Juan Pomillo es un joven diseñador de Mendoza que desde chico se hizo una pregunta, ¿quién soy? Luego de años de buscar su camino decidió hacer realidad sus sueños y transformar la discriminación que recibió, en una marca que lo identifique: Varonaqueer.
Juan Pomillo es un joven mendocino que decidió cumplir sus sueños y plantarse desde su identidad para construir al diseñador que hoy es. Su trayecto no fue fácil: discriminaciones por pertenecer al colectivo LGTBIQ+, rechazos laborales, necesidades urgentes, encontrarse a sí mismo, fueron algunas de las cosas que tuvo que enfrentar. Aun así, sus sueños no dejaron de iluminar su vida y encontró su pasión en una marca inclusiva que es la expresión de su ser. Así nació Varonaqueer.
A veces lo que más cuesta en esta vida es poder decir quién soy, que quiero ser, a donde quiero llegar. A veces uno se siente perdido en un mar de representaciones que giran alrededor y en lo que uno busca encajar. Otras veces simplemente buscamos expresar que somos. Juan Pomillo es un diseñador mendocino que supo transformar todo esto en una marca que lo identifica y representa, pero que además es inclusiva con todo aquello que él padeció.
Su ilusión por ser diseñador comenzó desde muy chico: “me encantaba mirar pelis, creo que era la manera más simple de salir de mi cabeza por un rato. Me encantaba ver como los personajes empiezan de una manera y terminan de otra. Siempre se necesita hacerle frente a un problema, ser valiente y decidir para que avance la acción”, contó Juan en exclusiva con vía País.
El problema era cuando apagaba la televisión y caía de vuelta en el mundo normal. “Cuando se apagaba la tele la pasaba muy mal, como niño mendocino le tuve que hacer frente un problema gigante: Juancito no es varón y no habla como uno, no camina como uno”.
Desde ese momento la discriminación era parte de su cotidianeidad. “Momentos horribles y diarios de comerme, golpes, insultos y maltratos. Además, la vergüenza de contarlos porque incluso decirlo era una confirmación: el Juancito de 9 años es puto y le gusta la pija (palabras de un tío) y las veces que pedí ayuda nunca terminó bien: siempre más humillado, más aislado y con más miedo”, recuerda el joven.
Ahí fue cuando se hizo diseñador, pero uno muy específico, el diseñador de su vida. “Creo que me hice diseñador en el momento que me di cuenta de que no me iban a llegar las herramientas para cambiar mi realidad, que las tenía que fabricar”.
Con 11 años decidió que no se iba a vestir como un varón, porque no era uno. En ese entonces se anotó en su primer curso de corte y confección y comenzó su sueño de convertirse en diseñador de indumentaria, pero también la travesía de saber quien era él.
“Saber quién era yo fue lo más complicado porque salir a la calle con miedo es algo que me sigue pasando por momentos, pero pensar que de alguna manera yo me merecía la paliza, los chistes y los insultos era lo más duro; ellos son algo, yo evidentemente no.”, recalcó.
Cuando salió de la secundaria su idea era ser vestuarista, por lo que dejó Mendoza y se instaló en Buenos Aires para poder estudiar y hacer carrera. “Con 19 años llegué a mi pieza de 3 x 4 que compartía con una chica colombiana, convivíamos 20 personas en un semipiso en Hipólito Yrigoyen y 9 de julio”, recordó el diseñador. Luego de hacer 4 años de la licenciatura de escenografía, Juan se mantenía como podía, al igual que todos los estudiantes que deben dejar sus hogares para estudiar, hacía changuitas realizando vestidos y arreglando los cierres de sus 20 compañeros de piso.
La búsqueda de trabajo no era sencilla, en la mayoría lo bochaban. “Algunos no podían entender como por teléfono sonaba una piba y de pronto un pibe en la puerta. Mi experiencia era la suficiente como para trabajar de modelista, diseñador y costurero, pero gratis y al fondo”.
Ante este panorama y sus experiencias fue que surgió Varonaqueer. “Un día de pandemia, sin un peso ni trabajo, tuve que abandonar mis estudios porque simplemente no podía comprar pan, me acuerdo que todo el mundo estaba con lo de la masa madre y yo me reía porque me lo hacía por necesidad hace meses, me prendo a hacer un pañuelo blanco y colgarlo en la ventana, 24 de marzo de 2020, lo pinté con los colores de la bandera del orgullo y sumé la cifra 30400 porque son 400 personas de mi comunidad desaparecidas a la fecha, pero no se las menciona en el nunca más” .
Ese pañuelo que subió a Instagram llamó la atención de sus amigos y amigas que le pedían que se los vendiera. Eso es Varonaqueer: “una mezcla de palabras que me hacen acordar lo que soy; varón + a = queer”, y agregó, “queer quiere decir raro en inglés, algo que no tiene donde encajar, sin valor”, algo que el decidió transformar y hacer expresión de su identidad.
Así, desde sus pocos recursos se animó a vender prendas que expresan su lucha y memoria, su vida, su historia, por un futuro más digno. “Un amigo me pagó el pasaje en bondi a Palermo y me llevó a la feria de la calle Honduras a preguntar si era posible que yo pudiera participar. Estuve dos años y mi proyecto despegó”, contó.
“Todo vino desde un lado de marginalidad tremenda, no hubo ni estado ni inversionistas, todo recayó en mis capacidades, hago los moldes, corto, coso las muestras, armo las tizadas, las estampas, preparo la tela, la transporto, hablo con costureras que me den una mano en la confección, saco las fotos, plancho, embolso, etiqueto, hago stock, subo a redes y vendo en el showroom”.
Si bien contó que no es digno, no es lindo, “es simplemente lo que haría cualquiera que necesita pagar un alquiler, pero realmente hay muchísimo amor porque doy todo de mí, por mi porvenir”.
En cuanto a su futuro, aseguro que aspira a volver a estudiar y recibirse, por fin, una lucha que se debe a sí misma. Algún día quiere ser la fundadora de una casa de diseño argentino y diverso, manejada por personas de la comunidad LGBTIQ+ que brinde oportunidades, dignidad e inserción laboral.
“Varonaqueer será lo que deba ser: será con ternura, será con paciencia, será sin violencia y con las puertas abiertas. Será cambiante, será coqueta, será vibrante y con consciencia. Será con orgullo. Será para vos, para mí y para cualquiera”, concluyó Juan Pomillo.
FUENTE: VIA PAIS