Autodidacta, perfeccionista, con una memoria visual y fotográfica impresionante, el nene de 10 años canaliza y expresa sus emociones mediante el dibujo. Su madre y su padre lo apoyaron desde el primer momento en el que dijo “quiero ser artista y vivir de esto”.
Martín tiene apenas 10 años y ya sabe a lo que quiere dedicarse en un futuro. Los pinceles y los crayones se volvieron imprescindibles para él. Su memoria visual le permite recrear obras casi a la perfección y sorprendió a sus familiares desde muy chiquito, usando al arte como forma de expresión y de comunicación.
Los padres de Martín sabían desde antes de nacer que podía tener autismo, ya que su hijo mayor, León, ya tenía ese trastorno. Y aunque nació con esa condición, eso no fue un impedimento para explotar al máximo sus emociones. A los 6 años, el pequeño tomó un lápiz y comenzó a dibujar. Pero no dibujaba casitas o árboles como todos los niños de su edad, él trazaba líneas e intentaba reconstruir los murales que había visto camino al dentista, o cuando iba con su mamá a comprar al supermercado.
“Él comenzó a dibujar a los 6 o 7 años, antes no tocaba ningún lápiz, ni un crayón. Empezó gracias a los murales de La Plata. Él, al ser autista, tiene una memoria visual increíble. Cuando iba a la escuela, al dentista o al supermercado, iba mirando los murales con detenimiento. Eso funcionó para él como una especie de GPS, porque gracias a eso sabe en qué calle está”, relató Carina, su madre.
Así, viendo su interés, lo acercó a espacios donde hay muralistas y donde conoció a diferentes artistas de la ciudad. “Le abrieron una puerta a una forma de expresar su emoción y su visión del mundo. Fue grandioso porque, gracias a eso, si bien le cuesta comprender y expresar sus emociones, mediante el dibujo puede canalizar sus sentimientos. Eso lo ayuda muchísimo”, contó.
Tanto Carina, como su padre Hiro, que ese pasatiempo le encantaba y lo apoyaron al máximo desde el primer minuto, tanto que lo llevan a museos, exposiciones y le compran materiales para que desarrolle su pasión. Además, tiene el acompañamiento de su tía del corazón, Ornela, quien le regaló un libro que despertó su fascinación por el dibujante Liniers.
“Hace algunos años, mi amiga Ornela le compró un libro de Kevin Johansen y Liniers y quedó fascinado. Ahí empezó a descubrir todo lo que es Liniers. Hace poco vino a La Plata y lo llevamos a que lo conozca y quedó más que encantado. Ahora empezó a pintar un mural en casa con esa estética”, contó Carina.
Lo que le gusta de los artistas locales es su cercanía. Según contó su mamá, “no lo ve como algo lejos o imposible porque se siente parte gracias a Internet. “Durante una época estaba fascinado con Picasso y Monet, pero sabemos que era difícil llegar a eso, y después de conocer a artistas locales le cambió totalmente la mirada. Una vez me dijo ‘quiero ser artista y de grande me quiero dedicar a esto’”, contó.
Autodidacta, perfeccionista, con una memoria visual y fotográfica impresionante, Martín mira una pintura que le gusta mucho y se la estudia toda. De arriba a abajo, de izquierda a derecha y viceversa, observando cada detalle. Su principal cualidad es la fijación. Cuando algo no le sale o quiere aprender más, busca en Internet o en los libros que sus padres le regalan.
Carina contó que cuando era más chico le costaba adaptarse pero, con el tiempo, mejoró su socialización. Actualmente asiste a la Escuela N° 29 de La Plata, muy cerca del Estadio Único, donde tiene el apoyo de un acompañante. Además, va a un taller llamado “Guías del Museo se conectan a tu casa”, un espacio destinado a niños y adolescente con condiciones del espectro autista. Se trata de lugares de encuentro y diálogo sobre temas relacionados a las ciencias naturales y la antropología, destacando objetos y temáticas vinculadas a la historia.
Martín también juega al fútbol en A.De.Dis., una asociación civil sin fines de lucro de la ciudad de Ensenada, que tiene como objetivo la inclusión social, utilizando como herramienta al deporte, pero es para niños con discapacidad, no solo para aquellos que padecen un trastorno autista.
A pesar de todos los esfuerzos para que Martín pueda integrarse y socializar, Carina asegura que no hay muchos talleres que se adapten específicamente a este trastorno. “Martín no puede estar mucho tiempo sentado prestando atención, y no hay lugares que puedan lidiar con eso, lo digo solo para dar un ejemplo de lo que nos pasa cuando buscamos talleres”, sostuvo.
“Ellos pueden hacerlo todo”
Según los especialistas en la materia, el diagnóstico temprano del autismo y la terapia conductual, educativa y familiar pueden reducir las limitaciones y brindar apoyo para el desarrollo y el aprendizaje. Nada de eso le faltó a Martín.
“Él es consciente de que es autista y sabe que está bien serlo, que no es nada malo. Por eso, siempre tratamos de que se adapte al mundo neurótico y que esté orgulloso de ser quien es, que no es un impedimento”, resaltó su madre y aseguró que en la sociedad “hay falta de empatía y que eso tiene que ver con la ignorancia”. “La gente tiene la imagen de que son chicos que se aíslan, que no hablan, y no es así, ellos pueden hacerlo todo”, aseguró.
Lo que más critica Carina es la falta de espacios para que los chicos con autismo se desarrollen normalmente y puedan salir a la calle con herramientas para vivir la vida. “Estaría bueno que haya lugares donde se enfoquen en el futuro, porque no siempre van a ser niños y algún día van a crecer. Martín va a ser un pibe más, que va a tener hormonas y ganas de hacer lo que hace cualquier persona adulta”, opinó.
“Lo que no me gustaría es que él o cualquiera termine en un hogar de día, quiero que en un futuro tenga acceso laboral y haga lo que le gusta. Él quiere ser muralista y vivir del arte. Ojalá que pueda vivir de eso y no lo bochen”, cerró.
FUENTE: TN