Me gusta observar los murales y grafitis en las calles, de hecho aprecio mucho el llamado arte callejero porque enseña, da testimonio, e invita a pensar e imaginar.
Tengo la costumbre de buscar y leer las frases que desconocidos escriben en paredes y paredones, autos abandonados y portones. A veces simplemente las memorizo, y otras las anoto y guardo.
Una vez en una pared abandonada por el barrio de Flores, me encontré con una que decía: “Todos olvidarán que dijiste… Todos olvidarán que hiciste… Pero ninguno olvidará cómo los hiciste sentir.”
Noté que carecía de firma y no llevaba el nombre de ningún autor. Nunca la había leído. Pensé instantáneamente en el libro “Cronicas del Ángel Gris” de Alejandro Dolina, e imaginé que esas palabras le correspondían a alguno de los “hombres sensibles” protagonistas de esa publicación. Pero eso sólo es una construcción personal que por cierto me causó risa.
Recupero esa frase hoy cuando los argentinos recordamos la penosa fecha que dio inicio hace 45 años al Golpe de Estado más sangriento de nuestra historia.
Fui testigo de aquella época, cursaba mi 4° año de escuela secundaria en el Comercial 9.
Por supuesto que recuerdo situaciones, hechos y dichos de aquellos años, pero más recuerdo lo que viví, lo que experimenté, lo que sentí en esa noche oscura de siete años.
La dictadura nos quitó nuestras libertades, nos hizo sentir miedo, ser observados, juzgados por cada gesto y comportamiento. Quiso determinar qué debíamos leer, qué carrera estudiar y cuál no, qué música escuchar, qué decir, cómo vestir o lucir. Qué ámbitos frecuentar y cómo reunirnos.
Era común tener que dar cuenta de todo a quien decidiera interrogarnos en la calle con sólo ostentar un uniforme o una credencial.
Nos hizo sentir el peso del terror, matando, secuestrando, desapareciendo, apropiando y rapiñando.
Nos llevó al límite de la locura de enfrentarnos con Chile y a la Guerra por las Malvinas.
Aquello que la dictadura nos hizo sentir a quienes fuimos testigos no se olvida. No lo olvidamos.
45 años después, dos generaciones han nacido y se ha desarrollado en democracia. Afortunadamente es difícil para ellos imaginarse en otro escenario que no sea en libertad.
Es por ellos, por nosotros y por quienes nos continuarán que este día nos obliga a seguir fortaleciendo la democracia que hemos conseguido entre todos a fuerza de sueños, ilusiones, persiguiendo utopías y también con dolor.
Más democracia, más libertad, más justicia, más respeto, más educación, salud, trabajo y mejor calidad en nuestra convivencia diaria es la mejor acto en este día de Memoria.
Dijo Mandela: “Deja que la libertad reine. El sol nunca se pone sobre tan glorioso logro humano”.
Hagámoslo.
Por Claudio Avruj
Director de Optimism