Conocé la historia de superación de Tito

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Sus vecinos, padre e hijo, lo atacaron con un palo. Después de varias cirugías volvió a las pistas. “Estuve un bastante tiempo comiéndome los nervios y la ansiedad, pero entrené, hice mil horas de pileta, gimnasia y todo lo que hizo falta”, contó.

Mediodía en el centro de Salta. Tito Costilla marca el ritmo de los siete bailarines que van a acompañarlo en su show. “Vamos tranqui, para marcar los pasos”. Uno se ríe burlón, pero es una burla amorosa. “¿Qué pasa?”, le pregunto. “Que Tito no hace nada ‘tranqui’”, me explica.

Tito todavía usa rodilleras en los ensayos. Avanza con cuidado. Hace un año dos personas le partieron tibia y peroné con un palo. Ahora está a punto de volver a subirse a un escenario. Suena la música y Tito se transforma, destaca sin esfuerzo y es imposible dejar de mirarlo. Yo no puedo dejar de mirarlo. Me interrumpe el bailarín que se imagina lo que estoy pensando: “Te dije: Tito nunca es tranqui”.

Ataque de odio “por gay”

No fue un robo. No hubo discusión. Solo odio. Tito llegaba a su casa en el barrio docente sur después de una fiesta de cumpleaños. Ya era de día. A dos metros de la puerta sintió el golpe y cayó al piso. “Pensé que me mataban. Porque yo ya estaba lastimado y les decía ‘basta’ y seguían insultándome y golpeándome”, recuerda.

¿Qué te decían?

-De todo, pero siempre basándose en los insultos que tienen de siempre: puto de mierda, maricón de mierda, que te voy a matar.

Los Costilla llevaban años denunciando a sus vecinos. “Era la familia entera: la madre, el padre, la hija y el hijo. Pedimos pericias psiquiátricas, avisamos que acá iba a pasar algo. No hicieron nada”, asegura Tito. No recuerda cuántas fueron las denuncias, solo que la primera fue en 2004. Después, los vecinos empezaron a denunciarlos a ellos.

¿Por qué?

-Por cualquier cosa: podía ser hasta por estacionar frente a la casa. Venía la policía y casi que pedía disculpas. Ellos mismos nos dijeron que grabaremos todo para tener pruebas.

La justicia solo actuó ante la pierna quebrada: dos huesos rotos, dos clavos, dos cirugías y otras tres visitas a quirófano para tratar de acomodar los huesos que le habían desacomodado a palazos. No era casualidad: sabían que Tito era bailarín, profesor de danza, varias veces campeón nacional de bachata y subcampeón sudamericano. Era su pasión y su sustento.

“Yo justo tenía un show y obviamente tuve que cancelar todo, el salón, devolver las entradas. Y a mí no me volvió a ingresar más dinero, se hicieron cargo de todo mis padres”.

Roberto Costilla es profesor de escuela secundaria. Su esposa Susana es ama de casa. No quieren hablar de dinero delante de Tito para no trasladar la angustia. Pero Tito sabe que sus padres se endeudaron para cuidarlo.

¿Cuándo te animaste a preguntar si ibas a poder volver a bailar?

-En el momento. Estaba en el hospital, todavía ni me habían acomodado los huesos y yo pedía que me dijeran si había recuperación.

¿Qué te decían?

-Mirá, nunca me daban una respuesta. Querían esperar a la operación. Ahí me dijeron que dependía de la rehabilitación. Estuve un bastante tiempo comiéndome los nervios y la ansiedad, pero entrené, hice mil horas de pileta, gimnasia y todo lo que hizo falta. No estoy como antes, pero ya puedo bailar.

FUENTE: TN

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