Trabajó dos años como repartidor para poder recibirse: la historia del arquitecto que se hizo viral

Historias para contar Slider costado

Juan Manuel Gorosito contó en Twitter que cierra el 2022 con una sensación de realización personal. Su historia.

 “Después de cobrar el primer sueldo en mí nuevo trabajo puedo declarar oficialmente que se terminó la etapa de repartidor, y fueron dos años donde esa mochila me ayudó a cumplir el sueño de recibirme”, celebró Juan Manuel Gorosito en su cuenta de Twitter, y su mensaje recorrió la red social hasta volverse viral. Oriundo de San Nicolás de los Arroyos, la ciudad ubicada en el extremo norte de la Provincia de Buenos Aires, desde muy chico supo que quería ser arquitecto. En febrero de 2022 se graduó, y algunos meses más tarde cuando iba camino a entregar un pedido se detuvo en una obra de construcción y empezó una nueva etapa.

“Siempre me gustó dibujar, y después cuando fui a la secundaria técnica me di cuenta de la relación que tenía la carrera con el arte, y eso fue clave”, cuenta en diálogo con Infobae. El joven de 32 años recuerda que cuando alcanzó la mayoría de edad se fue a vivir a Rosario, provincia de Santa Fe, y mientras estudiaba en la universidad buscaba trabajos de medio tiempo para subsistir. “Los primeros tiempos viví en el garaje de una tía, después con un amigo en la casa de su abuela, después en una pensión, y recién en el segundo año pude alquilar un departamento a medias con un compañero”, detalla.

“Hice de todo: trabajé en un ciber, vendí viajes a Bariloche, trabajé en boliches, y después en el transcurso de la carrera empecé a militar en la participación política de la facultad, que fue otra gran parte importante de mi vida”, enumera. Descubrió otra pasión y el camino lo fue llevando a ser presidente del centro de estudiantes, luego también fue presidente de la Federación Universitaria de Rosario (FUR), y hasta 2019 fue asesor del bloque de diputados de Partido Socialista en la gestión del Gobierno de la Provincia de Santa Fe.

“En 2019 me quedé sin trabajo, y arrancó la pandemia al poco tiempo, así que me fui a vivir con otro amigo para poder solventar los gastos durante la incertidumbre laboral y ahí arranqué a trabajar como repartidor”, comenta. En tiempos donde no había muchas alternativas y existían restricciones por el aumento de casos de coronavirus, asegura que le pareció la mejor opción para tener un ingreso económico. Su padre lo ayudó a comprar una moto y empezó como delivery en abril de 2020.

Hasta hace un mes, seguía con las entregas en Pedidos Ya, y al analizar en perspectiva todo lo que vivió, siente que fue una experiencia enriquecedora. “De todo se aprende, de estar en la calle, de estar en contacto con los negocios a los que vamos a buscar la comida, las actitudes de las distintas personas, quién te deja propina, quién no; cuando llueve, cuando hace calor, cuando es muy tarde; yo creo que a uno también ese tipo de cosas te van formando un temple y una paciencia para ciertos momentos de la vida”, explica. En cuanto a los tiempos, se organizaba con una semana de anticipación los turnos que iba a cumplir, y trataba de aprovechar al máximo los tiempos libres para estudiar.

En una de las jornadas de trabajo como repartidor

“Hay muchas variables, pero en la aplicación todo depende del ranking que cada repartidor tenga, y a veces hacía ocho horas corridas y otras veces las cumplía en momentos distintos. Trabajaba más que nada a la tarde noche porque me convenía más económicamente”, expresa. Acumuló además un sinfín de anécdotas, y destaca que conoció gente maravillosa que trataba de reinventarse durante la cuarentena. “Ingenieros, parejas trabajando juntas para salir adelante, jóvenes en su primera experiencia laboral, gente muy grande casi jubilados intentado llegar a fin de mes, analistas de sistemas en situaciones muy parecidas a la mía, de todo”, revela.Una noche que llovía vio en primera persona el compañerismo de sus colegas cuando chocó por primera vez. “Se me cruzó una bicicleta que pasó en rojo y por esquivarla me caí al asfalto, e inmediatamente había cinco repartidores asistiéndome, queriendo llevar el pedido, y se ofrecían a llevarme al hospital, con toda la solidaridad”, remarcó. Otro de los obstáculos fue que dos veces le quisieron robar la moto: una en agosto de 2021, que se la llevaron de la puerta de su casa, y luego la encontró en la misma cuadra pero había que hacerle varios arreglos; y la siguiente en octubre de este año, donde concretaron el hurto y se quedó sin su herramienta de trabajo.

“Sin el apoyo de mi madre y mi padre no podría haber logrado nada, y fue difícil recuperar ingresos después de eso, pero por suerte mi papá tenía una motito más chiquita y con esa volví a laburar para no depender de nadie”, expresa con gratitud. Cuando le faltaba una materia para recibirse volvió a San Nicolás de los Arroyos. Cumplió la meta de obtener el título con el que soñaba, y hasta que apareciera una oportunidad laboral continuó con los envíos. En medio de esa espera, surgió otra oportunidad que no dudó en aprovechar: un mes después de recibirse se postuló a una beca para un posgrado organizado por la Universidad Politécnica de Cataluña y el Ministerio de Educación de Argentina.

 “Fui seleccionado, y era algo que me interesaba mucho porque estaba orientado al urbanismo y las ciudades sostenibles, organizado también por la Cátedras UNESCO, con financiamiento de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), y estuvo buenísimo tener contacto con docentes de allá también, porque se cursó durante cinco meses de manera virtual los viernes y sábados, con una carga horaria bastante fuerte, pero lo terminé hace poquito y estoy esperando el título”, cuenta con alegría. Con esa meta también cumplida, siguieron las buenas noticias.

Desde que era un niño disfrutaba de dibujar y no dudó de su vocación

“Estaba repartiendo un día al mediodía y mientras esperaba un pedido en el centro de la ciudad, vi que había una obra y le pregunté a los obreros si había algún arquitecto o ingeniero para hablar con él, y justo había uno que se llamaba Saúl”, manifiesta. “Y le conté que me había recibido en febrero, que estaba buscando trabajo, y me pasó su mail. Le escribí a los 15 minutos mandándole mi currículum y a la dos semanas me llamaron para una entrevista online; después tuve una presencial y finalmente me llamaron para decirme que tenía el trabajo”, revela a pura felicidad. Desde el 7 de noviembre se desempeña como responsable de compras en una empresa constructora donde realiza cómputos métricos y la compra de materiales.

Alegría plena: para poder recibirse trabajó durante dos años como repartidor en dos ciudades diferentes, primero en Rosario y después en San Nicolás de los Arroyos

 “Tuve el privilegio de estudiar en la universidad pública y hoy en día ejercer la profesión que amo”, agradece. En este sentido, también busca transmitir un mensaje: “Todos los días hay historias lindas para contar, y un montón de personas que están tratando de salir adelante; nunca hay que menospreciar a ningún laburante, ningún trabajo es más que otro”. Juan Manuel cierra el año con el logro de haber podido alquilar un departamento por primera vez, y pronto apostará a la convivencia con su novia. “Que nunca nadie te quiera rebajar por lo que hacés o a lo que te dedicás, la constancia paga bien y todo llega cuando uno labura para eso”, concluye.

FUENTE: INFOBAE

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