Carolina Bustos tiene 25 años y es la creadora de Milanga, un enprendimiento de comida rápida en la ciudad de Provo.
A veces, hay que viajar miles de kilómetros para conectar con lo propio. Eso le pasó a Carolina Bustos, una mendocina que desde hace dos años vive en la ciudad de Provo, en Utah, donde lanzó en abril pasado Milanga, un delivery que como su nombre bien argento lo indica tiene como protagonista estrella a la milanesa.
La joven de 25 años y exestudiante de Turismo contó que mientras vivía en la Argentina, jamás cocinaba. Pero la necesidad es madre de la invención, y las ganas de “comer la comida que hacía su mamá” la llevaron a poner manos a la obra y experimentar con milanesas caseras y empanadas.
“Mi familia se mata de risa que tuve que ir hasta EEUU para cocinar una milanesa. Es lo que pasa cuando te vas a otro país, te defendés de una manera diferente. Si no lo hacía yo, no me lo hacía nadie”, zanjó la joven oriunda de Guaymallén. La mendocina que empezó a vender sándwiches de milanesa en EE.UU. porque extrañaba la comida de su mamá
Pronto, se dio cuenta de que ahí había un nicho que explorar y un modo de sustentar su vida. “Acá en Utah hay muchos latinos y argentinos. De hecho, hay restaurantes argentinos, pero no tanto comida rápida argentina”, agregó.
“La comida argentina es bien vista, pero lo principal es el fastfood y por eso pensé que había que amoldarse”, explicó sobre la idea detrás e Milanga.
Desde la cocina de la casa que alquila con una roommate de Honduras, prepara sandwiches de milanesa que salen desde 11 dólares por el Milanga, una milanesa de pollo a la napolitana con cebolla, lechuga y tomate. La versión con milanesa de ternera se llama “Che” y sale 13 dólares, mientras que uno de los que más sale es el “Americano”, una milanesa de pollo con salsa barbacoa, queso cheddar y aros de cebolla.
“A los estadounidenses les encantan la salsa barbacoa y los aros de cebolla, acá todo lo comen así, la BBQ no puede faltar”, explicó. Mientras que muchos de sus clientes mexicanos le piden que le agregue salsa picante o “chimichurri para comer con las empanadas”.
Sobre la vida en Provo, una ciudad de poco más de 100.000 habitantes ubicada a unos 80 kilómetros al sur de Salt Lake City y anidada entre el lago Utah y la cordillera Wasatch, dijo que es “muy tranquila”. “Es un lugar con pocos edificios porque acá hay mucha sustentabilidad y preservan la vista de las montañas que se tiene”, explicó.
Uno de los aspectos que más le cuesta de Utah son los inviernos fríos y duros. “Nieva un montón, se pone todo blanco y es hermoso, pero bastante helado. A las cinco de la tarde ya oscurece”, explicó.
Gracias a la importante comunidad latinoamericana, se consigue con facilidad yerba y hasta alfajores, por lo que más le hace falta son los afectos. “Se extraña un montón a la familia y a los amigos, y por las visas y la situación económica del país cuesta que vengan de visita”, dijo.
De todos modos, la joven cree que su vida en Provo es solo una etapa. “Empezó como una experiencia de tres meses y se extendió, pero no creo que me voy a quedar para siempre”, afirmó. Aunque, claro está, todo puede depender de lo que pase con Milanga.
FUENTE: TN