Nelson Mandela dejó huella en Argentina

Inspiraciones

POR ALEXANDRA BARRETO

Conocido como Madiba (en referencia a su tribu) fue un político, activista y abogado sudafricano, luchó contra el apartheid para conseguir la igualdad en su país; recibió el Premio Nobel de la Paz en 1993 por su compromiso con los derechos humanos.

Mandela viajó sólo una vez a la Argentina fue en julio de 1998, durante el gobierno de Carlos Menem. El entonces Presidente sudafricano llegó para una cumbre del Mercosur. Posteriormente visitó Tierra del Fuego, donde se hizo la reunión de presidentes.

En ese entonces tenía 80 años y tenía muchas secuelas físicas de lo que le dejó su vida en la cárcel. Lo encarcelaron en la prisión de Robben Island, donde permaneció durante 20 años de presidio. Mientras estuvo en arrestado, su reputación creció y llegó a ser conocido como el líder negro más importante en Sudáfrica.

El y otros realizaron trabajos forzados en una cantera de cal. Los presos políticos eran separados de los delincuentes comunes y tenían menos privilegios. Mandela, como prisionero del grupo más bajo de la clasificación, sólo tenía permitido recibir una visita y una carta cada seis meses.

Las Naciones Unidas declararon oficialmente el 18 de julio como el Día Internacional de Nelson Mandela en noviembre de 2009, reconociendo sus valores de  y dedicación al servicio de la humanidad,  su contribución a la lucha por la democracia a nivel internacional y la promoción de una cultura de paz en todo el mundo. Falleció el 5 de diciembre del 2013.

El activista sudafricano ganó las primeras elecciones libres de la historia de su país; asumió el poder en 1994, y gobernó en coalición con Frederik DeKlerk, del Partido Nacional, que había sido el último presidente del régimen racista.

 Argentina restableció el vínculo diplomático con Sudáfrica en 1991, cuando el premio Nobel de la Paz ya había sido liberado y empezaba las negociaciones para las primeras elecciones en las que participaron los negros, que lo llevaron al poder. La relación que forjó Mandela con Argentina el campo de los derechos humanos, un discurso común en el G-20, el apoyo de Pretoria por el diálogo entre Londres y Buenos Aires por el reclamo argentino en las islas Malvinas y la cooperación conjunta en el área de defensa, entre otras cosas.

Su estadía fueron sólo tres días de una agenda intensa: reuniones, homenajes y la cumbre de Mercosur. En el Congreso de la Nación fue ovacionado con un aplauso de cinco minutos.

Los artículos periodísticos de ese momento reflejaron con precisión el recorrido del líder sudafricano. Llegó a Ezeiza el miércoles 22 de julio por la tarde; allí fue recibido por el ex canciller Guido Di Tella con un gesto de protocolo: una salva de 21 cañonazos.

Antes había estado en Brasil, donde llamó a mejorar el intercambio cultural y comercial de Sudáfrica con América del Sur.

Además estuvo en la colocación de una ofrenda floral en el monumento a San Martín en Retiro. 

Los fotógrafos tuvieron prohibido disparar el flash delante de él, porque sus ojos se resintieron de tanto picar piedras.

Otro detalle que remarcaron los medios de ese entonces es que los empleados del hotel donde se hospedó se llevaron una sorpresa: lo primero que hizo Mandela al despertar fue tender su cama, como solía hacerlo en la cárcel. Madiba, convirtió su discurso en una auténtica masterclass, repleta de vivencias y enseñanzas. Ante los presidentes de los países miembros del bloque regional, dijo que si la democracia no resuelve los problemas de la gente, “se convierte en una cáscara vacía”. Y pidió “no dejar nunca la humildad”. Humildad que él jamás abandonó.

Fotos: The New York Times / Clarín / La Nación / Senado de la Nación

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