto cuando yo ya no esté? Su respuesta fue, medio en broma y medio en serio: “De Soda Stereo para aquí me lo quedo todo, el resto salvo algunas cositas, lo vendo”. Y ahí fue que me decidí a hacer “Incunables Posludios” (www.incunables.com.ar) donde sólo subía lo no editado, lo descatalogado y conciertos no editados del rock argentino. La página llegó a tener más de 16 millones de visitas y se hizo eco la prensa cuando comencé a recibir amenazas, que lo único que lograron es que los visitantes de la página comenzaran a abrir sus propios blogs con la misma temática. Muchísimos de los discos que están subidos hoy en YouTube fueron bajados de mi página.
– Contanos de la página sobre libros del género.
Además de concurrir a conciertos y comprar discos, saber e informarse era la manera que teníamos los que estábamos abajo del escenario para pertenecer al movimiento que se estaba gestando. Las revistas eran devoradas en horas, y la espera del próximo número se hacía eterna. Cuando aparecieron los primeros libros que tocan la temática del rock argentino, fue distinto. Generalmente tratan sobre un tema o músico específico, eran producto de largas horas de investigación y la lectura duraba un buen tiempo. La adolescencia y la dependencia económica que tenía de mis padres no me permitieron comprar todos los libros que hubiese querido. Con mi propio dinero no dudé en saldar esa cuenta pendiente que le faltaba a mi colección de rock: los Libros. No existe hoy ningún lugar donde poder consultar cuáles son los libros que tienen como temática al rock argentino. Los catálogos de las librerías son por demás, muy incompletos, las páginas web sólo hacen referencia a algunos cuantos y, en casi todas, son los mismos.
Además de coleccionista, me considero un difusor del rock argentino, se me ocurrió pues, en un blog, un listado, lo más completo posible sobre Los Libros del Rock Argentino (www.loslibrosdelrockargentino.com.ar), que sea una guía para todo aquel que le interese este tipo de lectura, porque ellos cuentan la historia de la que también son parte.
– ¿Cómo ves el presente y futuro del rock?
Soy un convencido de que el mejor rock argentino, salvando muy pocas excepciones, es el que viví, mamé, disfruté y canté en la adolescencia. En mí fueron tres casos muy marcados: mi primer ídolo fue Palito Ortega, cuando era un niño; después en la adolescencia vinieron Los Beatles; y finalmente Sui Generis, banda que me marcó a fuego en mi vida. Se perdió la idea de movimiento que tuvo en sus albores y hoy cada banda o solista va por la suya y, hasta a veces, detrás de lo económico exclusivamente. Mucho de lo que escucho ahora no me gusta, pero veo a mis sobrinos disfrutar del rock que les gusta y me veo a mí, teniendo 16 o 17 años disfrutando de la misma manera, es por eso que no lo critico ni lo condeno, sencillamente no lo escucho. Parafraseando a Charly: “Cada cual tiene un rock en el bocho, difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”.
– ¿Cuáles son los 3 libros que nadie puede dejar de leer al respecto?
En mi biblioteca tengo 674 y hay de distinto tipos: biografías, libros de fotos, enciclopedias, los que son de consulta, de historia en distintas épocas, colecciones, libros en distintas provincias o ciudades, catálogos de discos, de poesías, en fin, distintas temáticas. Pero no voy a esquivar el bulto, sólo que nombraré algunos más, sin un orden de preferencia determinado:
1- “Esta noche toca Charly (Vol. 1 y 2)” de Roque Di Pietro.
2- “Crónica de un sueño” (biografía de León Gieco) de Oscar Finkelstein.
3- “La historia del palo” de Gloria Guerrero.
– Algo más que quieras agregar.
Sí, recomendaría algunos libros más, para ser un poquito menos injusto, pero que no pueden faltar en una biblioteca con libros de rock argentinos:
– “Tanguito” de Víctor Pintos.
– “Rock de acá (Vol.1 y 2)” de Ezequiel Ábalos.
– “Enciclopedia 30 años de rock” – Autores varios.
– “Pappo, el hombre suburbano” de Sergio Marchi.
– “50 años de Rock en la Argentina” de Marcelo Fernández Bitar.
– La colección de rock argentino de Editorial Disconario.
– “Chau loco” de Miguel Cantilo.
– ¿Cómo evitar esta pasión” de Valeria Picone.
– “Cómo vino la mano” de Miguel Grinberg.
– “A Naufragar – La historia de Los Gatos” de Mario Antonelli.
– “A un paso del cielo” de Daniel Irigoyen.
– “Martropia” de Juan Carlos Diez.
– “Nuestros discos queridos” de Hernán Rapela.
– “Hay cosas peores que estar solo” de Federico Anzardi.
– “Yo conozco un lugar” de Zeta Bosio.
– “Brilla la luz para ellas” de Romina Zanellato.
– “Yo no estoy aquí” de Pipo Lernoud.
– “Rock Argentino – fotografías” de Charlie Piccoli.