Hábitos saludables y muchísimas ganas de vivir, las claves para que Marcos pueda superar los obstáculos. Conocé su historia.
El deporte ayuda a muchísimas personas a superar los distintos obstáculos de la vida. Sin dudas, Marcos Rivera es un claro ejemplo de ello: el periodista lleva adelante un estricto tratamiento por su enfermedad donde, por ejemplo, todos los días tiene que tomar entre 25 y 30 pastillas. La fibrosis quística (FQ) es una enfermedad hereditaria causada por un gen defectuoso que lleva al cuerpo a producir un líquido anormalmente espeso y pegajoso llamado moco, el que se acumula en las vías respiratorias de los pulmones y en el páncreas. “Tengo un tratamiento riguroso. Sé que si quiero tener una linda calidad de vida tengo que prestar atención a esos detalles. Aprendí que con la enfermedad siempre la muerte está latente, por eso intento vivir con intensidad“, reveló Rivera.
No obstante, el joven deportista admitió que también cuenta con “momentos oscuros” y en esa línea, reiteró que siempre su “salvavidas” es el deporte. “Si bien la vida fue bastante buena y generosa conmigo; me acuerdo que en mi infancia no poder llevar la vida normal de cualquier niño tiene que tener incluso hasta el día de hoy a veces pierdo eso“, expresó. Y luego, agregó: “Cuando me despierto por las mañanas, me levanto y me doy cuenta cuanto le puedo exigir a mi cuerpo. Tengo momentos oscuros y enojos; pero trato de revelarme si llego a estar mal. Conectarme con mi cuerpo y con hábitos saludables“.
Sus primeros años
“Hasta los siete u ocho años pasé mucho tiempo en hospitales, pasé mucho tiempo en el hospital de niños Ricardo Gutiérrez. No conozco otra forma de vida, nací con la enfermedad y tomando de 25 a 30 pastillas por día para que mis órganos se sientan un poco más mimados. Tengo una bacteria en los pulmones que año tras año va causándome una insuficiencia respiratori. “Recuerdo el colegio, mi infancia cuando tenía que tomar las pastillas delante de mis amigos. Tenía cierta vergüenza. Pero adónde íbamos mi mamá contaba que tenía la enfermedad, y lo hacía con alegría. Y yo tomé eso. Me hice cargo de que es lo que me toca, que es mi única vida”, cuenta Marcos. Lo de Marini no es normal, él lo sabe. “Yo a veces me asombro, me siento como un extraterrestre. Me pellizco para ver si es real lo que vivo. Si googleás ‘fibrosis quística’ todo lo que aparece son pastillas y chicos con tubo de oxígeno”.
El poema que le dedicó a la enfermedad
“Avanza y arrasa con todo, páncreas, pulmones, hígado, intestinos… Tiene un puñal que te parte el pecho, te desgarra el alma.
Así y todo le tengo amor. Perdón, dije amor. Le tengo amor a la enfermedad, y no me avergüenzo.
Me enriqueció, salí fortalecido, enfrentamos obstáculos, los superamos, saludamos a la muerte.
Le tengo amor. Perdón, volví a decir amor (…).
Ya no le pido perdón a nadie por tenerle amor a la enfermedad”.
El deporte, su salvación
Es imposible fotocopiar a un ser humano, y Marini sabe lo delicado que es contar su historia, porque muchos afectados le dicen que no, que ellos no pueden llegar a lo que llegó él. Sucede con padres que le escriben entre asustados y horrorizados cuando sube a sus redes sociales fotos haciendo natación, uno de sus grandes amores. “Hice mucha natación toda mi vida, pero muchos padres me escribieron alarmados por la bacteria pseudomona… Pero yo no pretendo que todos los que tienen fibrosis corran 42 kilómetros, aunque lo que siempre busqué es que cuando se googlee ‘fibrosis quística’ aparezcan personas haciendo deporte. A veces me miran raro. Algunos médicos cuando les cuento lo que hago me miran y me dicen: ‘¿es necesario que expongas tu cuerpo al límite?’. A mí me gusta, me gusta correr riesgos. Mi familia me dice que por qué no me quedo un poco más tranquilo…”.
“Lo que más incómodo me pone es que me digan que soy un ejemplo. Solo quiero inspirar a otros, pero no soy un ejemplo. Me he reunido con varios senadores para que se haga una ley del deporte que incluya a la gente que tiene estas enfermedades. Pero también entiendo que acercar el deporte a chicos que están todo el día con un tubo de oxígeno es una realidad compleja. Por eso ahora me cuido mucho con la forma en que expreso lo que siento… Me dolió mucho ir a hospitales en el Chaco y ver chicos que tienen la misma patología que yo y están desnutridos, mal”.
Uno de los tantos sueños: formar parte de un campeonato oficial de AFA
En 2007, Marcos jugó al fútbol en la Primera D, en el club Muñiz: “Estuve toda esa temporada. Yo nunca le conté a nadie, ni en el equipo ni en el cuerpo técnico, que tenía la enfermedad. Cuando el técnico me dijo que no me iba a tener más en cuenta me largué a llorar. Fue el 3 de agosto de 2007, uno de los días más tristes de mi vida. Se acababa mi sueño de ser jugador de fútbol“.
El atletismo, su otra pasión
“Mi fuerte en el fútbol siempre fue lo físico. En todos los entrenamientos llevaba al grupo, no tenía dificultades para correr. Ya en 2009 comencé a correr las carreras de calle de 10K, de 15, de 21 y después empecé a correr 42 kilómetros. Después agarré confianza y entendí que lo hacía por una responsabilidad social de dar un mensaje saludable. Empecé a contar que tenía fibrosis quística, que mi enfermedad era mucho más divertida cuando yo estaba en movimiento. Corrí siete maratones de 42, hice el cruce de los Andes en 2015, nadé en aguas abiertas, hice la carrera de guardavidas, también soy profe de educación física”, contó Marcos, que sin dudas encontró un espacio para poder ser él y conectarse con el mundo. “Competí en Brasil muchas veces, para difundir la fibrosis quística y la acción, y para difundir los hábitos de vida saludable. Me interesa transformar algo que es triste y tiene que ver con la muerte, en otro mensaje, con acciones relacionadas al deporte. Corrí en Ecuador también dónde fui infinidad de veces, también estuve en Uruguay, México y España. La enfermedad fue como el pasaporte para difundir una pasión que a mí me moviliza que es el mensaje de hacer deporte que estará por encima de todo”, cerró.
Excelente!!! Que experiencia de vida. Gracias por compartirla te hace seguir adelante y pensar que no estamos solos en este reto que nos tocó vivir.